Hotel de Dream, Edmund White
Según nos hace saber el autor de Hotel de Dream en los comentarios posteriores a la novela, de acuerdo con la historia que una vez contó James Gibbons Huneker, amigo de Stephen Crane y crítico (supongo que literario), una noche en la primavera de 1894, él y Crane encontraron a un jovencito pintado como una mujer a la puerta del Everett House, donde pensaban cenar. El joven, guapo como un ángel de Rossetti, y dedicado a la prostitución, se acercó a ellos y les pidió ayuda para curar la sífilis que padecía. Siempre según Gibbons, Crane le llevó a ver al doctor Irving Bacheller y le prestó 50 dólares -una suma más que considerable para aquella época- a fin de que siguiera el tratamiento necesario para combatir la enfermedad. Después, según Gibbons, Crane comenzó una novela a la que pensaba titular Flowers of Asphalt.
Edmund White, el autor de Hotel de Dream, observa numerosos errores en esta historia que cuenta James Gibbons y que fue encontrada en una simple cuartilla entre los papeles de Thomas Beer (primer biógrafo de Stephen Crane). Se pregunta, incluso, si Crane llegó a conocer alguna vez a tal joven y a comenzar la novela arriba mencionada. De acuerdo con lo expresado por Edmund White, Thomas Beer no tuvo empacho en fabular y exagerar acerca de Crane e, incluso, falsificar documentos adjudicados a la pluma del escritor que, en realidad, nunca escribió. Pues bien, pese a que Crane es uno de los más importantes escritores americanos del siglo XIX, es también, en palabras del propio Edmund White, uno de los más misteriosos, y es precisamente esta obscuridad la que le ha permitido margen suficiente a la imaginación para dar vida a Hoted de Dream.
La novela narra dos historias: una concierne a los últimos meses de vida de Stephen Crane, cuando su tuberculosis le hace viajar hasta una clínica para enfermos del pulmón donde hallará la muerte, en la que se van salpicando recuerdos a través de los cuales el lector va conociendo detalles de la vida del escritor norteamericano y de otros grandes literatos del momento. La otra historia narra la supuesta novela que Crane escribe a lo largo de esos postreros meses y en la cual compone la vida del jovencito pintado de mujer que supuestamente un día encontró a las puertas del Everett House. Se trata, pues, de una historia dentro de otra historia o, para ser más exactos, una novela dentro de otra.
Fue Caraguevo quien me impuso el deber de leer Hotel de Dream con el encargo expreso de publicar luego una reseña; deberes que, como se ve, cumplo al pie de la letra. La versión que he leído, merced al préstamo que de ella me hizo Caraguevo, está en inglés, pero es muy fácil de entender. La prosa de White no es enrevesada, su vocabulario no es rebuscado y la historia es bastante curiosa e interesante, de modo que la lectura se hace agradable. Me ha gustado, pues, la novela y me ha parecido muy, muy curiosa.
La novela narra dos historias: una concierne a los últimos meses de vida de Stephen Crane, cuando su tuberculosis le hace viajar hasta una clínica para enfermos del pulmón donde hallará la muerte, en la que se van salpicando recuerdos a través de los cuales el lector va conociendo detalles de la vida del escritor norteamericano y de otros grandes literatos del momento. La otra historia narra la supuesta novela que Crane escribe a lo largo de esos postreros meses y en la cual compone la vida del jovencito pintado de mujer que supuestamente un día encontró a las puertas del Everett House. Se trata, pues, de una historia dentro de otra historia o, para ser más exactos, una novela dentro de otra.
Fue Caraguevo quien me impuso el deber de leer Hotel de Dream con el encargo expreso de publicar luego una reseña; deberes que, como se ve, cumplo al pie de la letra. La versión que he leído, merced al préstamo que de ella me hizo Caraguevo, está en inglés, pero es muy fácil de entender. La prosa de White no es enrevesada, su vocabulario no es rebuscado y la historia es bastante curiosa e interesante, de modo que la lectura se hace agradable. Me ha gustado, pues, la novela y me ha parecido muy, muy curiosa.
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