martes, 11 de enero de 2011

Tomando fuerzas

Tomando fuerzas

Ya he dicho por aquí, en alguna otra ocasión, que soy muy germana en lo referente a un aspecto  concreto de mi vida: mi cabeza es cuadrada. No en el sentido de terquedad: soy obstinada, sí, pero sólo hasta cierto punto y con determinados asuntos. De hecho, cualquiera con habilidad suficiente para manipular las emociones me gana para su causa sin mucho trabajo. Tampoco lo soy en el sentido físico (aunque quizá el cráneo un poco abultado sí que me adorna -¡maldito él que no se autollenó con un cerebro igualmente dilatado!-). No, mi cabeza es cuadrada en el sentido de método, orden y concierto.

Et alors..., qué le voy a hacer, soy así: metódica, ordenada y precisa -cual reloj suizo-, lo cual tal vez me hace previsible, pero, al fin, otros encantos que me adornan logran velar tal transparencia de intenciones y me vuelven igualmente interesante. No obstante, y a pesar de que mi tenaz inclinación -en ocasiones desagradablemente despótica- hacia la organización y el procedimiento  (primero va el uno; luego, el dos; después..., obviamente, el tres..., etc., etc., etc.) se cumple a rajatabla en mi día a día (y sólo un cataclismo natural -porque a ninguna otra razón se lo permito*- me descompone el sistema), tengo cintura suficiente para, cuando la ocasión lo requiere, dar una voltereta, evitar al meteorito y reorganizar el asunto tan rápida y eficientemente como si por mis venas corriera la más pura sangre alemana... 

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Vale, lo confieso: aún hay dos motivos más por los que, sin ningún género de dudas, renuncio al orden y desisto del método: 
  • mi madre: si mami dice x, S. Cid abandona el planeta y vuela en busca de x (sí, lo admito sin ambages: adolezco de mamitis crónica) 
  • y el cansancio: si me siento desfallecer, me dejo caer en un sillón y ya puede desplomarse el mundo que no me levantaré para sostenerlo.
Y por este segundo motivo, amigos, es precisamente por lo que hoy estáis leyendo este texto: el cansancio. Habitualmente, oigo dar las 7 en el reloj cuando ya me encuentro frente a la pantalla del ordenador dispuesta a recrearme con mis crímenes. Siempre es así: dong, dong, dong, dong, dong, dong, dong... y tic, tic, tic, tic, se oye el soniquete de las teclas con ritmo constante y airoso. Sin embargo, últimamente estoy muy, muy cansada. Hace unas semanas que el diálogo entre mis personajes se detuvo en este punto:
-Gracias, pero no quisiera abusar de su hospitalidad.
-Oh, querida, me encanta este tipo de abusos. Vamos, Charles, busca un taxi.
Y no he avanzado una sola línea desde entonces porque me invade una lasitud insuperable tanto para las escasas fuerzas con que cuento como para el suave oleaje con el que se mece la papilla mental que últimamente me sirve de cerebro.

Así que aquí estoy, escribiendo este texto insubstancial, a ver si con ello logro tonificar las neuronas y puedo ponerme a la tarea porque he observado, amigos, que suele el cerebro espabilarse después de llevar escritos unos párrafos...

Lástima que, ahora, con la mente convenientemente despierta, deba irme... a preparar la cena.

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*Este paréntesis es una desvergonzada muestra de presunción y altivez que no responden a la realidad, pero permítaseme la licencia poética, pues la rotunda afirmación encarcelada entre esos paréntesis  parece que me otorga un cierto halo de fortaleza y garra que me cae bien, ¿verdad...?

14 comentarios:

Sue dijo...

Pues que no puedo dormir, así que aquí estoy (no dicen que el deporte ayuda a dormir, pues a mi no), escuchando a un cuentacuentos profesional en la radio (Nelson Calderón). Ahora cuenta uno sobre Cupido, el Dios del amor, que quiso volverse hombre para poder enamorarse y la pició. Claro.

Bueno, al grano.

Cid germana, si tu madre y el cansancio son las razones por las que no has avanzado en tus crímenes, no te preocupes. Pronto estarás menos cansada y tu madre seguro que te deja un huequito para escribir.

Eso de que eres precisa cual reloj suizo me ha recordado al suizo que tuvimos en la oficina duante cuatro meses el año pasado. Un tío la mar de organizado y metódico que no se la pasaba dando vueltas por los departamentos evitando el trabajo y despellejando al personal (como hacen otros). Me gustó su forma de trabajar y me dio mucha envidia cuando volvió a Suiza, a la central del cadalso. Estuve a punto de pedirle que me llevara con él (para currar en Suiza, se entiende) pero al final solo le dije "recuerdos a todos los suizos". Me faltó decir "que me caéis muy bien" para rematar la estupidez.
El día que se fue llevó un montón de chocolate y bombones suizos para todos, incluso para los que habían dicho que era un "sieso".
Un tío majo el suizo.

Cid, ánimo.

caraguevo dijo...

¿crímenes?, ¿por eso tus preguntas sobre la Guía de la novela negra?. De acuerdo, me pongo a ello a ver si pudo decirte algo más este fin de semana. Te adelanto que tiene buena pinta.

José Antonio del Pozo dijo...

¿Crímenes? Es que eso es muy cansado S.Cid: arrastrar cuerpos, eliminar huellas, aprovechar la noche, trabar coartadas, despistar polizontes, uff, la caña, by the way, ¿os recuerda a vosotros también el aire de la Merkel a una especie de fusión entre la Cristhie y la Lansbury de Se ha escrito un crimen?
Animo, Scid, avanti tutti

S. Cid dijo...

Sue: Jajajaja, si es que el deporte no es tan saludable como dicen (venga lesiones y venga lesiones). Bueno, al menos tu insomnio te trae por aquí, lo cual me honra.

Y, no, mi pobre madre no es culpable. No suele pedir nada, la pobre mía, así que ella no es el problema. Lo es mi cansancio. Chica, es que no sé..., estoy matadísima últimamente, así que no hay ganas para escribir una palabra. A ver si cambia pronto el asunto, porque me apetece avanzar en mis crímenes, la verdad.

Caraguevo: Exacto, exacto, he ahí la explicación a mis preguntas... Ya me anoté el de "Todo lo que sé sobre novela negra" y ahora estoy esperando tu reseña sobre la "Guía de la novela negra" para ver qué cuentas.

José Antonio: Jajajaja, tú me comprendes, sí: es agotador ;-). Si es que la vida de criminal, aunque sólo sea en la ficción, es muy dura, ¡ay! En cuanto a la Merkel, a mí me recuerda más a Angela Lansbury.

Te tomo los ánimos, a ver si me despierto un poco ;-)

Saludos, amigos.

posodo dijo...

¿Has visto Cómo matar a la propia esposa con Jack Lemmon?
Lo mismo te da alguna idea para el proceso creador.
Y hasta aquí puedo leer.

Sue dijo...

Te entiendo Cid, yo también estoy cansada, tanto, tanto que me he pedido el día de mañana para descansar.

S. Cid dijo...

Posodo: sí, sí que he visto la película y me gusta muchísimo, además. Primero, porque me van mucho ese tipo de comedias románticas y, segundo, porque me encantan los comics.

Pero, señor emulador de Maira Gómez Kempt, no estoy por la labor de subirme a una grúa, ir saltando de azotea en azotea y jugarme el cuello para probar mis crímenes antes de cometerlos. Además..., no tengo mayordomo que me haga las fotos, jajajaja.

Sue: Pues yo llevo unos días... y me espera un fin de semana que telita. Ayer, hospital; hoy, tanatorio, y mañana, en cuanto salga del trabajo, me marcho a Cantabria porque el sábado por la mañana tengo un entierro allí. Así que imagina...

Saludos, amigos, buen finde y hasta la vuelta.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Espero te sea leve tanto doloroso trasiego.
Y todo llevadero.

Un abrazo.

Sue dijo...

Hasta la vuelta y que sea leve Cid.

Miguel Baquero dijo...

También tiene parte de culpa en ello el hecho de que, ultimamente, está muy difícil coger un taxi. No te preocupes demasiado

S. Cid dijo...

Miguel: Jajajajaja, y además que sí, porque no tengo muy claro cómo continuar la escena. Estoy por irme directa al crimen y, cuando lo comenta y lo resuelva, volver al taxi... a ver si para entonces ya me he aclarado ;-)

Saludos.

posodo dijo...

Bueno, en realida, me refería a la segunda parte de la película, aquélla en la que narra lo que le inspira su propia vida.
(Por ejemplo, el asesino es el taxista, que consigue escapar... por lo difícil que es coger un taxi [bueno, en Madrid, supongo; aquí en Valencia, cada vez se les ve más juntitos... esperando])

Ana Laura dijo...

Hace poco leí una receta de Roald Dhal contra el bloqueo de escritor... él dice que deja de escribir precisamente cuando está inspirado, en mitad de una frase, por ejemplo. Así, la próxima vez que se sienta frente al escrito, lo primero que debe hacer es terminar dicha frase, y cuando lo ha hecho, como que ya se enganchó a escribir.

No me parece tan ilógico, ¿no?

S. Cid dijo...

Ana Laura: No, qué va. Es una receta que surte efecto. Yo no lo he hecho nunca aposta (lo de dejar de escribir en mitad de una frase), sino porque es hora de irse a dormir, o a trabajar o a hacer cualquier otra cosa. Pero luego, cuando vuelvo, retomo el hilo rápidamente.

También me funciona, cuando estoy atascada, forzarme a escribir. Puede que pase media hora, o incluso una hora entera, remoloneando por el papel, pero al final las palabras empiezan a salir y, generalmente, suelen ser éstos los días más fructíferos.

Mi problema estos días es que estoy muy cansada y, cuando llega el momento de ponerme a escribir, opto por leer, que es mucho más fácil, jajaja.

En cualquier caso, me he puesto como fecha tope para seguir vagueando el próximo lunes. A partir de entonces, volveré a mis crímenes. A ver si asesino bien ;-) jejeje.

Belén 2013

Belén 2011