viernes, 11 de octubre de 2013

La octava víctima, P. D. James

La octava víctima, P. D. James

Hace ahora casi doscientos años, a principios de diciembre de 1811, dos familias enteras que sumaban siete personas en total fueron asesinadas en un barrio popular de Londres. Entre las víctimas, golpeadas hasta morir con un mazo de hierro, se hallaba un niño de cuatro meses, lo que contribuyó a sembrar el espanto y la indignación entre la población londinense.

Los crímenes habían tenido lugar en Ratcliffe Highway, un barrio ribereño del Támesis poblado por marineros, comerciantes y gente de baja estofa, y el hombre a quien finalmente se le imputaron resultó ser un marinero llamado John Williams, que fue detenido y encarcelado de inmediato. Antes de celebrarse el juicio, sin embargo, Williams se quitó la vida, colgándose en su celda, y lo único que dejó tras él fue una duda terrible que subsiste hasta hoy: ¿era el asesino o un chivo expiatorio?

P. D. James recrea minuciosamente el curso de las investigaciones, llevadas a cabo en una época en que la justicia contaba con medios muy rudimentarios y valiéndose del talento y el ritmo de sus mejores novelas propone su propia hipótesis sobre la identidad del verdadero asesino.

Novela atípica de P. D. James que, en realidad, no es tal. No hay en ella nada de ficción desde el momento en que recolecta unos hechos tomados de la realidad, y seriamente investigados, y los reescribe, eso sí, en forma novelada. 

Extraordinaria esa recreación novelada de los asesinatos aunque encuentro menos afortunada la parte en la que se aportan los datos, testimonios y pruebas de la época. Se me ha hecho bastante pesada y, en ocasiones, repetitiva. No obstante, la prosa de P. D. James es tan absolutamente deliciosa (supongo que el traductor tiene mucho de lo que presumir en este aspecto) que se le perdona cualquier cosa. 

Lo mejor, esa parte novelada y los dos últimos capítulos, en los que P. D. James llega a sus propias conclusiones sobre los terribles asesinatos cometidos por una mano desconocida a principios del siglo XIX.

Como curiosidad personal, en La octava víctima, se hace referencia en diferentes momentos a De Quincey y las anotaciones que hizo respecto del caso en aquel momento. Curiosidad, digo, porque fue precisamente en un libro de De Quincey en el que trataba sobre estos asesinatos donde encontré inspiración para una historia, Quadrivium, que acabó por convertirse en mi primera (y hasta el momento única) novelita.

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