Diccionarios...
Maravilloso invento. Herramienta impagable. ¿Qué haríamos sin ellos, eh? ¡Nada! Nuestra existencia correría por las lóbregas sendas de la ignorancia. Si es que son tan majos... Compilan el idioma y resuelven nuestras dudas semánticas. Sería imposible pasar sin diccionarios. Un hurra por ellos: hip, hip... Venga, hombre, no sea tímido: ¡HURRA! Y ahora repitan conmigo: ¡Viva María Moliner!
...
Vamos, vamos, no se hagan los remolones... Repitan: ¡Viva!
Oh, los diccionarios..., cuánta oscuridad disipan, cuántos misterios desentrañan, cuánto saber albergan y regalan. ¿A que sí?
Porque..., veamos: suponga el lector que de repente se cruza, así, sin comerlo ni beberlo, con una lindeza del idioma cuyo significado desconoce, ¿qué hace el inteligente -en Finis Terrae todos lo son- lector? ¡Qué pregunta tan absurda! Acudir al diccionario, naturalmente. Pues anda que no preguntas chorradas, S. Cid.
Muy bien, muy bien. He ahí la respuesta: acudir al diccionario y resolver su duda. Por ejemplo, ¿se ha pregutado alguna vez qué demonios es un quirquincho? ¿Que no? ¿Y a qué está esperando? Pregúnteselo, buen hombre, lector curioso, pequeña criatureja ignorante. Vamos, pregúnteselo... ¿Ya? ¿Se lo ha preguntado ya? Bien, muy bien. Ahora busque la respuesta a su interrogante. Yo le facilito la tarea: pinche sobre el enlace y deje que el diccionario le empape con su erudicción y, por supuesto, con su claridad meridiana: quirquincho. ¿No se quejará, eh...? Transparente y nítido como el agua cristalina de los lagos alpinos.
¡Hala, ya puede seguir viviendo tranquilo!
10 comentarios:
¿Y qué son charangos? ¿Otra vez al diccionario?
¿Nos vas a hacer trabajar toda la mañana?
Ahora se me ha quedado a mí también la duda de qué es un charango.
Esto es un sinvivir. Creo que hemos entrado en una espiral destructiva... ;-)
Lo divertido es el juego de palabras que el DRAE se trae (y nos lleva):
En el charango nos remite al caparazón y al armadillo, cuando hemos llegado a aquél por el famoso quirquincho, que no es exactamente un aramdaillo, y del que, lo que se usa, no se denomina 'caparazón' sino 'carapacho', vocablo más específico.
Y sí, puede observarse que es transparente y nítido como el agua cristalina de los lagos... andinos.
Y sí, una anotación sobre una buena idea. [Pero viniendo de quien viene, es habitual ;-)]
Y digo yo, como aquel Braulio, cartero el pueblo cronicado, ¿qué es un aramdaillo? Y con esta ortografía...
Ja! Esta genial esta entrada! Mi madre solía leer los diccionarios! Ahora no porque ya no ve muybien ...
Carlos: Pues claro, al diccionario, vamos, al diccionario, vaguete... ;-)
Miguel: ¿Espiral destructiva? Jajajajaja. Un horror sin fin, jajajajaa.
Posodo: Es un sinvivir, esta línea infinita de palabras raras con la que nos distrae la RAE.
Ofilia: Consulto con mucha asiduidad el diccionario, pero es que hay veces, como ésta..., en que sus respuestas me dejan ojiplática.
Saludos, amigos, y buena mañana.
Por curiosidad (y posible semilla de un relato, ¿ein?), ¿qué lema era el que estabas consultando cuando te encontraste esta perla?
Posodo: ¿Lema? No..., no creo que estuviera consultando ningún lema aunque, para ser franca, ni lo recuerdo siquiera. Así me ha dejado esta semana: no soy capaz de recordar de dónde demonios salió el tal quirquincho. Debía de estar leyendo algo, aunque no recuerdo qué, y me topé con la palabreja, así que la busqué en la RAE. Sí recuerdo que estaba en el colegio y fue desde mi ordenador del aula. ¿Pero qué estaba leyendo? Ni idea, no me acuerdo.
A cambio, y para que no te sientas defraudado ;-), te contaré que este verano escuché una pequeña historia sobre un animalito escocés (del tipo y naturaleza de los gamusinos españoles) que me sugirió... una idea. Está en espera de que me ponga, continúe y acabe con "El escorpión rojo".
Pero, ufff, qué pereza, no quiero pensar en ello. Estoy...
¡Me hiciste acordar algo con tu entrada! Cuando eramos pequeñas con mis amigas, jugabamos a un juego que se llamaba 'diccionario', precisamente. La premisa era sencilla, pero la ejecución complicada, y nos divertía mucho. Una de nosotras tenía que elegir una palabra del diccionario que fuera totalmente desconocida, y copiaba la definición a un pedazo de papel, a la vez el resto escribía una definición propia para la palabra -tratando de que sonara lo más 'legítima' posible. Se leían en voz alta y había que decidir cual era la verdadera. Ganaba puntos la que había escrito definición más votada y quien acertaba al elegir la verdadera. Te puedes imaginar que los resultados a veces eran hilarantes.
Lamentablemente cuando le sugerí ese juego a mi hija mayor hace unos años -con amigas de visita- todas me miraron como si estuviera loca. Creo que los niños de ahora no son los de antes...
Dícese de...
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