De por qué (entre otras cosas) escribo
Eres un jodido gracioso, ¿sabes?, es lo que Mackenzie le dice a Dios en el noveno capítulo de la primera temporada de The Newsroom.
Eres un jodido gracioso, ¿sabes?, es lo que Mackenzie le dice a Dios en el noveno capítulo de la primera temporada de The Newsroom.
Yo me enrollo algo más: Vale ya, ¿es que no te cansas? Toc, toc, ¡eh!, ¿estás ahí? Contesta. Oh,
pero vamos, ¿a ti qué más te da? ¡Joder, qué más te da! ¿Tengo que
golpear con el puño? TOC, TOC ¡Contesta de una vez! No estoy sorda, ¿sabes? Si no te
entiendo es que no estás utilizando el registro adecuado. Baja a mi
nivel. Yo no puedo subir al tuyo.
Tengo un folleto de la madre Teresa de Calcuta sujeto con un imán a la puerta de la nevera. En él leo muchas veces (aunque parece que no las suficientes) que Dios te habla con el silencio. ¿Paradójico?
El ordenador casi se abría solo...
—Aunque quizá tan sólo estemos confundiéndonos entre la bruma de una lógica difusa, incierta en cuanto a la verdad o falsedad de sus proposiciones.
—Nunca descarto esa posibilidad —aseveró Carter—. La incertidumbre sobre lo que es verdad y lo que no lo es determina una molesta constante en mi trabajo, doctor, pero inevitable.
—Ja, ja, ja —el médico no escondió su regocijo ante la insoslayable sinceridad del policía—, no podría ser de otra forma, inspector. La sospecha es la base de la labor detectivesca. Si su trabajo se apoyara en certezas, todo crimen estaría resuelto antes incluso de haber sido cometido. Pero aun la sospecha debe tener unos visos de certeza. ¿No lo cree así?
—Podría creerlo, sí… —Carter contestó con cautela. Aquel médico parlanchín lo estaba sorprendiendo.
—Si supiera de qué estoy hablando, ¿quiere decir? —el doctor terminó la frase que el policía había dejado en suspenso—. Pensaba en posibles paradojas —añadió—: una sospecha cierta; una certeza sospechosa…
—¿Plantea una paradoja o una antítesis?
[...]
—¿Ha leído a Chesterton?
—¿Las paradojas de Mr. Pond?
—Los dilemas a los que nos somete este buen señor son, en gran parte de los casos, de orden psicológico. Y estará conmigo en que éste es el motor primordial que impulsa las acciones humanas —el doctor se interrumpió un instante y estudió a Carter antes de continuar—. ¿Está de acuerdo?
—Bastante.
—Opino que es precisamente esa naturaleza psicológica que arropa las historias de Chesterton la que vuelve sus historias verosímiles y las asemeja a la realidad con la que usted debe bregar, pues doy por hecho que la policía no siempre encuentra huellas dactilares, pisadas en los arriates del jardín o relojes atrasados que den una explicación satisfactoria, aunque pobre desde el punto de vista intelectual, al crimen que se investiga y, por ende, lo resuelvan.
—No parece ser éste el caso, sin embargo —discrepó Carter—. El intento de suicidio de mistress Faulkner parece bastante claro.
—Oh, sí, inspector. En este caso las pruebas son concluyentes. Ella estaba sola en casa, ¿no?
—Efectivamente.
—Luego nadie la empujó. Eso parece bastante cierto.
—¿Sólo bastante cierto?
—¡Ajá! —asintió.
—¿Acaso encuentra alguna sombra en todo este asunto? Porque, si es así, confieso que a mí se me está escapando y le agradecería que, con su sombra, pusiera algo de luz en mi oscuridad.
Unos dicen que Dios no juega a los dados con el universo y otros lo llaman jodido gracioso. Para mí sigue siendo un ser bastante (¡demasiado! -¿me oyes?-) silencioso y, sin embargo, a cada cual le da su ventana abierta para que pueda escapar. De hecho, si eres tan ciego que no la ves, te limpia los cristales para que caigas en que está ahí... o te abre el ordenador.
Escribir da luz a mi oscuridad. No despeja las paradojas, pero durante un rato, al menos, disipa la ansiedad y me hace sentir casi, casi como si todo estuviera bien.
Y, aunque no tenga nada que ver (¿o sí?), preciosa la canción con que acaba el capítulo de The Newsroom. Si bien no es ésta la versión que suena en la serie, dejo la que hizo Amy Whinehouse. (Por cierto, Dios, ¿por qué tuvo que morirse?).
Antes de irme, una pregunta para aquellos a quienes les gusta probar platos de este sabor: puesto que Dios es eterno, lo cual invalida el concepto humano de tiempo, si le hiciéramos a Él la pregunta de la canción, sería una paradoja, ¿no? ;-)