Hace unas semanas, y gracias a una entrada de Caraguevo en su blog: Vuelve Julio Verne (que ¡¡¡esta vez sí llegó a tiempo!!! y no como en alguna otra ocasión ha acaecido...), pude hacerme el domingo pasado con el título, Cinco semanas en globo, con el que El Mundo inició esta breve colección que incluirá algunas de las novelas de Julio Verne. Este domingo he acudido de nuevo a mi kiosko para comprar el segundo de los títulos (y de paso traerme a casa la película de la colección Agatha Christie que comienza este fin de semana también el periódico), que no tenía en mi biblioteca: Veinte mil leguas de viaje submarino.
Mi primer contacto con Julio Verne se inició con otra de sus novelas, pero (¡y mira que me gusta este autor!) no tuvo, la verdad, un buen principio. No puedo fijar el año, pero yo era bastante pitufilla entonces. Ocurrió que una tarde en que mi padre y yo estábamos solos en casa, debía de andar yo bastante aburrida y trasteaba a su lado mientras él se afanaba en ordenar los cientos de papeles que se amontonaban sobre la mesa del cuarto de estar. Harto ya, supongo, de aguantarme, me dijo:
-No toques los papeles. ¿Por qué no te pones a leer y me dejas un rato tranquilo?
Así que yo, que siempre he sido muy dócil y obediente, me fui al salón en busca de un libro. Al cabo de un buen rato de andar mirando los títulos, volví al cuarto de estar y le dije:
-No sé qué leer...
Así que mi padre, probablemente asustado de que volviera por mis fueros a toquetearle los papeles y darle conversación, se levantó, fue hasta el salón, echó un vistazo a las estanterías y... tomó un libro que me dio.
-Toma -me dijo-, éste te va a encantar.
Lo miré curiosa y leí para mis adentros:
-La isla misteriosa...
La verdad es que el título prometía.
Me sumergí en la lectura, en cuyas profundidades me encontró mi madre cuando volvió aquella tarde de la merienda que había ido a tomar con sus amigas.
-¿Qué lees? -me preguntó.
-Este libro que me ha dado papá -contesté.
-A ver... ¡Ajá! -dijo mientras leía el título-, Julio Verne.
-Sí -confirmé yo que, por aquella época, lo único que sabía de él es que era el autor del libro que me había dado mi padre.
Mi madre no dijo más y yo... continué la lectura.
Sin embargo, al cabo de unos días, me quejé amargamente durante la comida.
-¡Vaya un libro aburrido!
-¿Cuál? -preguntó mi padre.
-El que me diste -contesté.
-¿Cómo? -preguntó casi asustado-. ¿Aburrido? ¿La isla misteriosa, una novela aburrida?
-Sí -contesté sin ningún empacho-. No entiendo la mitad.
Y es que había demasiadas explicaciones químicas y físicas para mi pobre capacidad lectora de la época. Tres páginas de teoría química se hacían un bocado demasiado grande para mi comprensión y, después de bregar con ellas durante minutos inacabables y acabar, por fin, los párrafos de los que no había obtenido ni un solo dato comprensible, continuaba con una historia de la cual ya había perdido el hilo. Mi madre (para esto las madres son muy listas) al acabar de comer me llamó. Fui con ella hasta el salón en cuyas estanterías volvió a colocar La isla misteriosa y, a cambio, sacó otro libro de entre los estantes.
-Toma -me dijo-, si quieres leer a Julio Verne, éste te irá mejor.
Y me dio Dos años de vacaciones. ¡Me lo bebí! ¡Mi madre sí que sabía elegir novelas! Así que cuando lo acabé, me fui directa a ella y le dije:
-Quiero más. Dame otro como éste.
Y ella sacó de la estantería un título muy, muy llamativo: Escuela de Robinsones.
Y, así, fui entrando en el mundo de Julio Verne: Cinco semanas en globo, Los hijos del capitán Grant, La vuelta al mundo en ochenta días, Miguel Strogoff... hasta que, algunos años después, cogí, ya por mí misma, La isla misteriosa... y la deglutí sin poder parar de leer mientras me decía: En realidad..., ¡los padres también saben elegir novelas!
8 comentarios:
Suele pasar que en nuestra infancia hay libros que no podemos leer, porque no entramos en su historia. Es cierto que Julio Verne entretiene pero tiene libros como "De la tierra a la Luna" que explica todos los pormenores, detalle a detalle de dicho viaje y suele aburrir un poco, la verdad; a mí me aburrió soberanamente.
Él siempre reconoció que no era un buen escritor, quizá el fallo que tenía era contar detalles técnicos y que lo hiciera como dices en tres o cuatro páginas, quitando ritmo y haciendo que el lector perdiera el hilo de la novela. Cuando se dedicó a contar la historia, sin tantos tecnicismos nos dejó joyas inolvidables.
La edición parece muy buena, aunque si no me equivocó ya El Mundo sacó una igual hace tiempo, ¿no?
A mí la novela que más me gusta de Verne, y me he leñído algunas, es "La imnpresionante aventura de la misión Balzac".
Yo pienso que Julio Verne es uno de los autores ideales para enganchar a la lectura a cualquier niño/a, sus libros son geniales de verdad. Me ha gustado tu entrada...a mi creo que me enganchó a la lectura mi hermana, que todas las noches me leía un poco del libro que estaba leyendo y poco a poco me fué entrando el mono de seguir divirtiendome con las aventuras e historias que se contaban en los libros...pedí mi primer libro para leer...y ya no puedo parar... Un beso fuerte.
Muchas gracias por la referencia y la puyita. Veo que ni se olvida ni se perdona, ja,ja.
Julio Verne es un clásico de las lecturas juveniles de varias generaciones... anteriores.
Ahora se lleva a Harry Potter y sucedáneos, Crepúsculos y sucedáneos, etc.
No saben lo que se pierden.
Un abrazo
Carlos: A mí me aburrieron mortalmente tanto "De la Tierra a la Luna" como "Alrededor de la Luna". Sin embargo, me ocurrió una cosa curiosa con "Viaje al centro de la Tierra". Durante mucho tiempo tuve reticencias a leer esta novela porque las películas que había visto basadas en el libro me habían parecido aburridísimas. Sin embargo, cuando finalmente me decidí a leerla, me llevé una gran sorpresa, porque la novela me encantó.
Miguel: No puedo decirte si El Mundo ya sacó esta colección. Sí que la he visto anteriormente, pero no sé si anunciada por una editorial o por un periódico. Y, sí, la verdad es que los libros son muy bonitos. La colección consta de 10 libros, pero no los voy a comprar todos, sólo los títulos que no tengo. En cuanto a el título que mencionas, "La impresionante aventura de la misión Balzac",no lo he leído. De hecho, ni había oído hablar de él. Pero me lo anoto, gracias :-)
Kericolo: Yo también pienso como tú. Al menos, en mi caso funcionó. Fue uno de mis autores en la niñez y la adolescencia. Lo mejor es que, luego, cuando me hice mayor, no me decepcionó, cosa que sí ocurrió, por ejemplo, con Salgari.
Caraguevo: ¿Gracias? Las que usted tiene... ;-). Bueno, a pesar de la puyita, te perdono lo de Sir Tim por lo veloz que anduviste con Julio Verne. Vaya una cosa por la otra..., jejejeje. Y, estoy de acuerdo contigo: no, no saben lo que se pierden. ¡No tienen ni idea! Pena de juventud... ;-)
Saludos, amigos, gracias por vuestra visita y comentarios.
Miguel, yo tengo, en casa de mi hermana, claro, La misión Barsac. La diferencia en el título, ¿puede ser una deficiente traducción?
Aunque aún no la he leído, recuerdo que en la contraportada la calificaban como la novela más pesimista o algo así de Julio Verne. ¿Opinas lo mismo?
un saludo.
Hola, Scid, se ve que en lo de Verne también la intuición femenina y maternal funciona. Bonita y curiosa historia del acceso a las fuentes del gran río Julio.
Saludos blogueros
José Antonio: Para mí que las madres saben leer perfectamente en el interior de sus hijos. Debe de ser alguna conexión, en plan cordón umblical invisible o algo así, jajaja.
Celebro que te haya gustado la anécdota. Parece mentira, ocurrió hace muchos años y, sin embargo, la tengo tan fresca en la mente como si acabara de ocurrir.
Saludos.
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