Comenzó hablando Virtudes, quien señaló que la novela debía ser abordada desde dos puntos de vista: la forma en que está escrita, pues se apoya sobre una gran cantidad de diálogo que la hace muy dinámica; y desde un punto de vista esotérico, pues cada personaje va buscando y, finalmente, encuentra un porqué a su existencia, hasta el punto de que alguno de ellos la ve modificada. Añadió, además, que no es posible encasillar la novela en un solo estilo. Está construida a partir de una consecución de tramas, muy bien tratadas, una de las cuales, que en principio parece secundaria, acaba por convertirse en la principal, de manera que nada es lo que parece.
Jesús Muñoz, el editor, nos contó que este año, precisamente, se cumple el decimoquinto aniversario de la editorial, cuya línea a seguir, desde un principio, se apoyó en dos pilares: uno, la supervivencia, claro; el otro, Toledo. Con la
Editorial Ledoria querían, dijo, difundir el nombre de Toledo, lo cual han conseguido. Pero añadió que, además, se ha producido el efecto contrario, pues de un tiempo a esta parte, muchas personas procedentes de fuera de Toledo, como Paco, se han interesado por la Ciudad Imperial.
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Paco Gómez Escribano |
Llegó después el turno a Paco, quien comenzó diciendo que
la escritura es un proceso largo y a veces difícil. Nos contó que él no es profesor de literatura, sino de electricidad, lo cual puede ser chocante vista su faceta de escritor, pero que desde siempre ha sido un lector compulsivo de novelas y que ello le llevó a escribir. Comenzó haciéndolo no para publicar, sino para los conocidos. Sin embargo, con el paso del tiempo, sintió muchas ganas de publicar una novela.
En cuanto a
El círculo alquímico, dijo que había escrito la novela que le apetecía leer: en principio una novela de intriga que luego mezcló con la alquimia. Y señaló que, precisamente desde el momento en que decidió que la alquimia fuera el trasfondo de la historia, Toledo se convirtió en el lugar elegido para su desarrollo, pues le ofrecía todo lo que necesitaba. Así pues, no escogió Toledo por casualidad: la alquimia está inmersa en todas las culturas del planeta y Toledo (junto con Jerusalén y El Cairo, ciudades donde también transcurre la historia) son lugares que albergan las tres culturas. La novela, pues, es un viaje geográfico (visita, como ya se ha indicado, no sólo Toledo, sino también Jerusalén y El Cairo), pero también es un viaje iniciático y espiritual.
Paco nos contó que ha querido escribir una novela dinámica y entretenida, donde sucedan cosas, alejándose del tipo de novela sesuda donde, en realidad, no pasa nada. Hay escritores, dijo, que escriben muy bien, pero que no saben contar una historia, que es justo lo que él pretendía lograr. Se trata, pues, de una novela donde hay buenos y malos, con mucho diálogo, de manera que los personajes no sean planos (herramienta, la del diálogo, que utiliza, junto con la de la voz del narrador, para caracterizarlos).
Señaló que no tiene claro en qué género podría englobarse la novela. En la librería Estudio en Escarlata, dijeron de
El círculo alquímico que era un
thriller esotérico. Según Paco, es una novela que tiene tintes negros, hay muertos, pero no es propiamente una novela negra pues también es una novela de amor. En cualquier caso, consiguió lo que perseguía porque, como lector, le apetecía leer una novela donde existiera una fusión de géneros.
Como información adicional, nos contó que ha tardado un año en escribir
El círculo alquímico debido al gran trabajo de documentación que debió realizar. Hubo de investigar sobre manierismo, el Greco, la restauración de frescos e, incluso, sobre jerarquía eclesiástica. Fue, pues, el trabajo de investigación el que requirió mayores esfuerzos pero, señaló, cuando rebasó las 200 páginas supo que la iba a terminar.
Después de su exposición, comenzó el turno de preguntas. La primera de ellas interrogó sobre, precisamente, este último punto: dado el hecho de que haya tardado un año en escribirla, incluyendo en ello todo el tiempo que le requirió documentarse, se le preguntó cuántas horas escribía al día. Paco contestó que unos días escribía más y otros menos, pues iba simultaneando ambas tareas: investigación y escritura, pero que, por lo general, no suele escribir más de tres horas al día, porque, si excede esa cantidad, deja de rendir.
Partiendo de un comentario que el mismo Paco había referido sobre el hecho de que, en su primera novela, descubrió que, cuando había alcanzado la página 100, no recordaba lo que había escrito en la primera, una segunda pregunta le interrogó acerca del método que utilizaba para evitar estos olvidos. Paco contestó que en aquella primera novela lo que hizo fue volver atrás y realizar un pequeño resumen de cada capítulo. Luego, con las sucesivas novelas, fue adquiriendo eso que se llama
oficio y ahora no tiene problemas. Además, nos contó que él piensa muy bien las tramas y cuando se pone a escribir lo tiene todo muy claro.
Hubo otras preguntas y algún comentario más de Virtudes Reza, y luego hubo un vinito con su aperitivo, al que Paco se sumó después de haber firmado los ejemplares de aquellos que estábamos allí, como el mío:
Me gustó mucho la experiencia (era la primera vez que acudía a la presentación de un libro). Me lo pasé muy bien, aprendí, conocí a Paco (con quien me hubiera gustado hablar más, pero él tenía que atender a mucha gente y, además, recuérdese mi carácter retraído), me llevé mi ejemplar firmado y, como premio final, me regalaron una preciosa lámina con el mapa de Toledo que ilustra la portada del libro (cuya reseña, por cierto, aparecerá por estas páginas de
Finis Terrae en cuanto lea la novela).
Fue una tarde perfecta. ¿Qué más se podría pedir?
Bueno..., puestos a pedir..., se podría pedir que el libro de Paco empiece a correr por ahí, pero, en realidad, eso
ya ha empezado a hacerlo.