Tormento (Benito Pérez Galdós)
Me topé por primera vez con Galdós de la mano de mi profesora de Lengua, cuando tenía 15 años, en las páginas de Tristana y desde entonces se convirtió en mi escritor favorito. A lo largo de los años he devorado muchas de sus novelas, pero hacía largo tiempo que no me daba al placer de leer una. Esta racha se interrumpió con Tormento, una historia en la que encontramos a personajes conocidos, como Rosalía Pipaón, mujer de Bringas y que tiene su propia novela bajo el título de La de Bringas. En Tormento, sin embargo, desempeña un papel importante pero secundario.
Aquí los protagonistas son dos: Amparo Sánchez Emperador, la Emperadora o Tormento, como quiera llamársela, y Agustín Caballero, entre los cuales se teje un nudo amoroso que ha de acabar mal a causa de un pecado de juventud cometido por Amparo con Pedro Polo, un sacerdote que deja de serlo para tornar de nuevo a la sacristía a regañadientes.
Galdós establece dos luchas en el interior de los dos protagonistas. Por una parte, Amparo se enfrenta a la duda terrible de si debe confesar su falta nefanda a aquél que le ha propuesto matrimonio y parece la solución total a su pobreza. Por otra, una vez las malas lenguas han hecho su trabajo, Agustín Caballero, un hombre hecho a sí mismo y más acostumbrado a vivir entre los indios americanos que en la sociedad hipócrita europea, debe decidir qué hacer con ella: perdonarla u olvidarla. Con el final de la historia, Galdós se permite escandalizar a la de Bringas, arpía donde las haya, de la boca de su propio marido.
Bonita novela, estupendamente escrita y desarrollada de principio a fin. Lo afirma alguien totalmente parcial y que no podría decir otra cosa de una obra de (mi) Galdós.
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Nota extra: no se me ha escapado que en esta novela Galdós utiliza dos veces la palabra “antípodas” con género masculino, que es uno de los dardos que lanza Lázaro Carreter en su El dardo en la palabra. ¿Alguien, en la tele y la radio de nuestros días, ha oído o ha leído en los periódicos otra cosa que no sea “las antípodas”? Claro que… Galdós pertenece a un tiempo en el que los escritores sabían escribir.
Me topé por primera vez con Galdós de la mano de mi profesora de Lengua, cuando tenía 15 años, en las páginas de Tristana y desde entonces se convirtió en mi escritor favorito. A lo largo de los años he devorado muchas de sus novelas, pero hacía largo tiempo que no me daba al placer de leer una. Esta racha se interrumpió con Tormento, una historia en la que encontramos a personajes conocidos, como Rosalía Pipaón, mujer de Bringas y que tiene su propia novela bajo el título de La de Bringas. En Tormento, sin embargo, desempeña un papel importante pero secundario.
Aquí los protagonistas son dos: Amparo Sánchez Emperador, la Emperadora o Tormento, como quiera llamársela, y Agustín Caballero, entre los cuales se teje un nudo amoroso que ha de acabar mal a causa de un pecado de juventud cometido por Amparo con Pedro Polo, un sacerdote que deja de serlo para tornar de nuevo a la sacristía a regañadientes.
Galdós establece dos luchas en el interior de los dos protagonistas. Por una parte, Amparo se enfrenta a la duda terrible de si debe confesar su falta nefanda a aquél que le ha propuesto matrimonio y parece la solución total a su pobreza. Por otra, una vez las malas lenguas han hecho su trabajo, Agustín Caballero, un hombre hecho a sí mismo y más acostumbrado a vivir entre los indios americanos que en la sociedad hipócrita europea, debe decidir qué hacer con ella: perdonarla u olvidarla. Con el final de la historia, Galdós se permite escandalizar a la de Bringas, arpía donde las haya, de la boca de su propio marido.
Bonita novela, estupendamente escrita y desarrollada de principio a fin. Lo afirma alguien totalmente parcial y que no podría decir otra cosa de una obra de (mi) Galdós.
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Nota extra: no se me ha escapado que en esta novela Galdós utiliza dos veces la palabra “antípodas” con género masculino, que es uno de los dardos que lanza Lázaro Carreter en su El dardo en la palabra. ¿Alguien, en la tele y la radio de nuestros días, ha oído o ha leído en los periódicos otra cosa que no sea “las antípodas”? Claro que… Galdós pertenece a un tiempo en el que los escritores sabían escribir.
5 comentarios:
Totalmente de acuerdo en tu admiración por Galdos. Es un genio universal al que, triste pais el nuestro, no le dieron el Nóbel en su momento por los politiqueos de siempre.
A mí la que más me gusta (pero no he leído todas) es "Lo prohibido".
Y es cierto qe debe decirse "los antípodas", pero sea como sea al final el uso establece el idioma. También debería decirse "vicepresidente primera", en lugar de "vicepresidenta", pero en fin, hay cosas ya irreparables
El lenguaje está vivo y eso tiene sus ventajas e inconvenientes. Hay palabras de hace cien años que hoy estarían mal dichas y vicebersa.
En cualquier caso, gracias por este recuerdo-homenaje a Galdós. Yo guardo desde hace años las palabras de Tristana en un papelito mecanografiado (por mi) y pegado donde siempre puedo verlo (el papel ya está amarillo y las letras grises en lugar de negras.
Ahora, al buscar el texto en Internet para pegarlo aquí (por no escribirlo todo)me dí de bruces con Cartografía Humana I (la primera parte de mi Blog en Bublegum) porque ya lo había dejado escrito allí hace unos años en un post titulado Triste Ana.
Así que me copio y pego a mi misma:
»El problema de mi vida me anonada más cuanto más pienso en él. Quiero ser algo en el mundo, cultivar un arte, vivir de mí misma. El desaliento me abruma. ¿Será verdad, Dios mío, que pretendo un imposible? Quiero tener una profesión, y no sirvo para nada, ni sé nada de cosa alguna. Esto es horrendo.
»Aspiro a no depender de nadie, ni del hombre que adoro. No quiero ser su manceba, tipo innoble, la hembra que mantienen algunos individuos para que les divierta, como un perro de caza; ni tampoco que el hombre de mis ilusiones se me convierta en marido. No veo la felicidad en el matrimonio. Quiero, para expresarlo a mi manera, estar casada conmigo misma, y ser mi propia cabeza de familia. No sabré amar por obligación; sólo en la libertad comprendo mi fe constante y mi adhesión sin límites. Protesto, me da la gana de protestar contra los hombres, que se han cogido todo el mundo por suyo, y no nos han dejado a nosotras más que las veredas estrechitas por donde ellos no saben andar..."
Sí es cierto que la palabra como tal, es de género masculino, pero como locución adverbial, sí se admite "las antípodas"
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=antípoda
De Galdós lo único que leí y hace mucho, fueron los primeros Episodios Nacionales. Tendré que refrescar las lecturas.
Miguel: No sólo no le dieron el Nobel, además murió pobre, solo y ciego... Hay que ver qué mal trato damos a nuestros genios.
A mí, la novela de Galdó que más me ha gustado de las que he leído es Misericordia. Es una preciosidad.
Sue: Desde luego, el lenguaje se mueve. De hecho, a mí me resulta imposible decir "los antípodas". Toda la vida escuchándola en femenino... Es como si me dijeran que "la mesa" está mal dicho y hay que decir "el mesa". Seguro que no podría. En cuanto a la cita que traes de Tristana es, sencillamente, buenísima. Creo que me voy a aprovechar de tu trabajo de mecanografiado y me la voy a copiar yo también.
Posodo: No sabía lo del uso femenino de "las antípodas" como locución adverbial. Pero ya lo he aprendido :-). En cuanto a los Episodios Nacionales, yo he leído sólo algunos, pero tengo pendiente su lectura completa. De hecho, el otro día, echándole un vistazo a la estantería donde los tengo... me percaté de una curiosidad que, me dije, un día traeré por el blog.
Saludos a todos, amigos.
S. Cid
No sólo fue un excelente narrador sino un tipo con ideas claras, comprometido y progresista de verdad. Por cierto, ahora mismo me viene a la mente una foto suya con un enorme perro a sus pies.
Un saludo.
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