lunes, 19 de agosto de 2013

Lector perplejo

Lector perplejo

Sigo con mi librito sobre intriga y suspense, pero esta vez tengo que retractarme de algo: si ayer dije que nunca he podido encontrar en los ejemplos propuestos aquello que explican en la teoría, hoy debo decir que al menos en una ocasión (ésta), sí que lo he visto claro.

El epígrafe de hoy se titula Sacar partido a la perplejidad. Dice el libro: Sin lugar a dudas, la narración de acontecimientos extremos puede provocar en el lector un impacto emocional inmediato y contundente. [...] El  relato titulado "Obras Públicas", de Francisco Ferrer Lerín [...] describe una angosta y empinada carretera comarcal que conduce a un pequeño pueblo en la montaña. [...] Hacia la mitad de la subida, la carretera se ensancha en un mirador construido precariamente sobre el barranco, protegido del mismo con una barandilla de madera en mal estado, donde los turistas pueden detenerse a contemplar el paisaje.

El narrador parece ser el capataz de una cuadrilla de obreros que comienza a narrar lo sucedido un 31 de octubre de 1970 desde que el grupo llega a la carretera a las 6:34 de la mañana:

Llegamos al mirador del kilómetro 6, donde bajamos el material, y mientras el chófer conducía a otro hombre hasta el repecho del kilómetro 6,4 empezamos a trabajar. A las 7.16 el sol daba ya en nuestras caras. [...]

El hombre de X informa que la furgoneta se halla a unos 700 metros de él. En el mirador, bajo el estruendo del agua que corre a nuestros pies, distribuyo a los dos hombres. La furgoneta llega a donde está el hombre de X y éste, escondido, me informa de lo que ya sabíamos, un hombre un chico dentro. La furgoneta aparece en la recta anterior al mirador, mis hombres acarrean tierra mientras me dirijo hacia el centro de la carretera. La furgoneta se detiene al obstaculizarle el paso. Me acerco a la ventanilla, sonriente, y le digo al conductor que estamos cambiando la barandilla y construyendo un drenaje para el terraplén de enfrente, lo que obliga a restringir el paso, le invito a que se coloque a un lado y pare el motor. Lo hace, y, a través de la ventanilla abierta, hago dos disparos.

La exposición impasible del hecho brutal inesperado produce una conmoción súbita en el lector, que casi con seguridad volverá una o dos frases atrás para comprobar que lo que acaba de entender es correcto, que no ha sido un error.

Efectivamente. Como lectora, eso me ha pasado muchas veces. Ahora ya sé en qué consiste causar perplejidad en el lector y cómo conseguirla. Otra cosa es que lo logre, pero, en fin, el ejemplo ha sido extraordinariamente visual en este caso.

3 comentarios:

posodo dijo...

Primero nos dejas colgados al borde del precipicio, ahora nos pegas dos tiros...
Veo que el libro promete.
Un saludo... y hasta la próxima ;-)

María Gaetana dijo...

Pues sí. Buen ejemplo de sorpresa...

Un abrazo.

S. Cid dijo...

Posodo: Tiene sus cositas curiosas, sí :-)) Veremos en qué cosiste esa próxima.

MGae: ¿A que sí? Sobre todo me ha llamado mucho la atención el párrafo final, el que augura que el lector volverá unas cuantas frases atrás para cerciorarse de que ha entendido bien. ¡Me ha pasado tantas veces!

Soy una lectora perpleja. Por cierto que va siendo hora de abandonar estos lares y ponerme a leer.

Abrazos a los dos.

Belén 2013

Belén 2011