En nuestra primera mañana de garbeo franchute fuimos a dar con este pueblo, que no íbamos buscando, pero que encontramos de sopetón en nuestro devenir carreteril y en el que no pudimos sino detenernos y echar un ojo. Como anuncia el cartel, está lleno de santuarios. Para que el lector se haga una idea, incluyo foto sobre lo que no es sino una simple estación del Vía Crucis. Pues como esa, trece más. Eso, naturalmente, sin contar las iglesias, iglesitas y santuarios diversos que lo rodeaban, además de lo que nos pareció una especie de seminario, aunque no llegamos a averiguar si lo era o no. El pueblo, como todos los franceses que llevo vistos por esta zona, es bonito y ofrecía, además de los santuarios, otros lugares sugerentes donde recrear la vista. Véase la artística foto del puente que llega casi a formar un círculo con su reflejo (nota: la admiro tanto porque no es mía, que si lo fuera… más parecería un cuadro abstracto que otra cosa):
En nuestro segundo día, además de recorrer las estrechísimas carreteras francesas y tenérnoslas tiesas con un camionero cRetinazo (obsérvese la pronunciación francesa con que lo he escrito) que nos persiguió durante kilómetros a metro y medio de nuestro parachoques trasero, pitando como un poseso y gritando en francés lo que sin duda serían recuerdos para nuestras santas madres, porque circulábamos a la velocidad que indicaban las señales de tráfico y que, sin duda, a él debía de parecerle muy lento. Yo creo que también nuestra matrícula tuvo que ver (¡Ay que jorobarse..., con la de verduras que nos han tirado en sus fronteras!). En fin…, al menos durante unos minutos, hasta que pudimos echarnos a la derecha y dejarle pasar, me sentí estrella de Hollywood, emulando a El diablo sobre ruedas. Pero decía que en nuestro segundo día visitamos las Grutas de Bétharran. Una auténtica pasada: hora y media recorriendo la montaña por dentro, a cien metros de profundidad, de manera que comienzas el recorrido en el Pirineo Atlántico y lo terminas en los Hautes Pyrénées. Desgraciadamente, no puedo incluir ninguna foto de la visita porque estaba prohibido hacerlas, pero sí, al menos, una que tomé desde el coche mientras íbamos hacia allí y estábamos a punto de llegar.
El día tres no recuerdo qué es lo que Dios creó, pero en nuestro tercer día de viaje lo que nosotros hicimos fue visitar el Tourmalet. Precisamente en el hotel se aloja un matrimonio de Murcia que lo había visitado el día anterior, así que nos informaron convenientemente. Lo que a mí me importaba, sobre todo, era el estado de la carretera:
-¿Es ancha?
-Sí.
-¿Pero ancha, ancha…?
Y es que, amigos, no puedo con las alturas. Espero alcanzarlas (me refiero a las celestiales) cuando vaya al otro mundo, pero aquí…, ay, aquí prefiero terreno llano. De modo que acepté ir al Tourmalet siempre y cuando subiéramos de manera que lo hiciéramos por la parte de dentro, y al bajar… también quedáramos al resguardo de la parte interior. Así lo hicimos aunque, naturalmente, la carretera da tantas vueltas y revueltas que en ocasiones quedas del lado del precipicio. Para ser justa, he de decir que no lo he pasado tan mal como en otras ocasiones subiendo otras montañas, pero ha habido algunos momentitos… en que he pensado que mi corazón empezaba a fibrilar. Más aún cuando lo que nos esperaba arriba era esto (véase foto a la derecha). ¿A que asusta? Bueno, pues ni eso arredró nuestro valiente corazón español, descendiente de conquistadores, descubridores, navegantes aguerridos..., vale, vaaaaleeee, ya paro, que veo que se me va la olla. Pero ya hubiera querido Noé haber tenido un diluvio como el que sufrimos nosotros, justo, justo cuando hacíamos cumbre:
De modo que, al final, tanto sufrimiento para nada porque ni siquiera hemos podido bajar y pasearnos un rato por allí. En fin…, tendré que volver en otra ocasión y, para más seguridad, hacerlo en bicicleta…, jajaja. Que esa es otra…, cuando no son vacas caminando por mitad de la calzada, son… (diría "locos de la pradera", pero es que justo ahí arriba, pradera, pradera…, lo que se dice pradera…, más bien poca), bueno, digamos que no os podéis imaginar la de pirados que hay subiendo el monstruo ese en bicicleta. Con lo que eso complica la conducción, ¡caray!, que aquí somos prudentes y siempre dejamos metro y medio de separación con el conductor de velocípedo. Y eso…, cuando tienes al lado un despeñadero que asusta, tiene su mérito, no creáis.
De modo que, al final, tanto sufrimiento para nada porque ni siquiera hemos podido bajar y pasearnos un rato por allí. En fin…, tendré que volver en otra ocasión y, para más seguridad, hacerlo en bicicleta…, jajaja. Que esa es otra…, cuando no son vacas caminando por mitad de la calzada, son… (diría "locos de la pradera", pero es que justo ahí arriba, pradera, pradera…, lo que se dice pradera…, más bien poca), bueno, digamos que no os podéis imaginar la de pirados que hay subiendo el monstruo ese en bicicleta. Con lo que eso complica la conducción, ¡caray!, que aquí somos prudentes y siempre dejamos metro y medio de separación con el conductor de velocípedo. Y eso…, cuando tienes al lado un despeñadero que asusta, tiene su mérito, no creáis.
Eso sí, a pesar de no habernos atrevido a poner el pie en los charcos que anegaban la cumbre del Tourmalet, algunas fotos durante la subida y otras en la bajada (con seguramente todas las nubes del planeta descargando sobre nuestro pobre coche) sí hemos podido hacer. He aquí (quiero decir, voilà) algunos ejemplos:
Así que, amigos, todo esto es muy verde, frondoso, idílico y bla, bla, bla, pero… , como decía al principio de la narración de éstas, mis aventuras y desventuras francesas, ¡¡¡qué bonita es la plana, planísima llanura castellana!!!
Hasta el próximo McDonald's ;-)
Hasta el próximo McDonald's ;-)
9 comentarios:
He aquí lo que gritaba el camionero:
"Les Espagnols maudits, espagnols maudits!, courir plus, par le Dieu, qui ne me donne pas de temps d'arriver à une maison pour dîner de la nourriture qui m'existe prepardo ma belle épouse".
Y Aquí, encontramos a un pobre ciudano que pasaba por ahí, escapando del diabólico camionero franchute.
bate: Pero mira, ese pobre ciudadano escapó, y acabó galopando por las calles de Nueva York.
S.Cid: ¿en bici? ¿como Mariano? ¡Nooooo!
A mí me ocurrió lo mismo viniendo de Algeciras, sólo que con un autobús. Oye, preciosas las fotos. Y si vuelves a pasar por San Sebastián, aunque creo que ya te lo comenté, no olvides, Casco Viejo, los pinchos de Casa Alcalde. Saludos.
Bate: Pos sería eso..., si tú lo dices... ;-), pero nos dio un miedo...
Posodo: Anda..., es verdad... Pues voy a tener que cambiar de vehículo... Lo haré al modo y manera de mi especie: en plan bípedo. Eso sí que será seguro, seguro...
Paco: Pues se pasa mal, eh... Porque no es que tú quieras fastidiar al de atrás, pero tampoco quieres que te multen o llevarte a una pobre ancianita por delante. Pero mientras tanto..., sudas sangre, de la presión a la que te somenten esos suicidas sobre ruedas.
Saludos, amigos.
Acabo de pillar lo del Mcdonals (la señal wifi, claro), y eso que lo leí hace unas horas, pero no quería comentar nada de tu post hasta asimilarlo. Esto de irme cuatro días de vacaciones me sienta la mar de mal, así que no quiero imaginar cómo estarán otras (que llevan medio verano) cuando vuelvan :)
En fin Cid, que sigues dándome envidia y que conductores gilipollas (y gilipollas que no son conductores) los hay en todos los países. Desgraciadamente.
Sin ir más lejos, ayer mismito en un pueblito (precioso, eso sí) de Soria vi la siguiente estampa entre una madre y un hijo españoles (por la ausencia de acento diría que madrileños). El niño (de unos ocho años) está a punto de comerse un helado y no ve a mano ninguna papelera para echar el envoltorio, entonces le pregunta a la madre dónde tira el papel.
-Tíralo en el suelo.
-No, mama, en el suelo no.
-Que sí, tíralo anda, no vas a ir con el papel hasta que veamos una papelera.
Ahí está la muestra de que gilipollas hay hasta en Soria (aunque sean de Madrid).
En fin, sigue rulando Cid! y sigue contando!
Sue, los de Madrid, Madrid, sí tienen acento, no en las palabras propiamente, más bien en la entonación de la frase, pero sí lo tienen (sin ir más lejos, quien nos atendió en la taquilla del Teatro Galileo, que le bastó con decir sólo «Pues son treinta euros»)
S.Cid: hace años, buscando una nocche cerca de París dónde hospedarnos, de pronto alguien dijo "He visto un hotel, atrás, por ahí", dimos la vuelta, y claro,... nos encontramos con el Hôtel de Ville. Esta anécdota con una Mairie no pasa, pero tienen otros encantos, ¿no?
Por cierto, no has dicho nada de la cuisine française. ¿Dieta? ¿Ramadán extendido? ¿Miércoles de Ceniza deslocalizado y prolongado?
Sue: Jajajaja, todavía lo llevo bien, aunque ya huelo la vuelta al cole (ahí está El Corte Inglés para recordármelo todo el día), pero verás el próximo martes por la noche como lloro... ;-)
Yo creo que gran parte de los males de este mundo se deben a la mala educación que los padres (no todos, afortunadamente) de hoy en día dan a sus hijos. Si te diré yo lo que luchamos con ellos para que echen un papelito a la papelera... En mi clase, lo tengo claro, el que la ensucia por dejadez o aposta se queda una tarde a ayudar a las señoras de la limpieza.
Seguiré contando, Sue, aunque ya estoy de vuelta en Madrid. Se me cruzaron los cables el lunes y me dije: ay, con la de cosas que tengo que hacer en casa... Así que volví ayer y hoy lo he entretenido en limpiar la nevera. ¡Qué Mari soy a veces! Jajajaja
Posodo: Yo creo que lo que Sue quiere decir es que si no notó ningún acento es porque debían de ser madrileños. A un andaluz o a un galleo se lo notamos en cuanto abre la boca, jajaja. ¿A qué suena el español de Madrid, Posodo?
En cuanto a la cuisine française... he vuelto empachada. Te diré que al volver sólo quería tomar ensaladas, fruta y mucha agua fría, para desintoxicar, que traía el cuerpo moribundo, de tanta mantequilla y mayonesa. Para que veas cómo he vuelto, que a pesar del calor, mañana me voy a guisar unas lentejitas...
¡Qué rica la mantequilla soriana! (hablando de mantequillas)
Pues Cid, mira que lo siento, lo de la vuelta al cole digo, pero bueno, aún te queda algún día para relajarte, así que disfruta limpiando la nevera :)
Yo, en eso, tengo suerte porque mi nueva nevera es tan chiquita que se limpia en un suspiro... aunque, ahora que lo pienso...no sé si me va a entrar la carne que mi madre a veces me trae del pueblo...
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