En el diván de mi blog
Observo, no sin cierta tristeza, que mis últimos articulitos han estado dirigidos a cuestiones que poco o nada tienen que ver conmigo, salvo en lo que atañe al pundonor personal de verme atacada, intelectualmente, por supuesto, por cuatro memos (llámense Obama o Gabilondo) que dibujan un mundo desatinado, siempre desde mi perspectiva, claro está.
Últimamente me ocurre que, al despertar por las mañanas, me asaltan interrogantes desalentadores sobre mi propia existencia: qué hago en este mundo, para qué he venido, a dónde voy…; y, en lugar de buscar respuestas que encaucen mi camino, entretengo el poco tiempo del que dispongo en perorar sobre aquellos que están al mando y a los que les importamos un comino.
Supongo que se trata de simple desahogo… Leí el otro día en el blog de un tal Uberum “12 razones para escribir un blog” (enlazo al sitio por si alguien está interesado en consultarlas), entre las cuales traigo hasta aquí la número 3 porque explica el motivo de esos últimos articulitos escritos como reparación a mi intelecto herido. Dice así: «Para aliviar tensiones. O te sientas en el diván del psicoanalista, o te despachas a gusto en tu blog. Muchos amigos agradecerán que no les des la tabarra con este o aquel otro bien pensado argumento. En vez de buscar entre tus colegas a alguien dispuesto a debatir acerca de algún gran problema de alcance mundial, escríbelo en tu blog y descarga allí tu “adrenalina mental”». Pues en eso he andado los últimos días.
Y es que…, cada vez me siento más minúscula e intrascendente para el mundo. Pero, ¡no!, no se trata de un abatimiento personal: de verdad me pregunto a quién le importamos cada uno de los seres de este planeta. A los políticos, no, desde luego; a nuestros jefes o a la empresa para la que trabajamos…, menos; ¿y al común de los mortales…?, tampoco: obsérvese a la gente por la calle: cada uno a lo suyo; como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como.
Con tanta indiferencia por el mundo (¡gracias, Jesús Neira, por existir y dar ejemplo!), tiene razón Uberum en que va a ser una buena terapia disponer de un blog por el que darse una vueltecita de vez en cuando y soltar lastre.
Observo, no sin cierta tristeza, que mis últimos articulitos han estado dirigidos a cuestiones que poco o nada tienen que ver conmigo, salvo en lo que atañe al pundonor personal de verme atacada, intelectualmente, por supuesto, por cuatro memos (llámense Obama o Gabilondo) que dibujan un mundo desatinado, siempre desde mi perspectiva, claro está.
Últimamente me ocurre que, al despertar por las mañanas, me asaltan interrogantes desalentadores sobre mi propia existencia: qué hago en este mundo, para qué he venido, a dónde voy…; y, en lugar de buscar respuestas que encaucen mi camino, entretengo el poco tiempo del que dispongo en perorar sobre aquellos que están al mando y a los que les importamos un comino.
Supongo que se trata de simple desahogo… Leí el otro día en el blog de un tal Uberum “12 razones para escribir un blog” (enlazo al sitio por si alguien está interesado en consultarlas), entre las cuales traigo hasta aquí la número 3 porque explica el motivo de esos últimos articulitos escritos como reparación a mi intelecto herido. Dice así: «Para aliviar tensiones. O te sientas en el diván del psicoanalista, o te despachas a gusto en tu blog. Muchos amigos agradecerán que no les des la tabarra con este o aquel otro bien pensado argumento. En vez de buscar entre tus colegas a alguien dispuesto a debatir acerca de algún gran problema de alcance mundial, escríbelo en tu blog y descarga allí tu “adrenalina mental”». Pues en eso he andado los últimos días.
Y es que…, cada vez me siento más minúscula e intrascendente para el mundo. Pero, ¡no!, no se trata de un abatimiento personal: de verdad me pregunto a quién le importamos cada uno de los seres de este planeta. A los políticos, no, desde luego; a nuestros jefes o a la empresa para la que trabajamos…, menos; ¿y al común de los mortales…?, tampoco: obsérvese a la gente por la calle: cada uno a lo suyo; como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como.
Con tanta indiferencia por el mundo (¡gracias, Jesús Neira, por existir y dar ejemplo!), tiene razón Uberum en que va a ser una buena terapia disponer de un blog por el que darse una vueltecita de vez en cuando y soltar lastre.
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