El nombre del blog: Finis Terrae y La Última Thule
La Última Thule vuelca en mi memoria reminiscencias infantiles: mañanas de verano, refugiada del sol junto al resto de la prole bajo la parra del patio, leyendo con lentitud los tebeos de El Capitán Trueno que me dejaban mis hermanos mayores. La bella Sigrid me llevaba hacia esa Thule desconocida y hechicera que seducía mi mente de niña. Por las noches, soñaba con los dibujos observados con lupa y las historias leídas lentamente, casi silabeadas a esa edad, por la mañana; y, a pesar del calor, me rebujaba con la sábana e imaginaba que me cubría una cálida piel de oso, cuyos bordes se chamuscaban en la hoguera que ardía a mis pies, junto a los muros de un castillo vikingo…
Finis Terrae también me traslada a un mundo misterioso, al borde del cual se abre la sima ignota que marca la frontera final…, el límite postrero…, el lugar donde todo se acaba y tras el cual sólo queda el vacío devorador de los hombres audaces que pretendan traspasarlo. Imagino un faro edificado al borde mismo del abismo. Es abatido por la lluvia mientras la luz que desprende intenta traspasar las tinieblas del Hades que se abre a sus pies. Allí estoy yo, entre esos húmedos muros, oyendo el ulular del viento, con un libro sobre las rodillas, al amor de la lumbre que arde en la chimenea.
Ambos son lugares recónditos, de acceso imposible, donde las visitas no son esperadas. El refugio perfecto para un espíritu inquieto e idealista, novelero, fantasioso, utópico, ingenuo y escéptico que se distrae consigo mismo. El abrigo perfecto, pues, para una mente pusilánime que en aquellas soledades se siente libre y única. ¿No son, por tanto, ambos términos buenas opciones para nombrar este blog, mi castillo vikingo, mi faro ignoto?
La Última Thule vuelca en mi memoria reminiscencias infantiles: mañanas de verano, refugiada del sol junto al resto de la prole bajo la parra del patio, leyendo con lentitud los tebeos de El Capitán Trueno que me dejaban mis hermanos mayores. La bella Sigrid me llevaba hacia esa Thule desconocida y hechicera que seducía mi mente de niña. Por las noches, soñaba con los dibujos observados con lupa y las historias leídas lentamente, casi silabeadas a esa edad, por la mañana; y, a pesar del calor, me rebujaba con la sábana e imaginaba que me cubría una cálida piel de oso, cuyos bordes se chamuscaban en la hoguera que ardía a mis pies, junto a los muros de un castillo vikingo…
Finis Terrae también me traslada a un mundo misterioso, al borde del cual se abre la sima ignota que marca la frontera final…, el límite postrero…, el lugar donde todo se acaba y tras el cual sólo queda el vacío devorador de los hombres audaces que pretendan traspasarlo. Imagino un faro edificado al borde mismo del abismo. Es abatido por la lluvia mientras la luz que desprende intenta traspasar las tinieblas del Hades que se abre a sus pies. Allí estoy yo, entre esos húmedos muros, oyendo el ulular del viento, con un libro sobre las rodillas, al amor de la lumbre que arde en la chimenea.
Ambos son lugares recónditos, de acceso imposible, donde las visitas no son esperadas. El refugio perfecto para un espíritu inquieto e idealista, novelero, fantasioso, utópico, ingenuo y escéptico que se distrae consigo mismo. El abrigo perfecto, pues, para una mente pusilánime que en aquellas soledades se siente libre y única. ¿No son, por tanto, ambos términos buenas opciones para nombrar este blog, mi castillo vikingo, mi faro ignoto?
3 comentarios:
Cualquiera de los nombres que elijas va a estar bien porque, las opciones que planteas tienen buena pinta.
Un saludo.
Según los describes en esta entrada creo adivinar que será "Finis Terrae" el que finalmente de título a tu blog, a pesar de que insista con "La última Thule" tanto por desconocido como por mágico.
Carlos: en realidad, excepto Mare Nostrum, los demás me llaman por alguna razón y ninguno de ellos me desagrada.
Anónimo: pues ahí me debato, de verdad... Dudo, dudo... soy Dudo (¿Dudo era de los Fragels?). Para ser sincera, quise hacer la prueba y busqué un servidor donde admitieran Word Press (quería trabajar un poco con este programa) y llamé "Finis Terrae" al nuevo blog. Aunque a la tercera o cuarta vez de que me saltó el Norton cada vez que me pasaba por allí anunciándome todo tipo de virus, bacterias y amenazas bioinformáticas para mi ordenador, desistí y quedó abandonado.
En fin..., queridos opinadores, no sé qué hacer, la verdad, porque Beatus Ille también tiene su aquél... Lo mismo al final lo dejo con el nombre ridículo que tiene y "sanseacabó".
En cualquier caso, gracias por leeros mis parrafadas y darme vuestra opinión. :-)
Saludos.
S. Cid
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