lunes, 16 de noviembre de 2009

El incómodo taburete de la cocina

El incómodo taburete de la cocina


Me visualicé… Bañador azul de nadadora profesional, gorro por el que siempre acaban saliéndose los pelos, gafas empañadas y aletas, sobre todo… aletas. Es lo que más se ve (si olvidamos por un instante la tripa aventajada que siempre llega la primera allá donde voy, a pesar de meterla hasta casi quedar sin respiración). No, no me sentí horrorizada, al fin y al cabo, todos vamos de la misma guisa, de modo que no ha sido éste el motivo que me ha impulsado hoy a saltarme la hora de natación.


¡Sopor!, así lo llamo. Él es el culpable. Abrí la puerta de casa al volver del trabajo y ahí estaba, como el cobrador del frac, vestido de luto pero con un aire lánguido que el otro no tiene.

–Ven –me dijo–, sentémonos en el sofá.

–No puedo, tengo que ir a nadar.

–Anda, ven… Verás qué bien estamos.

–Contigo no quiero nada.

–¿Y con el sofá?

–¿Con el sofá? –pregunté sorprendida–, ¿qué voy a querer yo con el sofá?

–Son gustositos y cariñosos…, te abrazan, te acogen cálidamente, te acucan y saben darte lo que les pides.

“¿Todo eso hace?”, me pregunté atónita. Miré al sofá inquieta y allí estaba…, con sus rayas verdes y rojas. Me pareció apreciar una apostura licenciosa que no observé en él cuando lo compré en Ikea. Aquel ser vestido de funeral me guiñó un ojo y tendió su mano, invitándome con ella a caer entre los brazos del sofá. Rechacé su ofrecimiento y corrí despavorida hacia la cocina. Nerviosa, me senté en un taburete con la respiración agitada e intenté reflexionar. De repente, supe lo que tenía que hacer: cogí el teléfono y marqué un número escrito sobre un post-it pegado a la nevera.

–¿Los traperos de Emaús? Vengan cuanto antes… Tengo un sofá para ustedes.


El peligroso objeto lúbrico ha salido de mi vida. Pero…, a cambio de mi virtuosa tranquilidad…, ¡qué incómodo el taburete de la cocina!

5 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

El sofá es un mal amigo, pero no es ése el enemigo principal. Es el televisor. Desde que apenas veo la tele, he descubierto que en la vida se pueden hacer cientos de cosas (o bueno, decenas, pero se pueden hacer)

posodo dijo...

Como solución drástica está bien. ¿Cuál es el teléfono?
Esperemos, en todo caso, que Ella no caiga en el peligro del TabuDeTe ;-)

S. Cid dijo...

Miguel: Ay, Miguel, para mí el sofá no es un mal amigo... Cada noche, después de cenar, lo cojo con un gusto... Eso sí, no lo acompaño de ese gran peligro que mencionas: la tele... Yo tampoco la veo mucho. Más bien no la veo casi nada y, sí, eso da mucho tiempo para hacer miles (bueno, va, decenas) de cosas :-)

Posodo: Es que esta Ella es muy drástica, así que sus soluciones son radicales. Estoy a ver si logro darle una personalidad pelín paranoica... y, de momento, las ideas que se me van ocurriendo la encauzan por ahí. Lástima que estas últimas semanas no tenga un minuto para sentarme a escribirlas. Muchas de ellas acaban olvidándoseme :'(. En cuanto a la TDT..., como no sea por su afición a la Teletienda los viernes por la noche..., de momento no le da mucho al invento..., la loca Ella, la rara Ella, la solitaria y extravagante Ella ;-).

Saludos a los dos.

S. Cid

Ana Laura dijo...

Jajaja, me he reído mucho, qué situación tan común la que relatas. Yo necesitaría tu resolución.

Estoy paseándome un poco por tus posts antiguos, aunque no comente en todos, ya sabes que ando por aquí.

Un saludo, me siguen encantando tus entradas.

S. Cid dijo...

Ana Laura: Comencé con las historias de Ella y él" y luego me detuve... sin saber muy bien por qué, porque tenía bastantes ideas en la cabeza. Tal vez las retome... En cualquier caso, me alegro de que esta historia te haya hecho reír. Esta pobre Ella, a la que no puse nombre, estaba pensada como una mujer histriónica y rarita ;-)

Pasea cuanto quieras (aunque silenciosa, como tú, también yo paseo por tu blog):-). Y me alegro de que te gusten los posts...

Saludos.

S. Cid

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