¿Profesores en huelga?
Creo que sí, que en Madrid los sindicatos están estudiando la posibilidad de realizar una huelga de profesores...
Profesores..., he oído mucho esta palabra durante los últimos días en referencia, precisamente, a la huelga de profesores... ¿Pero es así? ¿Va a haber una huelga de profesores? Pues no. Si la hay, será la huelga de algunos profesores. En concreto, de los de la enseñanza publica. Yo no estoy en huelga. De hecho, nunca he ido a una y no sé si lo haré algún día porque, en principio, me dan alergia. Pero en este caso, además, es que el asunto no va conmigo.
Según tengo entendido, el problema se ha originado porque la Consejería de Educación en Madrid ha dado instrucciones a los centros públicos para que los profesores de Secundaria pasen este curso de cumplir 18 a 20 horas lectivas. Al parecer, la ley para funcionario público en el sector de la educación establece que el número de horas lectivas de un profesor debe oscilar entre las 18 (como mínimo) y las 21 (como máximo), de manera que lo que ha propuesto la Comunidad de Madrid es que sus profesores de instituto aumenten el número de horas lectivas en 2 (lo cual aún les deja una hora por debajo del máximo que establece la ley). Esas dos horas dedicadas a clase se extraerían de las complementarias. Éstas son las horas (desde la hora número 19 a la 25) que se dedican, en la enseñanza pública, a reuniones de departamentos, claustros, guardias y cosas así.
En la Concertada las cosas son un poco diferentes: nosotros tenemos 25 horas lectivas más cinco horas complementarias. Así que, incluso con el aumento de horas lectivas al que les han obligado, nosotros seguimos teniendo 3 horas más de clase y también más de complementarias, porque las reuniones de departamento, los claustros y las juntas de evaluación las tenemos fuera de ese número de 5 horas complementarias. Nuestras aulas, además, tienen más alumnos que las suyas (conozco casos de profesores en la Pública que tienen 5 ó 6 alumnos por clase, algo que jamás se permitiría en la Concertada simplemente porque la Consejería no daría permiso -esto es, dinero- para una clase así) y, por supuesto, cobran más que nosotros. Pero, eso hay que concedérselo, ellos han aprobado una oposición y nosotros, no.
Hasta aquí los hechos. Ahora la cuestión en sí.
Comprendo la reacción (airada, de angustia, de pánico.., de todo hay, os lo aseguro) de un profesor al que le dicen que tiene que pasar dos horas más dentro del aula. Yo tengo 25 y cuando algún compañero falta y tengo una guardia, os prometo que se me pone el cuerpo malo por tener que pasar una hora más dentro de ese recinto infernal atestado de fieras. ¡Claro que los comprendo! ¿Cómo no lo voy a hacer, si yo también lo sufro? Por otra parte, es cierto que a su jornada laboral (contada en horas lectivas) se le puede pedir ese esfuerzo, teniendo en cuenta la que está cayendo en España. Y lo digo siendo consciente de que hoy ha sido la Pública y tal vez mañana le toque a la Concertada, -y no quiero imaginar 27 horas dentro de un aula porque me da un telele-).
Por otra parte (escribo esto mientras veo El Gato, programa en el que están tratando este asunto), me parece injusta, muy injusta la manera que ha tenido Lucía Figar de presentarlo. Es cierto que en la parte primera de su intervención ha dicho: Trabajan 18 horas lectivas y luego tienen que permanecer en el Centro hasta cumplir 25. Sin embargo, a partir de ese momento cada vez que se ha referido a las horas de trabajo de un profesor lo ha hecho con un numero concreto:18. Pasan, ha dicho repetidamente, de 18 horas de trabajo a 20. No creo que sea un esfuerzo tan grande y bla, bla, bla. Y, claro, podéis imaginar los mensajes por SMS que ha enviado la gente: ¿Trabajan 18 horas a la semana y se quejan?
Señora Figar, no juegue con nosotros. Primero, se ha referido al asunto siempre como los profesores (de ahí mis negritas del principio), metiéndonos a todos en el mismo saco, cuando mi jornada lectiva es de 25, no de 18 horas; luego hable con propiedad: los profesores de la enseñanza pública. Por otra parte, no me venga con revueltas que confunden y echan sobre el profesorado más bilis: los profesores de la Pública no trabajan 18 horas a la semana. Dar a entender eso, hurtando un trozo de la verdad, es muy injusto. Además de las horas que se pasan en el aula (las famosas 18 horas), hay que preparar materiales (por cierto que en mi colegio tienen la caradura de tomar esos materiales y venderlos a los alumnos sin que el profesor vea un duro), preparar clases, corregir cuadernos, redacciones, exámenes... y, por supuesto, rellenar los mil millones de papeles inútiles a los que obliga su Consejería, señora Figar.
Hablo ahora por mí: tengo 25 horas lectivas, más 5 complementarias (que pueden llegar a ser 6, 7, 8...), más un huevo (se me va a permitir hoy la expresión) de trabajo en casa. ¿O es que piensan todos esos de los SMS que los exámenes se corrigen solos, se suman solos, se pasan las notas a Excel solas, se hacen las medias solas, los boletines también se rellenan solos y se ponen los comentarios solos? Vamos a ver, vamos a ver, vamos a ver (que diría un buen amigo de este blog), el profesor no trabaja sólo en el aula. Hay mucho trabajo oculto que se realiza fuera de la clase. ¿Pueden mis lectores del blog calcular cuánto tiempo lleva corregir 150 exámenes? ¿Y 90 comentarios de texto -con análisis de todos los elementos de la narración- de un libro? ¿Y 30 redacciones en inglés -a la semana- de las que luego se exigen en Selectividad? ¿Y cuánto tiempo podrá llevar subir las notas de 150 alumnos? ¿Y escribir comentarios para esos 150 alumnos, cada uno de ellos diferente? ¿Y cuánto, preparar una presentación de Power Point para que la sintaxis les sea más visual y no tan árida? ¿Y otra para el esquema de la literatura del Renacimiento? ¿Y las fichas para practicar la ortografía?... No seamos tan injustos, leñe, que hay mucho curro oculto que se hace en casa. Sumas, sumas, sumas... y salen las 40 horas y más, a veces, más. En concreto, en la enseñanza pública, la jornada de trabajo de un profesor es de 37 horas y media a la semana. En la Concertada (nos jugamos el puesto, así que tenemos que decir sí, bwana a casi todo) suele ser mayor. Así pues, aunque creo que el aumento de dos horas (si bien doloroso, insisto, porque los comprendo) en la jornada lectiva puede ser necesario y entiendo la decisión que ha tomado la Comunidad, rompo una lanza por mis compañeros de la Pública y, al menos desde este blog, le grito a todo el mundo la verdad: ¡no es cierto que un profesor de instituto trabaje 18 horas a la semana! (aunque supongo que, como en todas partes, habrá jetas que se aprovechen del asunto y trabajen incluso menos horas).
En cualquier caso, debe quedar claro a mis lectores que no pongo en duda la necesidad de hacer esfuerzos porque el país lo necesita. ¿Cómo podría hacerlo? Sería tener mucha jeta por mi parte. De lo que nos quejamos los profesores es de que siempre le toque el boleto perdedor a la misma parte. En este caso, con el aumento de horas lectivas, porque eso sí que es un martirio. Un martirio que han creado ellos (los políticos) y ellos (algunos padres), que han convertido la enseñanza en una lucha a muerte con fieras corrupias que te destroza la garganta... y (¡ay, si sólo fuera eso!) te rompe el ánimo, el bienestar psíquico y en muchas ocasiones (cada vez más) acaba con tu propia salud.
Sí, ésa es mi queja: que sea siempre la misma parte la que paga el pato. ¿Estamos en crisis? Sí. ¿Es necesario ajustarse el cinturón? Sí (ya nos redujeron el sueldo -a la Pública y a la Concertada). Dolió, pero no fui a la huelga por ello, porque sí, sí, sí, lo entiendo: hay que ajustarse el cinturón. Bien, sigamos: ¿es necesario hacer ajustes y reducir costes? Sí. También estoy de acuerdo con ello. Pero, y he aquí mi pregunta, ¿por qué siempre le toca a la misma parte? ¿Quiere usted reducir costes y ahorrar dinero en la enseñanza, señora Figar (y resto de Consejeros más Ministro de Educación)? Pues yo les digo cómo. Es muy, muy fácil: dejen de aparcar vagos en nuestras aulas. Se ahorrarán una pasta gansa de la que exprimen a los contribuyentes y (¡el colmo de la felicidad!) harán nuestro trabajo más cómodo, más fácil y, sobre todo, ¡más efectivo! No imaginan la de puntos que subiríamos en el informe PISA en cuanto todos esos aparcaos salieran de las aulas.
Ejemplo a modo de ilustración:
Hoy hemos empezado los exámenes de septiembre. En una de las asignaturas más chorras que doy (Recuperación de Lengua de 2º ESO) tenía 4 alumnos suspensos. ¿Cuántos se han presentado al examen? Uno. ¿Y los otros 3? Dos de ellos sólo vienen al colegio durante el curso para estar recogidos en algún lugar caliente mientras sus padres trabajan (ni siquiera traen mochila y material a las clases) y el tercero no se ha presentado a ese examen ni a ningún otro de los que tiene pendientes ¡porque está de vacaciones en Málaga! ¿Qué va a ocurrir con ellos? Que van a repetir, claro. Cada alumno cuesta (al menos costaba hace unos años) al Estado en torno a los 3.000 euros anuales. Esos tres chicos nos han costado, pues, a los contribuyentes nueve mil euros el año pasado. Nueve mil euros que volverán a costarnos el próximo año en el mismo curso, puesto que van a repetir. Y así continuarán... ¿hasta los 16 años? No, esa es la edad mínima a la que se puede salir del colegio (con título o sin él), pero estar, pueden estar hasta los 18. Echen cuentas mis lectores del blog.
¿Qué tal si a este tipo de alumnos se les retirara la educación gratuita? ¿Qué tal si los padres se vieran obligados a pagar la matrícula de las asignaturas que queden pendientes a sus hijos? ¿Qué tal? ¿Cuánta pasta nos ahorraríamos los contribuyentes? Seguro que así mi sueldo no se habría visto reducido en 1.400 euros al año, que es casi el sueldo de un mes. ¿Por qué siempre me toca pagar a mí, señora Figar? Pagar en especie (sueldo) y en sufrimiento (horas lectivas).
La enseñanza en España es un timo vergonzoso. Escuchadme, padres responsables que os interesáis en la educación de vuestros hijos: el Estado y las Comunidades Autónomas (sean del signo que sean sus gobernantes) os están timando, os están dando gato por liebre y están jugando con el provenir de vuestros hijos, porque le están dando a vuestros retoños una educación ínfima. A vosotros, padres desvergonzados que confundís el colegio con un Centro de Día, comeros a vuestros insoportables hijos con patatas, porque vuestra es la culpa de la mala educación con que los traéis al colegio. Ni los buenos alumnos deben pagar la factura que vuestros hijos vagos y perniciosos imponen, ni los profesores deben sufrirlos en sus carnes. Y, por último, a la Consejería de Educación de cualquier Comunidad y al Ministerio de Educación: dejen de vender aire, dejen de hacer experimentos con humanos, pónganse en serio a tratar el problemón que tenemos y no nos toquen más las narices, que estamos ya muy quemados.
Acabo la entrada de hoy con uno de los mensajes que he podido ver durante el programa de El Gato: Cambio mis 20 horas de profesor en Secundaria por 40 de otro trabajo. No sabéis lo duro que es. ¡¡¡Ay, cómo entiendo a este profesor!!! Lo entiendo porque ésa es justo la idea que anida en mi mente desde hace ya tiempo: Cambio toooooodaaaaaaaas esas vacaciones que tenemos los profesores y cambio la jornada escolar por otra de 40 ante una mesa poniendo sellos con un tampón y con un mes de vacaciones. Las cambio, os lo prometo, las cambio si me libro de las aulas y de formar parte de este timo nacional que me repele la conciencia. ¿Alguien me ofrece un curro así?