martes, 19 de noviembre de 2013

Curiosidades caligráficas II

Curiosidades caligráficas II
Los componentes esenciales de la escritura en Occidente son las veintiséis letras del alfabeto latino, que fue desarrollado por los fenicios sobre el año 1000 a.C a partir de un alfabeto semítico anterior, y más tarde pulido por los romanos.

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Los científicos han aislado nueve fases de procesamiento distintas en el acto de escribir, desde la idea inicial de hacerlo, la llamada activación de intenciones, pasando por la selección de las letras individuales, su tamaño, inclinación y posición, hasta la explosión de actividad neurofisiológica que requiere la coordinación de los músculos de los brazos, antebrazos y manos.

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La intención de escribir se origina en el  córtex superior, donde se localizan otras actividades mentales como el pensamiento, la resolución de problemas o la toma de decisiones. La siguiente fase se llama recuperación semántica, y se parece a la forma en que un código binario extrae información de un disco duro. "Es como un localizador de memoria, un lugar en una parte del cerebro que dice que la q está formada por ciertos trazos particulares. El cerebro, entonces, los ordena en un proceso secuencial, como si estuviese haciendo un lista".

En cuanto comienza el complejo proceso de coordinación de los más de cincuenta músculos, el control pasa de la corteza cerebral al tronco del encéfalo, allí donde ocurren las reacciones que dan lugar a nuestros impulsos y reflejos básicos. Al comenzar a formar los trazos individuales de la letra, nuestra mano se mueve de arriba abajo mientras nuestros músculos se contraen y relajan sinérgicamente. Los científicos describen estas acciones como agonismo y antogonismo muscular.

Todos estos procesos se suceden por debajo del nivel de consciencia, a una velocidad que hace parecer lento al más rápido de los superordenadores. Como una bala que sale de una pistola, las letras y las palabras fluyen desde nuestras manos hasta la página en una perfecta línea continua. Sólo tardamos 150 milisegundos en realizar un trazo, y como media producimos entre cuatro y siete trazos -o, dicho de otro modo, dos letras- por segundo. Al hacerlo, el bolígrafo se mueve sobre el papel a una velocidad de doscientos milímetros por segundo. Cuando nos damos cuenta de que hemos cometido un error, por lo general nos encontramos tres o cuatro letras más allá en la página.

No es que el bolígrafo o el lápiz se muevan siempre a la misma velocidad, claro. Aceleran o desaceleran según la complejidad de los trazos que requiere cada letra. [...]

"La velocidad del bolígrafo al moverse varía mucho durante el curso de una palabra -explica Ar Tomasen, un catedrático holandés considerado un experto mundial en caligrafía-. La velocidad punta es la velocidad máxima a la que se mueve el bolígrafo. Suele alcanzarse a mitad del trazo, y es muy propia de cada uno de nosotros. De ahí que los sistemas de seguridad suelan concentrarse en ella".

Los ritmos internos de la escritura pueden considerarse algo así como el esqueleto de nuestra letra. "Cada uno de nosotros crea trazos a una velocidad particular, con intervalos de tiempo regulares entre ellos -dice Ted Wright-. Es lo que se conoce como isocronismo. Y son precisamente las desviaciones de estas pautas regulares las que hacen que pueda identificarse fácilmente la letra de cada persona: pese a variar de un individuo a otro, se repiten con gran estabilidad en un mismo sujeto".

4 comentarios:

María Gaetana dijo...

Curioso. Es uno de esos procesos cotidianos en los que no nos paramos... ¡Pues mira tú todo lo que hay detrás de (y previo a) escribir una palabra...!

Un saludo.

posodo dijo...

Curioso, pero la pregunta tonta es...
¿por qué estas dos anotaciones no están manuscritas?

Pantera Rosa dijo...

Posodo: Para mantener el misterio de la persona que la escribe, no sea que podamos descubrir lo que pasa por sus neuronas :p

S. Cid: Muy interesante.

Ahora sabéis porque ya no escribo a mano, jajajaja...

:)

S. Cid dijo...

Amigos: A mí me llamó mucho la atención. Me pareció tan curioso... La de secretos que oculta nuestro cuerpo: 50 músculos, tendones y huesos para escribir y todo ello sin darnos la más mínima cuenta del complejo y rápido mecanismo que se pone en funcionamiento.

Hoy leí cosas absolutamente alucinantes sobre el cerebro humano. Somos unas máquinas increíbles.

Belén 2013

Belén 2011