Caos
“En primer lugar existió, realmente, el Caos…” Caos es el primero de los dioses para Hesíodo. La especie humana, no obstante, ha caminado mucho desde aquellos tiempos y ahora utilizamos esta palabra para referirnos a la maraña química que “precedió a la ordenación del mundo” (María Moliner). Por cierto, ¿nunca te has preguntado, lector esporádico que paseas por aquí, dónde estaban entonces los átomos que te componen ahora? Yo sí, pero yo estoy un poco p’allá, de modo que si no lo has hecho, no te incomodes contigo mismo: no eres raro. Sigo con mi asunto: poco a poco, esa madeja alquímica fue disponiéndose con orden y belleza de acuerdo con unas leyes muy concretas que las matemáticas nos ayudaron a descubrir y…, luego, el hombre aprovechó la palabrita de marras y se inventó el adjetivo caótico… Pues bien, así está siendo mi semana: caótica.
¿Todo este preámbulo para descubrir eso? Pues sí…, ya ves…, yo soy así: pelmaza por naturaleza. La cuestión es que estos últimos días no he tenido… Bueno…, vale, vale…, casi no he tenido ni un segundo de respiro. En realidad en dos días me he metido para el coleto un preciosísimo libro titulado Más allá del mar de hielo –que comentaré en otra ocasión–, pero también he trabajado mucho y mi tiempo se ha visto reducido a un mínimo tal que me he visto obligada a abandonar durante unos días el blog.
Lo cierto es que no tendría por qué haber ocurrido así, puesto que en mi ordenador tengo almacenados articulitos suficientes para haber llenado la semana con ellos y aún habrían sobrado. El problema es que no fui precavida y no programé el blog para que los fuera publicando según los parámetros que le hubiera marcado. Es que…, de verdad, Más allá del mar de hielo es un libro absorbente y, para fortuna mía, todavía quedan dos partes más que me están esperando y me llaman, me llaman, me llaman… ¡Pero, no! Terminaré antes este caótico escrito y luego me daré con voracidad a la lectura., pasión desenfrenada que me consume… ¡Caray!, cualquiera diría que estoy hablando de leer un libro…
Uf, me voy, antes de que empiece a desbarrar de verdad. ¡Pero volveré!, así que… apriétense los machos. ;-)
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