domingo, 14 de noviembre de 2010

La novela (Francisco Nieva)

La novela   (Francisco Nieva)

Por su interés, en cuanto al contenido, y su deliciosa perfección, en cuanto a la forma, traigo hasta Finis Terrae un extracto del artículo de Francisco Nieva  titulado La novela y publicado el Jueves, 15 de julio de 2010, en La Razón.

Que tanta novela se publique -incluso de más- es señal inapelable de un altísimo porcentaje de "lectores noveleros" (...). Lo que sí es un dato certero es que el lector de novelas es joven. Digamos, relativamente, pues en los países desarrollados, la juventud se prolonga mucho. Una persona, sea hombre o mujer, en plena madurez (...), con menos horas para el ocio a su disposición, deja de leer novela para frecuentar otras distracciones que necesitan menos concentración imaginativa y reflexiva, pues la novela concita nuestra personal imaginación y nuestra capacidad reflexiva. Estimula a soñar sobre la vida, y a meditar sobre lo real y lo fantástico que ésta puede ofrecernos.

La novela, aunque sea pura invención, es siempre una mentira que dice la verdad sobre la condición del ser humano, sus formas de sentir, de soñar, de enfrentarse con la realidad y la tragedia. La novela es una universidad lúdica. Puede ser muchísimo lo que aprendamos, divirtiéndonos, y leyendo tan solo novelas, aunque sean de baja calidad.

La novela del siglo XIX y principios del XX ya no puede llegar a más en profundidad, en complejidad, en sutileza, en refinamiento, y en la que muy altos talentos explicitan su experiencia vital, desde la originalidad de sus formas. Dickens, Balzac, Melville, Manzoni, Dostoievsky, Tolstoi, Proust, Henry James... ¡Y Joyce! Y a cuántos más no me dejaré en el tintero. El que quiera enterarse de lo que es la gran novela, en su extrema decantación -como pilar de la cultura literaria-, no tiene más remedio que tirarse a esa piscina, para lectores de profesión (...).

Novelas hay para todos los gustos y no todas tienen que ser un paradigma de novela. La mala novela también es pedagógica sin pretenderlo. Y además, existen los géneros supuestamente menores, que cuentan con sus correspondientes maestros. El joven lector de todo lo que cae en sus manos también saca una ventaja sideral en concocimientos prácticos al que no lee nada en absoluto. Por esto se recomienda la lectura, porque no todo puede depender de la formación o de la instrucción pedagógica, que las gentes pongan algo de su parte, si saben leer: "Lea usted lo que sea, lo que le dé la gana. Lo que quiera que lea le demostrará algo sobre la vida que lleva entre sus semejantes". Pues bien, dicho esto, no vivimos una etapa de oro para la novela, porque el tiempo de ocio se ha repartido en otros sistemas bien atrayentes, en el deporte, en el cine, en la televisión y, sobre todo, en Internet.

¡Benditos tiempos legendarios, en donde, para distraernos, sólo existía la novela como medio de evasión, con todas las maravillas que la imagniación pueda concebir. La novela griega nació con la intención de ser evasión y recreo para altas damas en su gineceo y su tocador. (...), Es un misterio de la literatura novelesca que nazca pensando en la mujer y no deje de hacerlo, de un modo intermitente y aleatorio. El principal lector -y aun escritor- de "novela gótica" es mujer.

Pero también hay "novela machista", el género policíaco en un elevado porcentaje. La mujer es menos proclive a este género, aunque hay excepciones tan interesantes como Agatha Christie, leída con pasión por "el sexo fuerte". Y con el sexo fuerte se medía ella -con el propio Conan Doyle y compañía- en imaginación y plasmación de personajes fetiches y simbólicos, compitiendo con Sherlock Holmes en caracterización. Yo he leído con sumo placer a la Christie. Me encantaba su tono de "cotilla inglesa", fiel reflejo de la vida británica, de su clase y su tiempo.

14 comentarios:

Carlos dijo...

Un gran artículo de Francisco Nieva. Dice verdades como puños. Es cierto que los clásicos (la buena literatura), nos acerca a ser lectores profesionales, aunque yo me confieso que mi juventud la pasé leyendo cuentos de Mortadelo y Filemón, y más adelante me decanté por las novelas de Stephen King. Sé que queda mucho mejor decir que empezé leyendo a Hemingway, Steinbeck, Dickens... Pero debo reconocer que me empezé a aficionar a los libros con un bestseller de la época (los que tildan de hacer mala literatura), pero que me enganchó para siempre a la lectura.
¡Cosas que pasan!
Besos.

Paco Gómez Escribano dijo...

Mis comienzos fueron como los de Carlos, con Mortadelo y Filemón, Capitán Trueno, etc. Al ser, creo, la nuestra, una generación televisiva, nos hemos iniciado en la lectura con novelas cuyas tramas eran más cinematográficas, ya que no soportábamos novelas sesudas y sin escenarios. En cualquier caso, yo me enganché a la lectura con Castaneda y Lobsang Rampa, y no me da vergüenza decirlo, para nada. Me enganchan muy poco los clásicos. Buen artículo de Nieva, gracias por traérnoslo hasta aquí. Saludos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Recomiendo para empezar con los clásicos una novela que a mí me apasionó, tanto por su trama, como por la magistral escritura que derrochó su autor, Gustave Flaubert: Madame Bovary

Guido Finzi dijo...

Una visión interesante la de Francisco Nieva. En todo caso, cada uno sabrá porqué lee.

Un saludo

José Manuel Guerrero C. dijo...

"La novela es una universidad lúdica"
Po vale..

posodo dijo...

Y no sólo la novela: es enorme la labor enriquecedora del teatro desde siempre, e increíble, por lo que nos toca, el trabajo de Lope, Calderón o Tirso.
Claro que ahora, para compensar, están Leo Bassi y algunos directores de escena como Bieito.

Un saludo.

P.S. Primicia: en breve, te enlazaré esta anotación. Gracias por reafirmarme en la idea.

posodo dijo...

Por cierto, muy interesante la fotografía de Mrs. Christie que ilustra la columna de Nieva en su versión de internet.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Posodo:
Valiente acémila está hecho el tal Bieito.
Cumple a las mil maravillas con el requisito máximo para ser adorado por la estúpida e inculta progrez: cargarse to lo que toca.

S. Cid dijo...

Carlos: Yo devoré tebeos en mi infancia (de ahí me viene la afición por ellos)y en cuanto a mis lecturas, todas llegadas hasta mí por mediación materna -que tenía mejor ojo clínico para estas cosas que la paterna-, fueron variadas, pero recuerdo con especial gusto las de Salgari (aunque ahora me parezca un escritor más que mediocre), Verne, Dickens, Twain, Irving, y hasta autores de teatro -como muy bien recuerda ahí arriba Posodo- clásico (éstos en versión infantil, eso sí) y, por supuesto, Blyton, que no se me olvidan "Los cinco" ;-)... Después, una vez que eché a volar, ha venido de todo, bueno, malo y mediopensionista.

Paco Pues yo, y aunque en la respuesta a Carlos hago una lista, en realidad no recuerdo ninguna novela ni autor clave que me decidiera a leer. Recuerdo muchas lecturas, muchos autores, pero ninguna de ellas en especial que me volviera lectora. A mí me daban a leer y yo leía. Mi madre me daba "Dos años de vacaciones" y yo me la bebía y pedía más. Me daba "Escuela de Robinsones" y yo me la bebía y pedía más..., y así sucesivamente. Supongo que la cuestión radica en darle al niño algo que le interese y le haga sentir mono para que pida más cuando la droga se acabe... Creo que eso fue lo que hicieron conmigo, jajajaja, pero funcionó.

Bate: Pues..., puestos a recomendar, yo recomiendo Misericordia de Galdós. "Ingrata, ingrata", grita uno de los personajes en un momento determinado de la novela.., momento en que se muestra a la mente del lector el auténtico significado de la palabra ingratitud. Preciosa novela, además.

Guido: Con la lectura persigo varios fines. Últimamente -estos días pasados- sólo he buscado distración. Mi alma necesitaba un bálsamo suave y reparador. Una vez más, no me defraudó.

Posodo: La primera obra de teatro en serio que leí me la mandaron en el colegio: "Eloísa está debajo de un almendro". Me pareció un género tan raro... Claro que era la primera vez que me encontraba con los apartes, los mutis, y cosas así. Recuerdo que me interrumpía mucho la lectura. Eso sí, me reí con esta obra como luego, que la he vuelto a leer, no me he reído. No obstante, me aficioné con la segunda, también mandada en el colegio, esta vez de Buero Vallejo: "En la ardiente oscuridad".

PD: ¿Te reafirmo en la idea? ¿En qué idea...?

PD2: Algún día mi editor me pedirá una foto para las guardas de mis novelas. No será como ésa (que, por cierto, creo que es la misma que aparecía en la versión de papel), pero mis historias detectivescas sí serán tan interesantes como las suyas, jajaja. Por cierto, pregunta: ¿gustaría un título como "Poor professor Higgins"? Es un guiño a la preciosa película My fair Lady, pero no sé yo si estas cosas gustan o no...

Bate: ¿Quién es Bieito? ¿Debo echar ceniza sobre mi cabeza y rebozarme en lodo por mi ignorancia?

Saludos, amigos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

S.Cid: Más quisiera él.

Es a la escena y la ópera actual, lo que Ferrando Adría a los fogones, o sea, otro estafador con pintas que mea colonia cada vez que se mira al espejo..

S. Cid dijo...

Bate: Uuuffff, menos mal, porque mira que me molesta el pelo sucio ;-)

José Manuel Guerrero C. dijo...

No se pierde nada con ninguno de los dos, señora, eso creo,, porque.. veamos, hagamos una pequeña prueba, ¿qué le gusta más, unas delicias merengada de salmón bañado con zumo de arce balduquino de temporada con explosión en boca de oxígeno comprimido en cápsulas de omega-3? ¿o un buen cocido madrileño con to sus avíos?.

Pues eso.

S. Cid dijo...

Bate: jajajajajaja. El cocido, el cocido... con tos sus avíos, naturalmente ;-)

posodo dijo...

"Ya verás, Henry Higgins, ya verás", en la traducción española de la película, también valdría, ¿no?

Belén 2013

Belén 2011