Los cátaros (Carter Scott)
El libro pertenece a una colección coronada con el título general de “Enigmas de
En la primera parte del libro, Scott presenta la vida cotidiana y la forma de entender el mundo desde la perspectiva cátara, así como las principales pautas que regían la espiritualidad de estos hombres y mujeres. Nos explica la diferencia entre Perfectos y hombres y mujeres buenos, y la relación que mantenían con sus vecinos: un auténtico maridaje de buena vecindad. En la segunda, el autor se instala ya en un tono más novelesco y nos muestra la codicia, la traición y también el heroísmo que recorrieron aquella época en la gran campaña que se desarrolló en toda Europa, pero sobre todo en el sur de Francia, contra los cátaros. Es ésta una parte más histórica, en la que se narran hechos comprobados, batallas y persecuciones cruentas.
Se hace, pues, un recorrido histórico de la época necesario, ya que se narra con detalle la cruzada católica realizada por el Papa Inocencio III y llevada a cabo, sobre todo, por Simon de Montfort hasta su muerte, que encontró el 25 de junio de 1218 al huir de una iglesia que estaba siendo bombardeada por proyectiles de piedra lanzados desde una pequeña catapulta por un grupo de mujeres. El mayor perseguidor de los cátaros, responsable de miles de muertes, halló la suya a manos de unas débiles mujeres empeñadas en continuar la lucha.
Es curioso encontrar en el libro referencias a
El libro no me ha gustado. No está bien escrito y su estructura la he encontrado muy deslavazada. Tengo otro acerca del mismo tema que aún no he leído, pero que encontrará su hueco en este sitio dedicado a libros cuando llegue su momento.
2 comentarios:
Los cruzados, franceses en su mayoría, cometieron grandes atrocidades, mayores sin duda que las de la Inquisición. Sin ánimo de librar a ésta de culpa, tampoco hay que minimizar lo sucedido en otras partes del continente. Ocurre algo parecido en el caso de América, donde los españoles no fueron los únicos criminales.
Un saludo.
Es que mira que intentar llevar la civilización a unos indios que tenian la cultural y civilizada costumbre de abrir en canal a las personas y extraerle el corazón en un sacrificio para honrar al dios sol o como coño se llame ese demonio que pedía carne fresca y humana, a ser posible, no tiene perdón de Dios. Son unos criminales, digo. Y lo que hacian estas criaturas indígenas, lo dejaremos en una simple, pero dolorosa, perfomance.
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