¿Primeros síntomas...?
Hoy, en mi paseo vespertino, me ha dado por pensar que el camino por el que marchaba es el testigo que mayor información posee sobre mis crímenes. Cada paso que doy por él es un paso meditabundo -del que quizá poca sustancia obtengan las piedras y la tierra del camino-, o un paso parlanchín..., que es la verdadera fuente de información de esa senda por la que paseo. Porque, sí, hablo en voz alta mientras maquino mis asesinatos. Afortunadamente, es un camino poco transitado y, como aún no he perdido del todo la vergüenza, suelo mirar de vez en cuando a mi espalda por si se aproxima alguien, no sea que me sorprenda hablando sola.
No obstante, y pese a que veo muy natural expresar en voz alta mis meditaciones criminales, de vez en cuando me he preguntado si tal verborrea no será el principio..., los primeros síntomas de que estoy perdiendo la razón.
Para mi tranquilidad, leo en el libro titulado Agatha Christie and the eleven missing days, que tuvo a bien regalarme un buen amigo, que: Her (de Agatha) favourite form of exercise [...] was walking her two dogs, Peter and Billy, for an hour or more each day. Her mind was fertile with ideas for her stories, and it was not uncommon for residents of Sunningdale to see her talking to herself as she worked out her plots.
Es un consuelo..., ¿no?
Ea, os dejo, que voy a preparar mi ropita para mañana.