Como os decía u os diré -depende del momento de lectura en el que te encuentres, lector-, la primavera, este renacer que se repite año tras año, es tiempo de renovación, un mini Big Bang con el que los campos se llenan de vida, la tierra se vuelve del color verde esperanza y el sol inunda los caminos de luz y calor, lo que invita al paseo y al disfrute de este estallido de vida, colores y olores. Qué grata sensación y qué libertad más absoluta la que goza aquél que, lanzándose a la aventura, abandona durante unas horas la placidez artificial del sillón y la cambia por el duro sillín de una máquina que se desliza, a golpe de pedal, impulsada por el esfuerzo y mojada con el sudor, sobre dos ruedas.
¡Qué gran invento, el de la bicicleta! Y qué suerte la mía que, tras dos sorteos en los que los favorecidos por la suerte no se dignaron acudir a reclamar su premio, obtuvo mi boleto la mirada de Fortuna y, con ella, fue el elegido a la tercera. He aquí el producto de aquella rifa en que, dos décadas hace ya de aquello, conseguí mi fiel bicicleta. Con ella he disfrutado mucho por las calles de Madrid (hasta que un taxi traidor me asustó tanto con una de sus pirulas en la plaza de Manuel Becerra, que abandonamos desde entonces el asfalto y dejamos el disfrute para sendas más tranquilas) y paseando por caminos de tierra, como el que hoy viene hasta aquí, de la mano de mi torple pluma y acompañado de mis fotos caseras. Emprendido en la gustosa compañía de una amiga, tomamos nuestras bicis y nos lanzamos a pedalear por las veredas que atraviesan campos de labor e infructuosas extensiones de terreno, baldías al ojo perezoso, mas llenas de vida para aquél que presta atención y las observa con mirada escrutadora y, sobre todo, grandes dosis de paciencia.
Comienzo mi relato cuando nuestras espaldas es lo único que podrían ver si acaso alguien en el pueblo tuviera algún interés en mirarnos. Hace ya rato que dejamos atrás el pueblo y la carretera, y pedaleamos por caminos de tierra, de modo que no llegan hasta nosotros ni el ronroneo de los motores ni los sonidos urbanos. A un lado y otro se extienden praderas cubiertas del que hoy es verde cereal y que mañana, empero, merced a la fructífera acción del sol, dorará los campos que parecen, desde el camino por el que corremos, casi infinitos mares de aguas esmeraldas si no fuera porque se ven bordeadas sus lindes con una atrayente arboleda por la cual quisiéramos adentrarnos, y que sin embargo nos vemos obligadas a orillar, pues nuestro destino nos conduce por caminos que no son ése.
Tras largo correr con nuestras bicis sin que un alma se haya cruzado con nosotros, el camino da en atravesar una zona arbolada a cuyos lados se alinean casas ocultas entre el agradable frescor de las enredaderas con que cubren las vallas que las rodean. Una vez tomada la nueva senda, atrás queda la muda naturaleza que nos habló con su silencio y frente a nosotros se ofrece la vuelta a la creación humana, obra, sin duda, de menor vastedad pero no por ello de inferior belleza. Sorprende, de hecho, la capacidad de algunos que saben cómo disfrutar de la vida y no han dudado en abandonar los angostos palomares en que se han convertido las ciudades donde mal vivimos por lugares de agradable apariencia y que han de ser, sin duda, bálsamo singular para el alma. Me detengo un momento y sin bajarme, sólo apoyando el pie sobre la tierra por la que zigzagueaba mi bici hace un instante, observo la casa cuya foto acompaña estas líneas e imagino cuán afortunados deben de ser sus habitantes, ajenos al mundanal ruido que tan lejos queda de aquí.
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Continuará...
26 comentarios:
Sí, 'Beatus ille'.
Pero hace tanto de eso, y aún lo ¿añoramos? Algo falla, ¿no crees?
"Del monte en la ladera /por mi mano plantado tengo un huerto / que por la primavera / de bella flor cubierto..." No, no hace tanto, Posodo: yo lo llevo conmigo a todas partes y no descarto, algún día, poder decir como aquél: "Dichoso el humilde estado del sabio que se retira..." y gozar ese beatus ille entre mundos tranquilos donde poder decirme que bien poco me importa el resto del universo porque me siento a gusto con esa que me compone y que cada mañana se repite: "a mis soledades voy / de mis soledades vengo / porque para andar conmigo / me bastan mis pensamientos".
¿Qué ha de fallar, pues? :-)
Lástima que las bicicletas haya que dejarlas exclusivamente para pasear por lugares campestres ya que, en las ciudades, corres el riesgo de romperte la crisma. Si hay algo incompatible a montar en bici por Madrid, por ejemplo, son las viejas al volante de un todo terreno.
En fin, siempre queda el recurso de subirse al coche y enfilar la carretera, con la bicicleta en el maletero y los perros en el asiento de atrás.
Un saludo
Guido: Sí, en Madrid es imposible. Yo abandoné el día en que, por una pirula mal hecha para conseguir cliente, un taxi me obligó a hacer piruetas para evitarlo y casi termino estampada contra un videoclub (que ya no existe, creo) en la plaza de Manuel Becerra. Desde entonces restringí mis recorridos bicicléticos a El Retiro y luego, cuando tuve coche, empecé a salir fuera [aunque sin perro..., antes tenía un cocker, pero ya murió :'(].
Eso sí, en el campo disfruto mucho y uno de mis sueños (que, sin embargo, nunca cumpliré..., lo sé) es hacer el camino de Santiago en bici.
Lo de las viejas en al volante de una tanqueta me da miedo no solo en bici..., sino también cuando voy en el coche. Menos mal que mi pobre Kia es ligero como un pluma y responde bien al acelerador: vieja peligrosa a babor o estribor..., se pisa con fe..., suave volantazo a derecha o izquierda y se evita a la vieja ;-)
Saludos.
S. Cid
jajaja, me encantó lo del videoclub. Claro, ¿cómo va a existir, si corrieron la misma suerte que los dinosaurios?. Yo, aún recuerdo cuando me llevaba a los perros a pasear por los campos de Fresnedillas de la Oliva...
Madrid es una ciudad que resta calidad de vida y eso solo lo saben los que viven en el foro. No se me ocurre ir en bici ni en coche, suelo caminar si tengo mucho tiempo o usar el metro (si tengo poco)
A veces, los de fuera se asombran de toda la oferta cultural y de ocio, de lo inmenso que es, del metro, y disfrutan unos días de todos sus placeres. Pero luego se retiran del mundanal ruido (como mis amigos de Málaga) y vuelven a sus lugares tranquilos y exquisitos.
Qué envidia me dan, che.
Guido: Jajajaja, y a mí me encantó lo de los videoclubs corriendo la misma suerte que los dinosaurios. ¡Qué ocurrencia!
Sue: Me da mucha pena criticar(y lo hago con frecuencia) a Madrid, porque lo he pasado muy bien en esta ciudad, pero tienes toda la razón: es una ciudad donde la calidad de vida ha desaparecido casi totalmente (nada que ver con aquel Madrid de mi adolescencia: se parecen mucho..., pero sólo por fuera). Sí, hay mucho donde elegir en Madrid para pasar un buen rato, la pena es no tener luego un Málaga, por ejemplo, al lado donde vivir.
Yo tampoco me muevo mucho en coche por Madrid. Porque es lento, pero sobre todo porque luego el coche te lo comes con patatas... ¡Qué mal está lo de aparcar! Y tampoco lo hago en bici (no desde aquella experiencia con el taxi). El autobús lo cojo a veces. Mi transporte preferido es el metro: rápido, sin atascos y llega a todas partes. Y también, como tú, le doy mucho al zapato :-)
Saludos.
S. Cid
A mi también cuesta criticar Madrid, de hecho he sido durante mucho tiempo una defensora acérrima de esta ciudad, pero con el tiempo (y una caña) me he vuelto una vieja quejica y chocha y no hay marcha atrás. Como diría Woody Allen: no se puede volver a meter la pasta de dientes en el tubo.
Nosotros cambiamos, pero también lo hacen las ciudades y, sin olvidar lo positivo de una gran ciudad, cada vez me cuesta más andar por aquí. Y eso que vivo en los suburbios, pero me paso la vida en el centro y estoy un poco hasta las pelotas (escribiendo pronto y mal) del tráfico, la gente, los precios, el ruido, los olores y empujones en el metro, etc.
Yo he también lo he pasado muy bien, y en ocasiones lo sigo pasando, sin embargo, no es lo que era. Es lo que es.
Fe de erratas:
El anterior post es como un dolor de muelas, espero que se entienda porque eso de "yo he también lo he pasado muy bien" parece una frase del Chapulín Colorado.
Sirva este coment como disculpa.
Sue:
Es que en educación cívica, habría que ponerles (no escribo "ponernos", porque yo no me incluyo) un suspenso...Yo quisiera una ciudad donde no se escupiera por la calle, los vehículos se detuvieran al verte llegar a los pasos de cebra, no hubiera pintadas y graffitis por todas partes, te dejaran salir antes de entrar en el Metro, se respetaran los asientos reservados para embarazadas, ancianos y minusválidos en los autobuses, los museos fueran gratutitos (al menos para los nacionales), no existiera tanto ruido ambiental, que el alcalde no se empeñara en buscar permanentemente El Dorado bajo tierra, etc.,etc.,etc.
A mí, Madrid me gustó mucho pero, ahora, no me gusta nada. Creo que su identidad se fue diluyendo a lo largo de los noventa para, morir definitivamente al iniciarse el siglo XXI.
Sue y Guido: Bueno..., pues parece que todos estamos de acuerdo: Madrid es insufrible. Y, no, yo tampoco me incluyo en ese suspenso: soy limpia, cívica y educada. El problema es que vamos quedando muy pocos de estos y Madrid se va convirtiendo en una selva.
Y ahora llega el momento de pedir perdón: perdón, Madrid, perdón... Tú no tienes la culpa..., pero es que no se te puede sufrir ya más...
Yo también me he lanzado a la carretera (bueno, al carril-bici) en cuando ha asomado la primavera. Ya había ganas, ¿verdad?
Magnífica prosa S. A mi me robaron una espléndida bici de montaña hace 6 meses. La dejé confiado en el garaje y me la birlaron. Lo dicho, estoy gafado. Hay años que es mejor no levantarse de la cama.
Saludos
S.Cid:
Es que hay una auténtica plaga de catetos urbanos...Menos mal que siempre nos quedará el Retiro, la Cuesta del Moyano, el jardín botánico y unos cuantos museos...y las cañitas bien tiradas
Bate:
Te doy el pésame pero, eso te pasa por vestir de amarillo. Parece mentira que, siendo sevillano, caigas en esas provocaciones a la fortuna...
Saludos
PD: Hay una canción de Sergio Makaroff en la que cuenta como, a él, también le robaron la bici; una mountain bike. "Tranqui, tronqui" creo que se titula.
Miguel: Sí, sí que las había. He disfrutado mucho estos días que he salido con ella. Lo bueno es que ahora ya empieza el buen tiempo y se podrá salir cuando una quiera, y no cuando a la borrasca le plazca.
Bate: Yo la guardo en el trastero. Es un poco pesado bajar hasta allí cada vez que quiero sacarla, pero al menos está segura. Cuánto mangante hay en este planeta. Buah...
Pero, no te desanimes, juega a la primera rifa que encuentres: mira mi caso. Parece increíble pero fue cierto: los dos primeros ganadores no fueron a recoger la bici y, a la tercera intentona, la gané yo (en realidad mi padre, pero yo fui la beneficiada finalmente... ;-)
Guido: Cuando estaba escribiendo mi anterior comentario, pensé en el Retiro como algo que se salvaba... Sin embargo, de repente me acordé de ayer por la mañana, en el paseo que di con mi hermana por el Retiro... y vi que también él se va contaminando poco a poco. Lo mejor es ir en día de diario tempranito, pero para ello tendré que esperar a jubilarme porque, de momento, a esas horas estoy aguantando niños. ¡¡¡Oh, dioses..., por qué no tocará una euromillón!!! ;-)
Eso sí, como bien dices, hay mucho que aún se salva, como la Cuesta de Moyano, el Botánico, algunos museos (mi preferido en Madrid es el de Sorolla) y una cañita... (el domingo me la tomé con mi hermana precisamente en un bar precioso regentado por un argentino que hay frente a casa) :-)
Saludos, amigos.
S. Cid
Guido; me molaba mazo mazo la canción esa del argentino con nombre de cosaco.
"¡¡¡Oh, dioses..., por qué no tocará una euromillón!!! ;-)"
¡¡Grande!!!
Bienvenidos al blog de S. Cid!!!.
Me tomo la confianza, después de tantos días...
Me sentía en la obligación de saludar en tu nombre S. Espero no te moleste ;-)
Bate: Jo, perdón. Es verdad, perdón :-(, se me pasó darte la bienvenida..., pero no fue porque no te echara de menos, eh..., que sí lo hice. Perdón, perdón, perdón...
Ah, y lo del "una" euromillón... es una errata. Más perdones, please... ;-)
Y SALUDOS GIGANTES PARA BATE :-))))))))))))))
S.Cid:
Tienes razón; el domingo, el Retiro se llena de domingueros así que, lo mejor, es acercarse entre semana. A mí también me gusta el Museo Sorolla, al igual que un edificio que hace esquina y que dista de él no más de treinta metros.
El domingo por la mañana es para tomarse una cañita bien acompañado, o un vermut. Luego, comes, te ves la película de estrenos Tv invariablemente protagonizada por Connie Selleca y en la que se enamora de un tipo encantador que resulta ser un psicópata....y luego ya cae la tarde y te entra la depresión y la angustia. Qué día más maricón el domingo ¡ (no me canso de repetirlo).
Bate:
Tú también tienes razón; ya echábamos de menos venir por aquí.
¿Nombre de cosaco? por favor, sin ofender, no asocies a mi gente con esa banda de criminales especialistas en pogroms...A mí, el único cosaco que me suena es ese tal Rimsky Kosavov.
Por cierto, un hermano de Sergio, es componente de los Gothan Project.
Un respeto a Rimsky Korsakov, que no, Kosavov. No vayamos a confundir las cosas Guido. Lo que hace grande a la Argentina es la rica variedead de apellidos que conforman sus listados telefónicos; entre otras cosas, claro.
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S. Cid: Las faltas ortográficas -todos las cometemos- en tí no se notan, tu forma de escribir es tan sencilla y profunda que nadie con dos dedos de frente percibe que has cometido una falta. Me recuerdas a mi cuando estudiaba en serio. Tenía un discurso y un fondo musical tan bien plantado que el que se fijaba en una nota desafinada lo catalogaba directamente de gilipollas, o gilipollo. ( Este palabro es de Guido. Algún día se lo regalará a Bi bi Aí do).
El domingo no se puede ir al Retiro ni a ningún lugar en Madrid. A mi antes me gustaba ir a la Cava Baja pero claro, ahora es como un centro comercial en Navidades.
Estas fiestas, por ejemplo, había cola hasta en los Burger King (y no es que yo pensara entrar).
Como dice Guido y confirmas Cid, Madrid está lleno de catetos mal educados. Yo tampoco me incluyo porque hago todo lo posible por no molestar.
Lo de escupir en el suelo deberían multarlo a base de bien, como hacen en otros países. Siempre sueño con que alguno de esos guarros se atragante con su propio gargajo, a ver si le gusta. Y lo de no dejar salir antes de entrar en el metro me pone mala y más de una vez se lo he tenido que soltar a algún ignorante. Es como lo de empujar por que sí, porque tengo prisa. Por el amor de dios! Y yo!
Madridmemata.
Bate:
Es que si le pongo la r, no me sale la gracia...
Sue:
Yo, antes, en mis tiempos de universitario, iba mucho por La Latina. Ahora, como bien señalas, es un agobio de gente y no merece la pena acercarse mucho por allí. De todas formas, yo ya no hago más que salir a cenar entre semana con algún amigo...
Si alguno de esos desgraciados se atragante, y tenemos la gran fortuna de presenciar su agonía, no se si podría resistirme a adelantarle el final pateándole el hígado mientras se debate en el suelo por recuperar el aire
Yo en Madrid me siento más cateto que nunca.
Que sería de Madrid sin los catetos del resto de España que hemos llegado aquí con lo puesto y hemos creado riqueza por un tubo.
Yo suelo escupir en la calle. No me gusta.
No llego al nivel de un chino/japonés comunista, pero lo suficiente como para que Guido me pateé el hígado. Si me dejo, claro.
Bate:
Yo me refiero a los catetos urbanos...ojalá en Madrid hubiera los catetos de antaño, llegados de provincias cargados de ingenuidad e ilusiones.
Cierto, ya, ni los catetos somos lo que éramos. Todo cambia tan rápido que ya ni siquiera la catetez es un signo de ingenuidad, y menos de ilusión. Sólo me queda decir "catetos del mundo; uníos".
Cómo está el patio..., ¿no? ;-)
Bueno..., no está ni la mitad de revoltoso de lo que está mi clase: primera después de vacaciones. Voy a poner orden, hala...
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