Las huellas de la vida, Tracy Chevalier
Antes de que Darwin escandalizara al mundo entero con sus teorías sobre el origen de las especies, hubo alguien que ya dudaba, buscaba, hacía preguntas...
La hermosa historia de la amistad de dos mujeres muy distintas, pero unidas por una misma pasión: su deseo de buscar las huellas de la vida en los fósiles y descubrir así la historia secreta de nuestro pasado.
Son las primeras horas de la madrugada de un día cualquier de comienzos del siglo XIX y dos mujeres andan por las rocas escarpadas de la costa inglesa en busca de unas piedras extrañas que llevan la marca de vidas antiguas. Elizabeth, una dama culta y soltera, y Mary, una chiquilla de humilde condición, comparten y coleccionan fósiles. Su labor es discreta, pero llega el día en que Mary por fin encuentra una pieza de grandes dimensiones, que acabará en las vitrinas de un museo de Londres. A este hallazgo le siguen otros igual de sorprendentes que no consiguen sacar a Mary del anonimato y la pobreza, pero sí abrir el debate de la comunidad científica acerca del origen de las especies. Solo muchos años más tarde el talento de la joven tendrá su recompensa y el nombre de las dos mujeres entrará por fin en las páginas de la Historia con mayúscula.
Como es habitual en ella, Tracy Chevalier, la famosa autora de La joven de la perla y El maestro de la inocencia, vuelve a entrelazar aquí ficción y realidad para contarnos la historia de Mary Anning y Elizabeth Philpot, dos mujeres que compartieron pasiones, frustraciones y la firme voluntad de abrirse camino en un mundo dominado por la soberbia del hombre.
En efecto, Las huellas de la vida es una hermosa historia de amistad, y de paciencia, y de soledad, y de frustración.
Había oído hablar mucho y bien de La joven de la perla y compré la novela casi al mismo tiempo que me hice con esta otra, Las huellas de la vida, regalo de una revista veraniega. Después de leer la primera de ellas y sentirme un poquito defraudada, miré esta otra con ojos desconfiados y cierta prevención, y, por ello, ha estado en mi estantería relegada a un semiolvido durante bastante tiempo. Por fin, hace un par de semanas, decidí que era momento de ponerse con ella y... ¡qué sorpresa! ¡Qué grata sorpresa!, en realidad.
Preciosa novela, preciosa historia, ideales los personajes que recorren sus páginas, muchos de ellos reales, y en especial Mary Anning y Elizabeth Philpot. Ahora siento la tentación de ese otro título, El maestro de la inocencia, llamando a mi puerta.
Lectura muy recomendable.
Había oído hablar mucho y bien de La joven de la perla y compré la novela casi al mismo tiempo que me hice con esta otra, Las huellas de la vida, regalo de una revista veraniega. Después de leer la primera de ellas y sentirme un poquito defraudada, miré esta otra con ojos desconfiados y cierta prevención, y, por ello, ha estado en mi estantería relegada a un semiolvido durante bastante tiempo. Por fin, hace un par de semanas, decidí que era momento de ponerse con ella y... ¡qué sorpresa! ¡Qué grata sorpresa!, en realidad.
Preciosa novela, preciosa historia, ideales los personajes que recorren sus páginas, muchos de ellos reales, y en especial Mary Anning y Elizabeth Philpot. Ahora siento la tentación de ese otro título, El maestro de la inocencia, llamando a mi puerta.
Lectura muy recomendable.
4 comentarios:
Ya estaba esta novela en la lista, jejejeje... pero gracias de nuevo.
;-)
Tomo nota de la recomendación aunque yo esperaba la reseña de otro libro, ja, ja, ja.
;-P
Dama: Es que tú tienes información privilegiada ;-)
Caraguevo: Pues ahora no estoy con el de JJ que me mandaste (ni ahora ni después), pero sí con otro que me prestaste hace tiempo y del que me pediste opinión. Por cierto que en la dedicatoria aparece el nombre de Concha García Campoy. Tú siempre con tus amigos... :-p
Ay, S. Cid, es que una es una Dama, jejejeje...
;-)
Publicar un comentario