martes, 23 de noviembre de 2010

Más botones

Más botones

Yo sigo con lo mío, que para eso he venido aquí: para hablar de mi libro y de los botones necesarios para escribirlo.

Amigos si, como decía ayer, imprescindibles son los botones para la amnesia, hoy vengo a contaros que más necesarios aun son los botones clarificadores. Se trata de unos botones sopladores que, cuando se activan, envían ligeras ráfagas de aire sobre la cabeza para alejar la irritante espesura que a veces se concentra sobre el cerebro, perjudicando así la ligereza con que las ideas deben salir de ahí arriba para desparrarmarse alegremente sobre el papel.

Con esto de la crisis, todavía no he ahorrado lo suficiente para comprarme los botones y que me los instalen tras las orejas, junto a los de la amnesia. Así que esta noche, después de pasar la tarde dándole vueltas al texto que viene torturándome últimamente, estoy deprimida :-(. Vaaaleeee, exagero un poco: no estoy deprimida, pero sí que voy a dejar el textito de las narices en barbecho durante un tiempo, a ver si dentro de unos días la frecura natural de este otoño madrileño me hace el efecto de los botones y veo las cosas con más nitidez.

Mientras tanto, cambiaré de aires (jeje) y de siglo, y voy a ver si entretengo esos días de impasse con algo diferente... He pensado en continuar esto. Pero antes de lanzarme a ello, una pregunta  para mis lectores: ¿qué nombre prefieren para el personaje: Miguelillo -que era el nombre con el que nació- o Frascuelo? Opiniones, please...

14 comentarios:

Paco Gómez Escribano dijo...

Ánimo con ese proyecto que llevas entre manos. Ojalá pudiéramos sufrir amnesia en Literatura, también en la vida. Mientras tanto, voy a regalarte una frase genial de mi amigo Paco Balbuena: “La inspiración de un escritor surge siempre de la unión de dos polos que, aparentemente, no tienen nada que ver. De esta unión, siempre surge algo muy fructífero”.
Un abrazo.

Carlos dijo...

Me parece mejor el de Miguelillo, porque Frascuelo me parece un nombre de Cela o Delibes, y ya no pegan mucho en la actualidad.
Besos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

¿Y que tal Zapaterillo?

S. Cid dijo...

Paco: Gracias por los ánimos, Paco ;-), pero..., ¿cuáles son esos dos polos opuestos? Caray, me has picado la curiosidad...

Carlos: Sí, a mí también me gusta más... Sobre todo porque, si finalmente llega al puerto que quiero, vendrá mejor el nombre de Miguel que el de Frasco. Pues nada, Miguelillo al canto, entonces ;-)

Bate: A ése ni en pintura. Ya lo tengo bastante presente todo el día con la que está montando, como para meterlo también en mi mundo ideal. No, no... Ni Zapaterillo ni Rajoycillo.

Saludos, amigos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Sobre el relato que nos enlaza, “De los rufianes guárdate”, ya dije en su momento que se trataba de un excelente texto que debías guardar como oro en paño, de una deliciosa perla para todo aquel que busca en la literatura la excelencia, la tan maltratada por estos pagos excelsitud.
Ha sido una grata sorpresa toparme de nuevo con él relato, e intuyo – ¿podrías confirmarlo a tus lectores?-, que estás trabajando en un futuro libro con este texto.

Si es así, no dejes de escuchar músicas como estas te ayudarán aún más, si cabe, a entender una época gloriosa, épica y heroica para nuestra pobre España donde el honor aún tenía cabida entre los mejores.

Sue dijo...

Miguelillo, sin duda. O Miguel (los diminutivos es que no me gustan mucho):

José Manuel Guerrero C. dijo...

¿Miguel?, ni se te ocurra. Y si lo haces, si terminas por llamarle asin, que sepas que yo no compraré la novila.

Estamos hablando de un pícaro jovenzuelo español del XVII, en aquel tiempo, a los niños aún se le llamaba cariñosamente por su diminutivo.

______

PD. ¿Alguien le podría decir a la excelentísima ministra de Cultura que se tape las orejas?

S. Cid dijo...

Bate: Pues hoy no voy a contestar ni sí ni no a tus intuiciones... porque ellas me han dado la idea para una nueva entrada en la que os pondré al día de mis proyectos, a ver qué os parecen -bueno, siempre y cuando supere la apatía que me acogota estos días-. No obstante, te doy MIL gracias por la música. Necesito más de ese tipo... Me inspirará, seguro ;-)

En cuanto al nombre, no te preocupes, será Miguelillo mientras el zagal sea mozalbete pero, si algún día alcanza la meta que tengo pensada, entonces tendrá que ser Miguel. Sorry ;-)

Sue: A mí tampoco me gustan mucho esos -illos ni -itos, ni cosas así, pero, como bien dice Bate, en la historia pega el Miguelillo. Aunque, como bien le respondo, sólo mientras es chicuelo (hablando de diminutivos). Si crece, será Miguel ;-)

Saludos, amigos.

José Manuel Guerrero C. dijo...

¿Y Miguelón....? jejejeje

Me callo

S. Cid dijo...

Bate: No, que en aquellos entonces no había bicis :-P

Miguel Baquero dijo...

Ánimo con ese proyecto, y mucho mejor, desde luego, Miguelillo, Frascuelo es demasiado antiguo, de hace siglos. Y casi mejor, quizás, Michel

S. Cid dijo...

Miguel: Pero es que la historia tiene lugar hace siglos, Miguel... Anda, tú también eres Miguel... ;-) jejeje

José Antonio del Pozo dijo...

Hola, S Cid, ánimo con esos proyectos, porque tus textos son muy buenos. Te diré, pero no me hagas caso que a mí me encantaba el nombre de este. Siempre unos botoncitos de humor vienen bien. Yo puse hoy uno de mucha risa, creo, y de alto voltaje sensual también. Ánimos, pues, y adelante con los faroles y con los botones dispensadores. En cualquier caso, sea el nombre de la rosa el que sea, te sigo desde ya. saludos

S. Cid dijo...

José Antonio: Pues bienvenido y satisfecha de que te gusten mis textos. Los tuyos (que leo con asiduidad) suelen gustarme también, además de que es fina tu ironía y generalmente me río bastante con ellos. Voy ahora a leer ése del que hablas en tu comentario.

Saludos.

Belén 2013

Belén 2011