domingo, 17 de enero de 2010

Viento del Este, Viento del Oeste

Viento del Este, Viento del Oeste (Pearl S. Buck)

En Viento del Este, Viento del Oeste, Pearl S. Buck provoca una colisión brutal entre la cultura occidental y la oriental, como si se tratase de dos fuertes corrientes de viento opuestas que se encuentran sin remedio y provocan un autentico vendaval. En la novela, el ojo del huracán se sitúa dentro de la familia de Kewi-lan, que sufrirá la terrible sacudida de este choque imponente a través de las relaciones matrimoniales de los dos vástagos: el hijo único, en el que está puesta la supervivencia de las costumbres ancestrales, y Kwei-lan, la hija de quien, a causa de su sexo, no se espera nada.

La novela está narrada en primera persona precisamente por el personaje "prescindible", Kwei-lan, quien acepta el matrimonio que se concertó para ella cuando era sólo una niña mientras la otra parte… parece dudar:
Recuerdo un episodio que ocurrió antes de mi casamiento. […] Por las indiscreciones de la servidumbre supe que mi prometido quería romper. Objetaba que yo no estaba instruida y llevaba los pies comprimidos entre vendas. […] Sin embargo, no es cierto que yo sea tan inculta. Al contrario, me han instruido cuidadosamente en todas las cuestiones que conciernen al cuidado de la casa y de mi propia persona. En cuanto a mis pies, no acierto a comprender que pueda preferir los pies enormes de una vulgar campesina.

Este enlace, pues, supone el primer choque: su marido, un joven chino educado de acuerdo con las reglas de Occidente que ha estudiado medicina y practica la ciencia occidental, representará en un principio una barrera ininteligible e infranqueable para la selecta educación china en la que Kwei-lan ha sido instruida desde que nació y con la que se la ha preparado para ser la compañera fiel y secundaria de su marido quien, hecho a los modos occidentales, le espeta nada más conocerla:
No es posible que tú sientas atracción por mí, a quien ves por primera vez, como yo a ti. ¿Acaso no te han obligado, como a mí, a contraer este matrimonio? […] En lo que me concierne, yo tengo ideas modernas y te considero como igual a mí. Nunca te impondré mi voluntad. El impacto para Kwei-lan es brutal: Al principio me quedé asombrada. No lo comprendía. ¿Yo su igual? ¿Por qué? ¿Acaso no era su mujer? Si él no me decía lo que había de hacer, ¿quién me lo diría? […] Ella, a quien no se ha mostrado otra idea del matrimonio que la sumisión, no acierta a comprender que las cosas sean distintas: Yo pregunto, hermana, cómo, con semejante pasado, me podía adaptar a un hombre del carácter de mi marido.

Obligada a aceptar el estilo de vida occidental que su marido impone, Kwei-lan se verá sumergida en la incomprensión más absoluta acerca de todo lo que la rodea y abandonada por un amor que su marido parece no querer darle. El tiempo y la convivencia, sin embargo, irán abriendo los ojos de esta mujer inteligente que, sin asumir al cien por cien los postulados occidentales, acabará por ceder a las bondades que esta civilización ofrece, y lo hará mediante la renuncia a una tradición casi sagrada cuando le pide a su marido que quite las vendas a sus pies.

Mientras tanto, el hermano de Kwei-lan, educado a la occidental por propia iniciativa, ha decidido no asumir las costumbres ancestrales que quiere imponerle su familia y se niega a aceptar el matrimonio con una joven china, que también habían dispuesto para él desde su infancia, y casarse, sin embargo, con una mujer americana que, por supuesto, no será aceptada en la familia a pesar de contar con la diplomática ayuda de Kwei-lan y su marido. Esta decisión conducirá a esas costumbres milenarias hacia el ocaso. A cambio, un nuevo vientecillo, mezcla de dos tempestades que han luchado hasta casi la extenuación, se agita en el vientre de la mujer americana.

En
Viento del Este, Viento del Oeste, Pearl S. Buck muestra lo mejor y lo peor de ambos mundos. En ella, el lector encontrará bellas palabras de amor de las que beber en busca de inspiración: Durante las horas que paso a solas, ocupada en bordar, pienso en muchas cosas bellas y delicadas que le diría. Por ejemplo, lo mucho que le quiero. No, tenlo en cuenta, con las expresiones groseras copiadas del Oeste, sino con expresiones veladas, como éstas: Mi señor, ¿has visto el amanecer esta mañana? Se hubiera dicho que la tierra saltaba al encuentro del sol. Al principio, todo era oscuridad; luego surgió la luz como una nota musical. Mi señor, yo soy tu pobre tierra, que espera. Tal vez así inspirado, pueda ese lector traer nuevos vientos a su vida y sorprender a su enamorada en esta tierra nuestra de “expresiones groseras”.

Preciosa novela, pues, con una prosa deliciosa y un final predecible, pero no por ello menos placentero.

14 comentarios:

Guido Finzi dijo...

Yo no he leído nada de P. Buck y tengo que reconocer que le tengo cierta manía. No por él, sino porque le gustaba a un tipo que conozco y que es un tarado.

un saludo

S. Cid dijo...

Guido: Yo, sin embargo, sí que he leído mucho y todo me ha gustado. De hecho, me gustaría ir haciéndome con sus obras. Aunque me han dicho que es difícil encontrarlas.

Saludos.

S. Cid

Ah, por cierto, el que me guste a mí también..., no significa que esté tarada ;-) jejeje

Carlos dijo...

Yo me leí en su momento "La Buena Tierra" y creo que el libro sigue estando en casa de mis padres.
A mí me encantó las descriciones que hacía de los personajes y del ambiente. Quizá reelerlas ahora sería un poco pesada las obras, pero en su momento me dejó un buen sabor de boca.
Saludos.

S. Cid dijo...

Carlos: Pues yo, cada vez que leo a esta escritoria, siento unas ganas de empaparme en la cultura china... Es como si cada una de sus novelas me inyectara un chute de curiosidad total por China :-)

Saludos.

S. Cid

Mertxe Costas-Bookworm dijo...

¡Madre mía! leí este libro hace más de 20 años, es de los pocos que había en casa, en una edición malísima, que se iba deshaciendo, pero desde luego, lo que sí recuerdo, es que me gustó muchísimo.
No he vuelto a leer nada de la misma autora (porque ¿es una mujer no?) pero desde luego me impresionó todo lo que contaba sobre la cultura china y fue el primer libro en el que leí lo que hacían las mujeres chinas con sus pies. Ni que decir tiene que dolía solo de imaginarlo.

Preciosa novela desde luego.

Un beso.

Guido Finzi dijo...

Que Perlita me perdone, que me referí a ella como si fuera un hombre...

MGae dijo...

Leí el libro, como Bookworm, hace un montón de tiempo -¿más de 20?, pues sí, seguramente... ¡Cómo se va el tiempo!- y a mí también me encantó. La descripción de los ambientes y la manera de hacernos sentir a los personajes me resultó deliciosa. El choque cultural, ciertamente, no deja indiferente.

S. Cid dijo...

Bookworm: Pues igual tenemos la misma edición y todo, porque la mía, como no se la trate con cuidado, se cae a pedazos. Lo de los pies... Ufff, qué dañito ;-)

Guido: ¿Y qué si lo hiciste, Guido? No estamos en la zp-era de la igualdad ;-) jejeje

MGae: Ciertamente, el choque cultural causa estupor, pero esa es una de las razones por las que me gustan las novelas de P. S. Buck: están envueltas siempre en un ambiente tan desconocido, tan diferente a aquél en el que nos desenvolvemos por aquí..., que no puedo dejar de sentirme atraída por él.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Guido eres un genio, llamarle Perlita a esa mujer me parece encantador, es más, doy por seguro que si alguien en su vida le hubiese llamado Perlita, hubiera caido rendida a sus pies.
S. Cid. perdona, cosas de hombre. Pues nada, otro libro pa la estanteria.
Saludos

Guido Finzi dijo...

Bate:
Y bueno, si nadie se lo llamó en vida, con más razón hay que tener un detalle con ella, no?. A fin de cuentas, a mí no me cuesta nada.
Saludos

José Manuel Guerrero C. dijo...

Me parece bien Guido. Sólo que me hizo gracia, estos anglosajones son tan tan sosos. O bueno, eso me imagino yo, porque para el inglés que me trabajo la verdad es mejor que no opine del mundo anglosajón. Pero lo que si puedo decir es que me parecen todos unos ciezos, y eso, tampoco tiene tradución para ellos.
No me echeis mucha cuenta, hoy no fue mi mejor día.
Me voy con la música a otra parte..

S. Cid dijo...

Pues os espero mañana aquí, amigos, donde podréis encontrar una interesantísima anécdota (pero desconocida para la mayor parte de los historiadores) germano-británica y un poco de pandereta española... Una auténtica pearl de la historiografía, jeejejejeje

Ana Laura dijo...

Es gracioso, hace un par de días que me está pasando lo mismo con otros blogs a los que visito y dónde se comentan libros: me hacen recordar autores que leí hace añares y libros que fueron viejas glorias.

En la biblioteca de mi abuela, había muchos libros de esta autora -a ella le gustaba mucho- y leí más de uno, aunque el único que recuerdo claramente es 'La buena tierra' que me encantó. No leí 'Viento del este, viento del oeste', pero después de tu comentario, me dieron ganas de conseguirlo. Empezaré a buscar. Muchas gracias!

S. Cid dijo...

Ana Laura En la de mi madre también hay bastantes títulos de Pearl S. Buck. Yo recuerdo haber empezado a leerla en la adolescencia, durante las tórridas horas de la siesta, pero reconozco que casi desde entonces no había vuelto a leer ninguna de sus novelas hasta ésta que he comentado aquí.

Bueno, pues si finalmente lees "Viento del Este, Viento del Oeste", espero que lo disfrutes :-)

Saludos y gracias por tu visita y tu comentario.

S. Cid

Belén 2013

Belén 2011