domingo, 6 de febrero de 2011

Presiones que matan...

Presiones que matan...

...del susto.

¡Es un invento maldito! Prohibición total de estos cacharros. Sí, amigos, mi relación con la olla a presión es de aborrecimiento absoluto (y creo que mutuo: sé que esa invención execrable me mira con desdén). Siento por ella un vapor..., upss, quiero decir pavor, ¡un pavor insuperable! y, por ello, jamás la había utilizado. No me asusta ver cómo otros lo hacen, ¿pero yo? ¡Jamás! Nunca he cocinado con ella (y tengo una desde que me la regaló el BBVA en una de sus promociones). Pero ahí ha estado, en un armario de la cocina, durmiendo el sueño de los Justos y viendo pasar los días sin fin. Mi madre lleva tiempo insistiendo: 
-Tienes que utilizarla. No sabes el tiempo que ahorra ¡y la cantidad de energía!
-Mamá, no puedo. Es una especie de trauma o algo así. Dominar la olla a presión es una meta que jamás alcanzaré. Se trata de un obstáculo  atravesado en mi vida de dimensiones infranqueables para mí.
-Vamos, vamos..., ¡cómo te gusta enlazar palabras y crear ficción!
-No te burles. ¡Eres una madre! Tienes que compadecerme y consolarme.
-Escucha, es fácil: preparas los ingredientes, echas el agua, la cierras y la pones al fuego. Cuando hayan salido las tres rayitas de la pesa...
-¡Espera!
-¿Qué?
-No puedo anotar tan deprisa.
-¡Ah!, ¿pero estabas anotando? Creí que éste era un obstáculo atravesado en tu vida y de dimensiones infranqueables para...
-Venga, venga... Cuando hayan salido las tres rayitas de la pesa...
-Bajas el fuego y dejas cocer el tiempo indicado. Luego, lo apartas y dejas la pesa puesta hasta que haya salido todo el vapor.
-¿Y cómo sé que ha salido todo el vapor?
-Porque habrán desaparecido las tres rayitas. Entonces, quitas la pesa y dejas salir el resto. Si quieres comprobar que ha salido todo, pasa la mano por encima, pero no la dejes quieta, porque si no lo ha hecho del todo te quemarás.

Y, bien, amigos, elegí hoy, 6 de febrero de 2011, como día D para mi prueba. Ayer hice un gran esfuerzo por memorizar y asimilar todas las instrucciones sobre la pesa y las rayitas. Antes de acostarme, me autoexaminé y pasé la prueba con sobresaliente. Me sentí tranquila. Bien, las instrucciones estaban grabadas en mi cerebro con la misma fuerza y claridad que mi propio nombre y apellidos. Por ese lado, no habría problemas.

A fin de prepararme para mi desembarco personal en el pavoroso mundo del vapor, me levanté temprano esta mañana y realicé algunos ejercicios de tai chi, siempre de cara al Este, por supuesto, para relajar los ánimos y recibir la energía fortalecedora del amanecer. Luego, tomé un desayuno a base de frutas y zumo que pusiera en orden mi organismo y preparara mi esqueleto y musculatura para la huida, en caso de ser necesaria. Asistí a misa y pedí protección a Dios, e inspiración y acierto al Espíritu Santo. Y, así, preparada para ello..., abrí el armario de la cocina que le había servido de tumba, y saqué la olla a presión... ¡Dios Santo! ¿Qué era eso? Allí no había pesa. En su lugar, un pitorro amarillo asomaba amenazante en la tapa. Vale, vale, inspira, espira, inspira, expira. ¡No, expira no! Espira, espira, espira... Vamos, no vas a abandonar ahora, ¿no?  ¡El mundo no se hizo para los cobardes! Valor, S. Cid, valor...

Mi corazón cabalgaba desbocado en el pecho, pero, tras varios minutos al fuego sin que la olla diera señal de alarma, se había tornado el galope en simple trotecillo, liviano y vaporoso, y mi respiración, aquietada, calmaba mis excitados ánimos. De repente..., ¡oh, Dios mío!, ¿por qué sucede eso? Un chorro enorme de vapor salió despedido por la zona cercana al mango de la olla. ¡Rápido, rápido..., las instrucciones! 

Lea con calma las siguientes instrucciones para... (Vale, sí, a ver, emergencia...). Para asegurarse de que el vapor... (Sí, sí... , venga, menos rollo). Actúe sobre la válvula h (figura 3). Después de presionar el botón (figura 1), asegúrese (según las instrucciones de apertura -8-) que lee correctamente y entiende el punto 6. Mantenga abierta la rosca c (figura 2) mientras el vapor sale por el orificio a (figura 9). Si no ocurriera como aquí se explica, lea detenidamente las instrucciones de urgencia (5) prestando especial atención al punto 7, donde se le indicará que el botón de explosión definitiva y armagedónica, con una destrucción total de 400 kilotones, se encuentra escondido tras el tornillo f, que puede apreciar en la figura 2. No lo toque, por favor.

Arrojé las instrucciones sabe Dios dónde y corrí hacia la guía telefónica. Veamos... A, A, A... Ar, ar..., ar... Arti, arti, arti... ¡Artificieros! ¡Aquí! 91-246-... Estaba marcando el número cuando el Espíritu Santo, al que tanto había invocado, se llegó hasta mí:
-A lo mejor es que tienes mal cerrada la olla...
-¡Eh? A ver...
-Sentido común, hija, y menos figuras, botones y explicaciones.

Lo solucioné (creo), amigos, y ahora, mientras escribo, la oigo sisear en la cocina. Entre ella y yo, está el salón. Si estallara..., ¿me salvaría?

14 comentarios:

caraguevo dijo...

¿La olla?, ¿qué olla?
Confiésalo, tú has estado jugando, sí, jugando, con el sistema financiero español.
Estaba sobreviviendo mal que bien a la inútil de la Salgado pero después de lo que has contando no sé.
Por si acaso, me voy ahora mismo al cajero a sacar pasta.
Ja, ja, ja.

S. Cid dijo...

Caraguevo: Te aseguro que este trasto vaporífero es mucho más peligroso y destructor que la Salgado. Ya ha dejado de sisear y lo he abierto. Entonces..., estoy a salvo, ¿no? ;-)

caraguevo dijo...

Al abrir la tapa verás dos cables, uno verde y otro rojo. En las películas cuando está acabándose el tiempo y van a cortar el verde el chico guapo, en este caso la chica guapa, cambia de opinión y corta el rojo.
En ese momento respiramos todos nuevamente y ya tienes la comida preparada.
Pero mira que nos estás haciendo sufrir por un ¿potaje? porque todavía no sabemos qué hay de comer.
PD1. Mal rollo si los colores de los cables no son esos, en ese caso tienes que preguntar a Argiñano.
PD2. Mal rollo 2 si el reloj de la cocina no hace tic- tac, es fundamental para crear tensión. No vale utilizar el móvil porque puede sonar en cualquier momento te llama alguien y seguro que suena Shakira y entonces la olla estalla, vamos que si estalla.

S. Cid dijo...

Caraguevo: Problema, problema. El cable rojo y el verde tienen colgado un cartel que dice: "Yo no soy". Pero hay uno negro clavado en un trozo de chorizo. ¿Es ése?

El tic tac del reloj de la cocina suena, así que estamos bien de tensión. Por ahí vamos bien.

En el móvil suena la Pantera Rosa. (¿Eso vale?) Es mi madre. "Hola hija, estoy viendo un documental...". "Mamá, mamá..., ¿es el negro?" "Un poco luctuoso, hija, pero adelgaza".

Tic, tac, tic, tac, tic, tac... Hummmm, qué ricas han salido las judías ;-)

caraguevo dijo...

3 X 2, esto parece el Carrefour. Cuidado que esas ofertas siempre traen trampa, y encima aparece un chorizo. ¡Qué extraño estando en este país!
Lo del reloj de la cocina me deja más tranquilo y aunque no el sonsonete del móvil la llamada materna viene que ni pintada; con el plato de judías con chorizo que te vas a meter entre pecho y espalda lo del negro adelgazante es muy apropiado.
Por cierto ¿qué música ha sonado en la escena?, ¿algo del recientemente fallecido John Barry?

S. Cid dijo...

Sonaba ésta. Da mal rollo, ¿a que sí?

posodo dijo...

La marcha, como homenaje al cerdo del chorizo, no está mal.
Los mejor de los cables de colores, y que aún no he visto en ningún sitio, es ponerlos todos del mismo color, verde, rojo o negro, o afroamericano, o como se diga ahora.
En todo caso, comprobarás que no hay nada mejor ante un manual de instrucciones que una tener una "mamá de instrucciones".
Aunque visto el planteamiento que muchos están haciendo, deberías haber incorporado las nuevas tecnologías: por ejemplo, un SMS a tu madre para que la fabada la hiciera ella, y luego te la enviara... escaneada por correo electrónico.

En todo caso, que aproveche.
Yo me voy a hacer un simulacro de arroz al horno: en cazuela de barro, y su horno de toda la vida (aunque sea eléctrico).

Miguel Baquero dijo...

Jua jua qué bien contado, desde la olla viendo pasar los días a tu desembarco personal en el mundo del vapor pasando por la explosión armagedónica, lo has descrito con muchísima gracia. Y es que no hay, yo creo, literariamente, temás más o menos importantes, lo que importa es la gracia y el arte con que se cuentan

Carlos dijo...

Eres increíble S.Cid. Creas un relato de un simple acto como el cocinar con una olla a presión.
¡Fabuloso!
Besos.

María Gaetana dijo...

Ja, ja, ja... Tuve un compañero en la facultad (gaditano él, de cerrado acento) que una mañana nos hizo llorar de risa contándonos sus desventuras con ¡las coladas de color en la lavadora...! Lo he recordado ante tu denodada lucha con la olla a presión... Por otro lado, hoy mismo, en la comida, me han hablado sobre un conocido para el cual el horno es "el lugar donde guardar las sartenes..." No hay duda.¡Cuántos gigantes esconden los molinos de las pequeñas tareas domésticas...!

S. Cid dijo...

Posodo: Pobre chonuco, sí. Y eso que ya pasó San Martín. En cuanto a los cables..., el color da igual, lo importante es el tic-tac de la cocina y si Perry es un ornitorrinco o una perra (clic) ¿a que sí, Caraguevo?

Pero, sí, tienes razón. Lo mejor es tener una mamá instrucciones. ¡Cuánto saben las madres! Ése sí que es un buen invento. El de las madres, digo.

¿Arroz a la cazuela? Eso no es peligroso, Posodo. Al menos..., ¿el reloj de tu cocina hace tic-tac? Cómo se nota que eres valenciano. Lo que me pregunto es quién demonios me inspiró la idea de la fabada, si yo no soy asturiana. En fin..., prueba ollil superada. Y me pongo un 10. Hala, ya estoy contentita :-)))

Miguel: Bueno, lo que se dice bueno, bueno, es este texto sobre Colores y tortillas que nadie (y digo nadie de nadie) debe perderse.

¡Tú sí que eres bueno! Mira que me reí con tus higos y tartas de manzana.

Carlos: Jajajajajaja, la Inspiración (lo digo bajito, que si lo oye, Posodo se enfada), que está feliz conmigo.

Saludos, amigos, y buena semana.

S. Cid dijo...

María Gaetana: Tarea titánica, sí, esta de ocuparse del hogar, dulce hogar. Te conté ya mis aventuras y desventuras con el atasco del desagüe en la bañera, ¿verdad? ¡Pero, claro, si eras tú la que estabas al otro lado del teléfono cuando casi me cargo las instalaciones del Canal de Isabel II a base de hurgar en la cañería! Ay, yo y mis utensilios. A saber: destornillador, alicates, aguja de hacer punto, lupa, alambre y hasta estuve por encargar en el mercado negro una botellita de ácido sulfúrico... Jajajajajaja. ¡¡¡Pero lo desatasqué!!!

Sin embargo..., chisssst, esto es nuestro secreto. Si mis vecinos se enteran de que ando jugando con bombas a presión y ácidos peligrosos, me echarán del edificio.

Sue dijo...

Jajaja

Nunca he tenido olla, y mi madre siempre está con lo mismo "te voy a comprar una olla para que hagas el cocido" y yo "que no mama".
Me dan pánico.
A sí que te entiendo.

S. Cid dijo...

Sue: ¿Por qué tendrán las madres tanto empeño con las diabólicas ollas a presión? Mi historia de arriba es pelín exagerada (jajaja), pero se basa en hechos reales, jajajajajajajaja. Qué miedo les tengo a estos cacharros.

Belén 2013

Belén 2011