Rompecabezas
Rompecabezas... ¿No es una palabra singular? ¿A que sí? A mí siempre me ha parecido que la palabra abarcaba algo más que un simple pasatiempo, que..., ¿cómo decirlo?, contenía un noséqué fascinante y seductor. De hecho, y en cuanto al pasatiempo en sí, aunque ahora se estila mucho llamarlos puzzles, a mí me sigue gustando más el nombre que nosotros le damos a este juego tan entretenido, aunque confieso que de vez en cuando se me va la pinza y también yo los nombro así. Si bien, a la RAE no parece importarle.
Me gustan mucho los rompecabezas desde que era niña y tenía que encerrarme en casa cuando llovía. Recuerdo que había un puzzle sobre la Torre de Babel extremadamente difícil que a una amiga mía y a mí nos atraía sobremanera. Lo hicimos tantas veces, que terminó por ser pan comido; pero a pesar de que, tras tanta repetición, ya no entrañaba dificultad, seguía gustándonos mucho ese motivo. Hoy, cuando la niñez ya queda atrás..., muy, muy atrás, continúa atrayéndome la composición de rompecabezas, sobre todo las tardes de los viernes otoñales o invernales, cuando una vuelve del trabajo y ve ante sí todo un fin de semana para disfrutar. Me olvido del mundo, coloco el tapete especial para rompecabezas sobre la mesa de comedor, me sirvo una Coca-Cola (o un poleo si hace fresco) y paso una tarde deliciosa. En casa tengo colgados varios rompecabezas, y aún quedan algunos a los que no me he enfrentado..., ¡pero que dan miedo! En especial hay uno sobre las constelaciones que se presenta negro, negro..., pero que muy negro.
Sin embargo, y a pesar de mi afición por ellos, no sabía nada sobre su origen, de modo que un día me dediqué a navegar por la Red en busca de información al respecto. Y esto fue lo que encontré:
Parece ser que el primer puzzle lo construyó un tal John Spilsbury, grabador y fabricante de mapas, que en 1767 ideó este juego con un fin didáctico, a fin de que los estudiantes aprendieran Geografía, pues lo que hizo fue pegar un mapa del mundo sobre una tablilla de madera que después serró en piezas, de manera que cada una de ellas coincidiera con uno de los países representados en el mapa. De esta curiosa manera de fabricación procede, precisamente, el nombre que originalmente se dio a este juego en inglés, jigsaw, cuyo significado es "sierra de vaivén", que era la herramienta que se utilizaba para recortar las piezas del puzzle. Poco a poco, de los mapas, se fue pasando a otros temas, ampliándose la serie de motivos elegidos para formar nuevos rompecabezas, como plantillas matemáticas o alegorías bíblicas, pero todos ellos, en cualquier caso, con intenciones didácticas.
Sin embargo, hubo de transcurrir más de un siglo antes de que el primer rompecabezas para niños se comercializara. Su progenitor fue Milton Bradley, que recortó la litografía de un tren convirtiéndola en rompecabezas y la puso a la venta con el nombre de The Smashed Up Locomotive. El rompecabezas mostraba la imagen de una locomotora y señalaba las partes de las que estaba compuesta. El proceso de elaboración, no obstante, continuó siendo el mismo: se adhería la imagen sobre una tabla de madera y se cortaban las piezas con una sierra. Los primeros puzzles fabricados en cartón, tal y como los conocemos hoy, comenzaron a ver la luz a principios del siglo XIX, sin embargo, los de madera continuaron reinando en el mundo del rompecabezas durante mucho tiempo por considerárselos de mejor calidad.
De hecho, hasta que las nuevas técnicas de fabricación abarataron los puzzles, este entretenimiento estuvo reservado para las clases pudientes, pues los rompecabezas eran demasiado caros para el común de los mortales. Fue en los años 20 y 30 del siglo pasado cuando, a cuenta de la Gran Depresión, la gente no tenía otro entretenimiento que quedarse en casa y ver pasar el tiempo entre sus preocupaciones. Creció así el gusto por la composición de estos rompecabezas que, para entonces, y gracias a su fabricación ya en cartón, se habían convertido en productos asequibles que incluso se regalaban al comprar otros productos. De manera que el rompecabezas se convirtió en un pasatiempo barato que procuraba muchas horas de diversión.
Después, llegaron los puzzles con formas extrañas: redondos, ovalados..., y cada vez más grandes y más complicados. Aparecieron también los rompecabezas imantados y, luego, los construidos en tres dimensiones. Hoy en día, con un ordenador, cualquiera puede diseñar su propio rompecabezas. En el futuro... ¿quién sabe lo que vendrá?
Es pues, amigos, un entretenido pasatiempo que proporciona muchas horas de diversión y sesudas conversaciones, si lo montas con alguien, que recomiendo sin ambages. Como recomiendo una coqueta tienda madrileña, Don Juego, que es el lugar donde principalmente acudo para abastecer de rompecabezas mis tardes otoñales.
Rompecabezas de John Spilsbury |
The Smashed Up Locomotive |
De hecho, hasta que las nuevas técnicas de fabricación abarataron los puzzles, este entretenimiento estuvo reservado para las clases pudientes, pues los rompecabezas eran demasiado caros para el común de los mortales. Fue en los años 20 y 30 del siglo pasado cuando, a cuenta de la Gran Depresión, la gente no tenía otro entretenimiento que quedarse en casa y ver pasar el tiempo entre sus preocupaciones. Creció así el gusto por la composición de estos rompecabezas que, para entonces, y gracias a su fabricación ya en cartón, se habían convertido en productos asequibles que incluso se regalaban al comprar otros productos. De manera que el rompecabezas se convirtió en un pasatiempo barato que procuraba muchas horas de diversión.
Después, llegaron los puzzles con formas extrañas: redondos, ovalados..., y cada vez más grandes y más complicados. Aparecieron también los rompecabezas imantados y, luego, los construidos en tres dimensiones. Hoy en día, con un ordenador, cualquiera puede diseñar su propio rompecabezas. En el futuro... ¿quién sabe lo que vendrá?
Es pues, amigos, un entretenido pasatiempo que proporciona muchas horas de diversión y sesudas conversaciones, si lo montas con alguien, que recomiendo sin ambages. Como recomiendo una coqueta tienda madrileña, Don Juego, que es el lugar donde principalmente acudo para abastecer de rompecabezas mis tardes otoñales.
7 comentarios:
Es famosa la escena de Ciudadano Kane en la que su esposa se dedica a hacer un rompecabezas de tropocientasmil piezas.
Bueno, y un chiste sobre rompecabezas también es, supongo, muy conocido.
Prefiero los crucigramas. Yo siempre digo rompecabezas, porque no me gusta la palabra puzzle.
Un saludo
PD: pensé que era un invento más reciente.
Una anotación muy interesante y curiosa.
Sobre el conocido chiste de rompecabezas que comenta posodo sólo puedo decir que hay gente que dice que no es un chiste. Y lo dejo aquí antes de que me rompan la cabeza.
Nunca fui capaz de terminar ninguno que fuera ligeramente difícil, mi paciente y metódica amiga ¿cómo puedes atreverte con un rompecabezas de estrellas celestes ? ¿como puede haber puzzles con tal tema ? consulta tu arbol genealógico seguramente acabes encontrando al santo Job entre tus ancestros.
Abrazos y buen fin de semana
Posodo: Sí, muy famosos ambos, sí..., ¿no? Vamos, digo yo... ;-)
Guido: A mí me gustan mucho también los crucigramas: los de siempre, los autodefinidos, los blancos... Alguna vez he intentado el sudoku (siempre sencillo), pero me va más el crucigrama.
Caraguevo: Gracias, pero también es una anotación muy mal escrita. Acabo de releerla y vaya si podría mejorarse la redacción. En cualquier caso, parece que al menos sí es inteligible :-)
En cuanto al conocido chiste que menciona Posodo y que tú remencionas: sí, hay quien dice que no es un chiste..., ¿no?
Carlos: Mi querido y confiado (en mi método y paciencia) amigo..., todavía no he tenido arrestos suficientes para intentar el de las constelaciones, pero sé que algún día me liaré la manta a la cabeza y me pondré con él. Otro reto que me aguarda es un rompecabezas de latas de refresco que mide... 1,20 metros de largo. Pretendo hacerlo para colgarlo en la cocina, pero antes aguardan su momento otros proyectos :-)
Saludos, amigos, y buen resto de fin de semana.
Vos sabés que a mí nunca me llamaron la atención, y por genética o imitación, tampoco a mis niñas... ahí están en sus cajas, todos los rompecabezas que les han regalado a lo largo de los años, llenándose de polvo, pobrecitos.
Me encantó la historia, siempre es interesante conocer el origen de esas cosas que uno da por sentadas, ¿no?
Un saludo :)
Ana: En realidad, no sé si "divertir" es la palabra adecuada para cuando me pongo a hacer rompecabezas. Mal no lo paso, desde luego, pero no sé si es divertido, divertido, divertido. Lo que sí hacen los puzzles es relajarme y, cuando los acabo, me produce una grata satisfacción contemplarlos.
Saludos.
Publicar un comentario