domingo, 14 de febrero de 2010

A los pies del Borbón

A los pies del Borbón

Ussía es un tipo avispado, muy culto y con soltura al escribir. Famoso por sus artículos humorísticos, conmigo, sin embargo, frecuentemente obtiene sonoros fracasos, pues no suele conseguir sino que esboce alguna que otra leve sonrisa; si bien (no me duelen prendas admitirlo) en ocasiones (aunque sean las menos) logra hacerme reír a carcajada limpia.

No me entusiasma, pues, don Alfonso Ussía, principal entre las principales firmas de La Razón y a quien no suelo leer, sin embargo, nada más abrir el periódico. Prefiero otras antes que la suya. Hay veces, por supuesto, en que este orden se ve alterado y lo sitúo al frente de mis preferencias. Ocurrre ello cuando, por ejemplo, publica artículos como el que Bate llevaba el otro día a su blog: ¿Y qué?, en el que le da un repasito a la retro-progresía española y ridiculiza, como no puede dejar de hacerse, a esos/as activistos/as que tanto defienden a Palestina/o (supongo/a) y tanto denostan a Israel. Olé sus narices, señor Ussía, en estas ocasiones en que se pone al mundo por montera y en cuatro párrafos y medio pone negro sobre blanco la imbecilidad de un mundo que algún día pagará estas gilitonteces que hoy comete.

Sin embargo, Ussía no siempre es así. A veces endosa al lector un ladrillazo sencillamente inasumible por una mente a la que anima un espíritu libre. Me refiero, naturalmente, a los artículos en los que el señor Ussía se pone a los pies de Su Majestad, el Rey. Y no, no es una manera de hablar eso de "ponerse a sus pies". Es una realidad palpable. Lean, si no, el artículo de hoy, titulado "El Rey". Lo inicia con una disculpa sobre la que va a basar toda la defensa de la real persona a cuyos pies parece que le encanta acurrucarse: no es fácil ser rey. Seguro que no, señor Ussía, como no es fácil ser oncólogo, ni piloto de caza, ni articulista monárquico (que hay que ver las filigranas que tienen que hacer ustedes para justificar a la real persona..., con lo que la real persona es). Pero el hecho de que no sea fácil ser rey no justifica acciones, palabras y gestos que dicen mucho más de lo que usted quisiera... y que, para su desgracia, señor Ussía, dificultan enormemente la defensa del real personaje.

El Rey no ha hecho otra cosa que dar voz e intención a lo que piensan y desean millones de españoles, dice Ussía en referencia al pacto de Estado que ha propuesto Su Majestad, y añade párrafos después: Para mí, que el Rey ha hecho lo que debía y en su momento oportuno. No por mejorar la imagen de la Corona, ayudar al nefasto Gobierno que padecemos o incordiar al Partido Popular. Lo ha hecho para, desde su autoridad moral, detener la caída en picado de este saco vacío de inteligencia y sensatez que responde al nombre de España. Pues para mí, que soy parte de la España que aún conserva inteligencia y sensatez, y, por ello, no se deja timar por las demagogias de unos ni de otros, incluidas las suyas, señor Ussía, como la que hoy tiene la caradura de publicar; para mí, decía, que Su Majestad no tiene autoridad moral ninguna y, además, no suele actuar en bien que no sea propio (como muy bien podría atestiguar su querido padre cuando saltó la línea dinástica para colocarse primero en la carrera al trono que, por cierto, propuso un dictador, a quien debe sin ninguna duda su actual real puesto).

Mi mente, señor Ussía, se pregunta dónde estaba ese Rey, que se dice de todos los españoles, cuando se firmó el Pacto del Tinell. Dónde, cuando se pretendía pactar con terroristas, a los que se llamaba hombres de paz, y se pisoteaba a las víctimas. Dónde, cuando el concepto de nación era discutido y discutible. Dónde, cuando, con la crisis ya en el zaguán de nuestra casa, el ZP al que tanto admira Su Majestad se empeñaba en negarla, y el Rey, al que tanto admira usted, no se cortaba un borbónico pelo y señalaba que estaba seguro de que Zapatero sabía a donde iba, por qué y para qué.

Es usted como los otros, señor Ussía: fanático de una idea, hasta el punto de que se permite el lujo, en esta loca defensa de ciegos mandobles con que hoy nos obsequia en el periódico, de creer que los ojos que lo leen no están conectados a un cerebro que piensa, y no duda en tomarnos por idiotas al utilizar como refuerzo de sus tesis, en una nueva muestra de demagogia barata y sin que se le vuelva la cara pétrea, los resultados de unas encuestas que son falsos, por estar maquillada la información con la que cuenta la plebe a la que se pregunta: Después vienen las encuestas populares y la Corona está en lo más alto de la consideración social y los partidos políticos suspenden, suelta en mitad del artículo este pobre monárquico que ya no sabe a dónde agarrarse. ¿Acaso tiene el pueblo español la más mínima idea de lo que ocurre tras las puertas de la Zarzuela, señor Ussía? No, porque la prensa española, por la razón que sea, calla, silencia y oculta. Quisiera yo saber en qué lugar de esas encuestas se encontraría la Corona... si se hubiera visto siquiera la mitad, de la mitad, de la mitad de expuesta al público que lo ha estado, por ejemplo, la de Su Graciosa Majestad británica. De modo, señor Ussía, que échese a los pies borbónicos cuanto desee, pero váyale a otros bobos con esos cuentos. A muchos de los que quizá -y es éste un quizá con muchas dudas- en algún momento hubiéramos podido ponernos de la parte real, vistas las cualidades que lo adornan, el tatarataranieto de Fernando VII no nos vale.


15 comentarios:

José Manuel Guerrero C. dijo...

Ahora paso a comentar, mientras, te dejo que te distraigas leyendo a Cacho:
http://www.elconfidencial.com/con-lupa/reina-tataranieto-20100213.html

Guido Finzi dijo...

A mí, nunca me gustaron los Bobones...

Un saludo

D45 dijo...

A mí el tal Ussia me parece un poco lameculos, la verdad.

Saludos.

Natalia Pastor dijo...

Una cosa es ser monarquico, y otra muy distinta un palmero cortesano que es de lo que ejerce Ussía.
Es curioso, que a estas alturas sea el Rey quien salga invocando el consenso, los grandes acuerdos, los pactos de Estado. No lo hizo cuando Zapatero se embarcó en las reformas estatutarias, ni abrió la regia boca con el Estatuto catalán que pone en cuestión la unidad de España, el concepto de Nación y que aún espera sentencia del Constitucional después de tres años.
Guardó un silencio ominoso con la ley de la Memoria Histórica y el revisionismo cainita del franquismo del que él es heredero directo. Calló con el Pacto del Tinell que suponía nada más y nada menos que la marginación y exclusión del PP de cualquier tipo de acuerdo político.
No dijo nada cuando Zapatero se embarcó en la negociación/claudicación ante ETA, cuando se vilipendiaba y atacaba a las víctimas. Al contrario, respaldó al Iluminado monclovita con un "había que intentarlo".
Ahora habla.

S. Cid dijo...

Bate: Buenísimo el artículo de Cacho, Bate, y tremendamente ilustrativo de lo que son los Borbones.

Guido: La cuestión es que si fueran simplemente bobones, se podría ir tirando con ellos; pero es que la dinastía borbónica no ha sido sino una fuente de desdichas para España. A ver si hay suerte y, ya que empezó con Felipe V, termina la dinastía para siempre con Felipe VI.

D45: A mí, en asuntos monárquicos, también me lo parece.

Natalia: Palmero cortesano, esa es la definición perfecta de Ussía cuando escribe artículos como éste. No entiendo, de verdad, que alguien como él se rebaje a esto. Uno puede nacer en familia monárquica, ser educado como monárquico tenaz y vigoroso, pero si hay cerebro bajo el cráneo y un rey como el que tenemos la desgracia de padecer en España, lo acertado es que, a pesar de la educación recibida, se bajara del burro monárquico y no ejerciera de hooligan real.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Cuando un Borbón comienza a borbonear, malo, S.Cid.
Yo siempre empiezo La Razón con Ussía, me parece un articulista que podríamos encuadrar con los periodistas españoles de antaño, desde Pla hasta Camba, pasando por Ruano (¡Grande!). Si no está él, o José María Marco, ni lo leo. Meto en el paquete, a Ángela Vállvey, y a Cesar Vidal cuando no me riñe.
Bien, Ussía es una persona consecuente y leal a sus ideas, que podremos criticar, pero que a estas alturas de la película, se agradece, por lo que nos enseña, fidelidad. Es monárquico, o Juan Carlista, antes Don Juanero, da igual.
Soy, mejor dicho, me siento, monárquico, por la sencilla razón que no creo en la república, por lo menos la española, todos sabemos el reguero de miseria y destrucción que siempre ha dejado ese régimen en nuestro país. Considero el Borbonato un mal menor. Me ha parecido de muy mal gusto el trato dado a Don Jaime de Marichalar. Ese episodio apologético del museo de cera, sacándolo en carretilla por la puerta de atrás, quedará grabado en las retinas de los españoles, para mal, por menos, se han caídos monarquías. Acabo. El Rey se ha dejado manosear el lomo por una pandilla de cabrones que sólo piensa en acabar con lo representa su regia -tenía que soltarlo, lo de regia, ejem..- figura.
Si el Rey cae, caemos todos. Y como se está poniendo la cosa, no me parece ni mal, ni bien, o sea.

Excelente escrito, amiga.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Guido, amigo; a mí nunca me gustaron los Romanov...

S. Cid dijo...

Bate: Había escrito largamente en respuesta a tu cometario, sobre todo un tratado filosófico acerca de la fidelidad, Bate, y cuando sólo restaba darle al botón de publicar..., plof, la pantalla se volvió negra porque el portátil se había quedado sin batería. Con lo maja que me había quedado la respuesta, joooo.

Bueno, no voy a intentar pergeñarla de nuevo de memoria. Tan sólo señalaré una de las ideas de las que hablaba, y es, Bate, que respecto a la fidelidad, fidelidad..., lo que se dice fidelidad..., Ussía no tiene nada que enseñarme. No cuando desde que tengo uso de razón se me educó en la idea de que fiel sólo tenía que serlo, al cien por cien y sin ambages de ningún tipo, a mi propia conciencia. Ussía parece que no, que prefiere ser fiel a un tipo antes que a su propia conciencia (la cual sin duda le ha dictado en numerosas ocasiones que el Rey se ha equivocado gravemente en perjuicio de los españoles). Allá él, a mí me importa un colín la conciencia de Ussía, pero que no quiera tratarme como a uno de mis "educandos" de la Logse (ahora LOE).

Saludos, amigo, eres la sal y la alegría de este blog, al que das vidilla promoviendo el debate :-)

S. Cid

PD: otro día, si tengo más ganas que las que me acompañan ahora, retomaré la otra parte de mi contestación que trataba sobre la república y cómo no hemos de resignarnos a admitir que las izquierdas se la apropien.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Quizás la conciencia la dicta la tradición, que en el caso de Ussía, viene de antiguo.
No entro a valorar la mente ni las ideas de nadie, valoro su causa. Ussía me parece un buen hombre. Parto de la base que me fío de la gente que me proporciona placer, y este hombre, lo hace, y a raudales. Supe que la monarquía -tan española como el mantón de Manila o la Lotería de Navidad- cayó en desgracia el día que la infanta Elena se casó con el gran Don Jaime de Marichalar -ex muñeco de cera-, duque , ex.
Ese día, me registraron por primera vez, en mi ciudad, la Muy leal, Mariana y Falsa ciudad de Sevilla (a la que quiero y amo con toda mi alma), el estuche dónde se alojaba mi violoncello. Fue un triste poema intentar explicar a los agentes del orden que no estaban tratando con un terrorista,ni siquiera con un anarquista. Simplemente era un músico que intentaba acudir al ensayo de la orquesta del conservatorio. Ese día, tocaba Brahms. Me pierdo. Ay Brahms…
Al Rey lo que es del Rey, y a Dios, lo que es de Dios. Estuve hace poco en el Monasterio del Escorial, ante el pudridero Real. Comencé a llorar como un chiquillo hambriento ante la historia de mis país hecha hueso.

Guido Finzi dijo...

Bate:
Claro, esos eran mucho peores aún cuando, después de muertes, algunos quisieran beatificarlos...

Puestos a elegir, me quedo con Brahms.

posodo dijo...

Bate: lo malo es que mientras en El Escorial la Historia de España está hecha hueso, fuera de ahí, está hecha polvo.

S.Cid: el problema con que se encuentra Ussía es la aplicación del "quien calla, otorga", y en un acto desesperado, ha decidido hablar. Pero, claro, hay formas de hacerlo.
Por otro lado, hay que recordar que en general, lo que había en España eran Juancarlistas, y no propiamente, monárquicos. Y cuando falla la persona, fallan los apoyos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Posodo : Llevas razón. Reconózcame que se lo he puesto a huevo.
Saludos.

Guido: Hoy hay mucha ligereza para subir a los altares.
Saludos

Guido Finzi dijo...

Bate:
Sí, y también para bajar a los infiernos...

Miguel Baquero dijo...

Estoy completamente de acuerdo con lo que se dice en la entrada. Yo me considero antimonárquico, por convecimiento lógico, de principio, y considero que la República puede ser tanto de izquierdas como de derechas; es simplemente una forma de Gobierno fundada en que nadie ha de ser superior a nadie por razón de nacimiento. En mi opinión, la República es una cuestión de sensatez, no de colores políticos. Otra cosa es que algunos tironeen de ella para apropiársela.

Pero aparte de esto, o para colmo de esto, me parece que el rey, en los últimos tiempos, no está cumpliendo precisamente ese papel neutral o moderador que se supone ha de tener. Yo no creo (no quiero al menos) ser de izquierdas o de derechas, cerrarme a un solo bando, porque en los dos he descubierto estupidez y demagogia a partes iguales. Pero precisamente por eso, porque me quiero considerar neutral, me hubiera gustado que ese rey que se supone me representa hubiera dicho algo cuando aquí se hablaba a boca llena y sin vergüenza alguna de crear un "cordon sanitario", que a más de uno que fanfarronea de demócrata se le tenía que caer la cara de vergüenza. No es de recibo que ahora pida consenso, que se nota a la legua que no es sino un deseo de aligerar de peso al presidente y repartir sus culpas entre todos.

De todos modos, pienso que lo que en último caso está haciendo el rey es una estupidez, porque si se decanta demasiado por unos colores y se pone en contra a los otros, se arriesga a que detrás de esos colores, que tarde o temprano, pero inevitablemente, en democracia se turnan, vaya él detrás. O si no él, el que le sigue, que creo que es lo que al final sucederá

S. Cid dijo...

Bate: Chico, yo no estoy muy segura de que sea la tradición quien deba dictarle a la conciencia lo que debe pensar. Eso sí..., la tradición es inapelable en cuanto a lo del pudridero: en el Escorial o en un cementerio cualquiera, de esa tradición no escapa nadie, ni los propios Borbones.

Posodo: Será, quizá, esa la razón. No sé. En cualquier caso, me sigue pareciendo una actitud despreciable.

Miguel: Eso es..., precisamente eso, lo que yo pienso. ¿Has leído mi mente? Suscribo cada una de tus palabras. Todas, todas, todas.

Saludos.

S. Cid

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