¡¡¡¡¡Aaaaaaaahhhhhhhh!!!!!
Acabo de llegar a casa después de dos días de estancia en casa de mi madre, que está de vacaciones. Sí, elegí justo estos días en que la casa materna está vacía para ir allá y dedicarme con ahinco a recolectar las pertenencias que aún quedan por allí. Dos días sin descanso (salvo para ir al médico, que ya me vale... ¡vaya un descanso!), haciendo montones: para llevar, para tirar, para dar... y el montón de interrogantes. Luego, viajes con el carrito de la compra hasta el garaje (¡gracias, carrito de la compra materno!, contigo he venido haciendo, desde hace tres años, la mudanza). Viaje va, viaje viene, viaje va, viaje viene... y así durante dos días. Luego, también hay que contar con el ejercicio de tetris realizado en el coche para que cupiera todo. Prueba por aquí, prueba por allá, ¿y si coloco esto así y eso otro asá...?
Vale, ya está todo colocado (¡pobre cochecito mío! ¡Gracias, coche, tú también has puesto tu parte en la mudanza durante este último trienio, solo que mucho más cargado que el carrito. Cada viaje tuyo ha supuesto unos... 4 ó 5 carritos de la compra!). Pero, decía: vale, ya está todo colocado en el coche... Ahora, vuelvo a la casa materna para recoger mi bolso, cerrar las ventanas y dar un último vistazo para que todo quede como mami quiere que esté. ¿Último vistazo? ¿Quién me mandaría a mí echar un último vistazo? De vuelta a mi antiguo cuarto, veo que... casi todo sigue igual. ¡¡¡No se nota mi trabajo!!! Pero, Dios mío, ¿por qué? ¡Si el coche va hasta los topes!
Empiezo a notar una cierta ansiedad en el pecho. Me cuesta respirar... Abro los armarios: sí, ahí sí se nota el trabajo. ¡Qué vacíos han quedado! Estoy por dejar abiertas las puertas de los armarios, así, todo el trabajo que le he contado por teléfono a mi madre que he estado haciendo estos dos días será evidente en cuanto entre en la habitación. Además, contemplando ese vacío, noto que mi ansiedad se va calmando. Vale, venga, cierro los ojos y me voy. Cuatro vueltas a la llave y salgo a la calle.
Ya en el coche, conduzco despacio. Voy muy cargada y, además, con la necesidad de relajarme. Los 35 minutos habituales (cuando no hay atasco) se han convertido hoy en casi 50. Sí, he venido pisando huevos, ¿y qué? Ya estoy en casa. Por supuesto, no pienso bajar el coche al garaje y subir todo eso que va ahí dentro por las escaleras hasta casa. Si hubiera suerte y encontrara un aparcamiento justo en la puerta... ¡Síííííííí, la Fortuna me sonríe! Ahí está ese aparcamiento tan majo esperándome.
Hala, comienza el trabajito de descarga (y esta vez sin carrito materno). Al menos la distancia es corta. Venga, de nuevo viaje va, viaje viene, viaje va, viaje viene y, así, después de un buen rato de sofocos, ya está el coche descargado, así que a bajarlo al garaje. Subo contentita las escaleras y satisfecha, sobre todo satisfecha por el trabajo bien hecho. Ya estoy en la puerta de casa, ya estoy metiendo la llave en la cerradura, ya la giro, ya empujo la puerta, ya se abre, ya... ¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhh!!!!!, como decía al principio. ¡Mi salón! ¿Dónde está mi salón? El ataque de ansiedad vuelve a mi sufriente pecho. Supongo, me digo, que el salón está ahí, por alguna parte, debajo de esas bolsas y detrás de aquellas cajas.
Y, ahora, ¿qué voy a hacer? Me voy de vacaciones el próximo miércoles, vuelvo el 29 de agosto, me incorporo al trabajo el día 1 de septiembre... y ¡¡¡el día 5 mami vendrá a pasar unos días conmigo!!!
Buenas noches, amigos, tengo que irme a la cama ¡ya! De aquí al próximo miércoles tendré que levantarme al alba si quiero que mi salón aparezca y continúe así, aparecido, a mi vuelta.
"Viva la República independiente de tu casa..." ¡Ja! ¡¡¡Maaaaamiiiiiii, yo quiero vivir contigo otra vez!!!
"Viva la República independiente de tu casa..." ¡Ja! ¡¡¡Maaaaamiiiiiii, yo quiero vivir contigo otra vez!!!
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Upps, eppsss, ufffff... Ésa soy yo, salvado obstáculos camino de la cama...
12 comentarios:
Una primera anotación, y perdona mi atrevimiento. Aquí hay un fallo, o se trata de una figura irónica que no termina de cuadrarme*: "Los 35 minutos habituales (cuando no hay atasco) se han convertido hoy en casi 50. Sí, he venido pisando huevos, ¿y qué? Ya estoy en casa."
*No sería nada nuevo por mi parte, y menos en verano, mi falta de reflejos.
¿Y qué tal una aplicación literaria al salón?
Hey Posodo, a ti te quería yo ver. ¿Qué te parece lo que he planteado por ahí arriba? ¿Esta señorita S.Cid (ahora que está fritita en la cama después del curre que se ha metío no se va a enterar) ha planteado bien el tema de la velocidad en el coche, ein?
Me has tenido, a lo largo de todo el relato, con la lengua fuera, acelerado al máximo, por la velocidad a que me llevabas mientras lo leía. Mi respiración se va haciendo ya más regular.
Saludos.
Mucha trepidante guasa a pesar de ir pisando huevos: magia, SCid. La tuya, única.
Saludos blogueros
Bate: No entiendo tu pero a mi frase... Vine pisando huevos, porque conduje despacio (mientras me recreaba escuchando al sustituto del buen amigo de Posodo, CV), por eso tardé 50 minutos, en lugar de 35. Luego, llegué a casa y... (sigue la historia). ¿Por qué la has encontrado mal?
Posodo: Lo que nunca mostraste fue el resultado (mediante un amplio reportaje fotográfico) de la ardua labor de ebanistería con la que nos deleitaste en tus Platos mientras duró.
Yo, mejor no te muestro cómo está el salón (aún hoy, a pesar del duro trabajo). ¡Qué horror! Y todo ello a la par que continúo con mi trabajo de brico-hogar y añadiendo nuevas estanterías en el trastero (aunque éstas me las está colocando un amiga a quien le debo una cena opípara, por lo menos). Tampoco te enseño el trastero (en el que hemos tenido que remover todo para poder colocar las estanterías). Horror, horror, ya te digo... Pero algún día todo volverá a su ser. Claro que, para entonces, podré exclamar: ¡si buenas ínsulas me gano, buenos azotes me cuesta!
Tío Chinto: Jajaja, pobre. Siento haberte agotado tanto. Pero no quieras imaginar cómo estoy yo, en quien las letras se hacen realidad. Hoy he debido perder desparramado por la casa un par de pulmones. Ah, no, que sólo tenemos dos. Bueno pues uno por lo menos ;-)
José Antonio: Jejejeje, sí, a pesar del trabajo, a todo hay que sacarle punta. De otra forma, qué vida más pesarosa y aburrida, ¿no?
Saludos, amigos.
Por cierto, una pregunta: ¿alguien sabe si los botes de pintura en spray pueden echarse al contenedor amarillo o hay que llevarlos al punto limpio? En el bote viene la flechita de reciclaje, pero mi amiga dice que hay que llevarlos al punto limpio.
Por favor, por favor, que se puedan echar en el contenedor amarillo y me ahorro un trabajito, que ya voy con el respirador puesto.
Pero tu casa ¿qué es?..república,monarquía parlamentaria o dictadura autoritaria ... esto es importante tenerlo en cuenta a la hora de arreglar el salón.
Saludos
Carlos: Mi casa es una scidcracia autoritaria en la que mando yo. Claro que también hay que decir que sólo tiene un súbdito que obedezca: yo, lo que hace de ella un ambiente amable: yo mando y yo obedezco. La cosa está muy bien repartida, como ves... ;-)
Saludos.
Del resultado, tal vez no, pero poner, poner, sí que puse fotos.
Posodo: Las recuerdo, sí, y también recuerdo lo que pensé al respecto: "O sea, su trabajo de carpintería, a Posodo le ha quedado un churro". Ven por aquí mañana y aprende de lo que es un trabajo bien hecho. ¡Ja! ;-)
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