A Dios pongo por testigo...
...de que en la próxima mudanza contrataré una empresa de hombres fornidos, con músculos de acero y cuerpos apolíneos.
Sí, amigos, cuatro años y pico después de que me entregaran la casa, aún sigo con ella..., ¡con la maldita mudanza! Hoy llené un nuevo coche de... ¡cosas! y, calculando, creo que aún queda para un par más. Afortunadamente, esta mañana en Madrid encontré aparcamiento justo delante de la puerta de casa (y luego dicen que Dios no existe), en lugar de tener que bajar el coche al garaje, a tres manzanas, tres largas, soleadas y lejanas manzanas. ¡¡¡Gracias, Dios mío, por ser siempre tan bueno conmigo!!!
Y no me merezco tanta bondad, lo sé, porque... soy una inconsciente, pero es que ¡¡¡soy tan joven!!!, que aún me falta madurez (lo cual no es preocupante, porque lo me falta de ella, me sobra de simpatía): de modo que, anoche, en lugar de reservar fuerzas, me fui de juerga. A las dos aún no estaba en la cama y esta mañana a las siete ya estaba en pie, recogiendo lo que anoche fui tirando por ahí. A las nueve, y cuatro kilómetros de ejercicio en mis piernas después, volví a casa y me metí en la ducha, donde me desperté cuando el agua me llegaba a la barbilla. Menos mal, porque, de otra forma, ahora no estaría aquí con vosotros, y eso que os perderíais.
Pero hablaba de la mudanza, ¿no? Uffff, maletero y asiento de atrás venían a tope. ¡Pobrecito cochecito mío! Ha pasado de su azul polar habitual a un rojo intenso a cuenta del esfuerzo. Antes bajé al garaje para hacer unas fotos del tetris que hemos montado para que cupiera todo lo que quería traer, de manera que fuerais testigos del esfuerzo (¡gracias MGae, eres toda una amiga!) desarrollado para meter todo eso ahí, pero la cámara se quedó sin pilas y dijo que ni hablar, y yo, pese a los positivos efectos que la visualización está logrando en mi persona humana espiritual y terrenal, no estaba de humor para subir a casa a cambiarle las pilas. Así que os quedáis sin fotico.
Esta tarde he logrado vaciar la mitad del maletero y el asiento trasero, y, sobre todo, ¡¡¡¡lo he colocado, lo he colocado todo!!!, pero mañana toca nuevo viajecito (ay, Dios mío, ¿serás bueno otra vez conmigo y podré aparcar cerquita? Anda..., que esta noche estoy siendo buenísima y me he quedado en casita... Vaaaaleeee, hay Castle y por eso estoy aquí, sentada en el sofá, frente a la tele, pero sé bueno y resérvame mañana otro sitito para aparcar en la puerta de casa, anda, anda, anda..., porfi).
Como mi cochecito está a media carga, mañana usaremos el coche de MGae (¿te he dicho ya lo buenísima amiga que eres?), porque yo hoy ya no muevo un músculo más para descargar. ¡Creo que, en este preciso instante, sólo los de los dedos me responden! Y empiezan a fallar, así que mejor reservo fuerzas.
Os dejo aquí.
Voy a visualizar hasta que empiece Castle.
Hombres fornidos...
¡¡¡que me hacen todo el trabajo!!!
¿Pero qué creíais que estaba pensando, eh? Qué mentes más retorcidas tenéis. De verdad, de verdad que...