Procrastinación
O ¿qué pasaría sí...?
Navegar por internet suele hacernos topar con sorpresas curiosas. Hoy me he encontrado con este sustantivo con el que se nombra una experiencia no demasiado grata que me suele acontecer con cierta frecuencia cuando pretendo ponerme a escribir.
Por aquí y por allá he oído hablar del famoso miedo al folio en blanco, un temor que yo, de momento al menos, no he sentido. Y, sin embargo, sí que he pasado por la experiencia de retrasar el instante de ponerme ante ese folio en blanco. ¿Por miedo? Ya digo que no. Es simple pereza. Cuando llega el momento de escribir, algunas veces me siento desasosegada por una especie desgana que se apodera del cerebro y lo llena de pensamientos del tipo: Ufff, ¿y ahora por dónde empiezo? Uffff, ¿de veras tengo que leerme otra vez todo el capítulo para encontrar la parte X sobre la que debo escribir de nuevo en el capítulo tal? Ufffff, ¿en serio he de trabajar esta parte del texto de nuevo? Y entonces llegan las excusas. Son un motón y de lo más variado: hacer la comida, limpiar el baño, llamar a no sé quién, continuar la lectura de tal libro, que se quedó tan interesante la otra noche, barrer el patio, ordenar los archivos de tal, escribir una entrada en el blog...
Pues bien, hoy me enteré de que esas excusas que la mente amontona para no ponerse a escribir se llama
procrastinación. Es curioso el articulito al que conduce el enlace, en el que se puede leer que
Steven Pressfield dedicó todo su libro The War of Art
a hablar sobre el concepto de Resistencia: qué es esta Resistencia, de qué forma puede complicar el trabajo de un escritor y, sobre todo, cómo puede vencerse.
A pesar de lo llamativo de su nombre, la Resistencia no es más que otro modo de referirnos a la Procrastinación. [...]
Pressfield postula un modo muy sencillo de vencer la Resistencia. He dicho que es muy sencillo, pero no he dicho en ningún momento que NO vaya a ser costoso. Tendremos que luchar cada día por superar esta Resistencia y ser conscientes de en qué momentos nos dejamos llevar por ella, pero podremos vencerla si somos constantes.
Constancia, ¡qué palabra tan valiosa y qué lejos suele llevar! Pues bien, hete aquí la explicación a mi pregunta de ahí arriba: ¿qué pasaría si... utilizara la constancia para algo más que alabarla? ¿Qué pasaría si, por ejemplo, escribiera (voy a ser cauta y en lugar de "escribiera" voy a decir "trabajara en el relato") una hora y media o dos horas al día?
Se me ha antojado salir de dudas al respecto, razón por la cual voy a realizar un estudio. No se trata de un reto, sino de un experimento en el que me ofrezco como conejillo de Indias. ¿Qué pasaría si trabajara en mi texto entre una hora y media y dos horas cada día durante el próximo mes? Haciendo cuenta de los previstos y sumándole los imprevistos (que a saber cuántos son al final), ¿qué pasaría?
Vamos a verlo.
L, 3-Dic: :-) L, 10-Dic: :-(
M. 4-Dic: :-) M, 11-Dic: :-)
X, 5-Dic: :-) X, 12-Dic: --------
J, 6-Dic: :-) J, 13-Dic: :-(
V, 7-Dic: :-) V, 14-Dic: :-)
S, 8-Dic: :-( S, 15-Dic: :-)
D, 9-Dic: :-) D, 16-Dic: :-)
L, 17-Dic: :-( L, 24-Dic: --------
M, 18-Dic: :-) M, 25-Dic: --------
X, 19-Dic: :-) X, 26-Dic: :-)
J, 20-Dic: :-) J, 27-Dic: :-)
V, 21-Dic: :-) V, 28-Dic: :-)
S, 22-Dic: :-) S, 29-Dic: :-)
D, 23-Dic: :-) D, 30-Dic: :-)