Igual-da II
Vuelvo justo una semana después al apartado de Varios y tengo que hacerlo con una continuación del comentario anterior merced a la mini-ministra, creo que la llaman, de igualdad (permítaseme expresarme en minúscula). Oigo esta mañana en la radio, mientras me aseo, que habló de nuevo la ministrita ayer para soltar otra de sus perlas, con la que pretendía, sin duda, amparar la atroz ley del aborto que piensa imponer y por la cual una niñita de dieciséis años podrá abortar sin ni siquiera el conocimiento de sus padres (toma, Jeroma, pastillas de goma: los menores no pueden comprar alcohol ni tabaco, pero pueden abortar sin más ni más). Con tal objetivo, se le ocurre a la mini-mistri argumentar que si, según la Ley de Autonomía del Paciente de 2002, las niñas de dieciséis años pueden “ponerse tetas” (así, tal cual); ¿por qué no van a poder abortar?
Ya tenemos un elemento más con el que ir conformando el pensamiento que adorna la cabecita de esta jovenzuela: si la semana pasada nos anunciaba que el feto es un ser vivo, por supuesto, por ejemplo un tulipán, pero no un ser humano hasta la semana no sé cuántos; hoy nos enteramos de que para la señorita Bibiana Aído (quede registrado su nombre en este blog para la posteridad, porque no creo que el tal llegue algún día a los libros de historia) el aborto no es, ni más ni menos, que una enfermedad.
¿Y a esto lo llaman Ministra de Igualdad? ¡Vaya paradoja! Una ministrita de igualdad para quien el embarazo es una enfermedad no hace sino convertirnos a las mujeres en permanentes posibles enfermas a las que, en cualquier momento, les puede caer encima la maldición de esa espeluznante patología que es un embarazo. Con lo que ello supone, oiga: visitas al médico, bajas… Vaya usted, en estas condiciones, a solicitar un empleo a la par que lo hace un varón…, a ver qué le dice el empresario. Eso sí…, mientras yo esté intentando encontrar empleo, mi hija de dieciséis años podrá estar abortando o “poniéndose tetas”, como los varones, supongo, que para eso somos iguales.
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