martes, 31 de mayo de 2011

Las torres del olvido

Las torres del olvido,   George Turner

Australia, una serie de torres gigantescas se elevan medio en ruinas sobre las aguas de la bahía de Melbourne. Son el último vestigio de una civilización autodestruida a mediados del siglo XXI: rascacielos fantasmales comidos por los siglos y casi sumergidos en el mar a causa del efecto invernadero. Una joven historiadora, empeñada en reconstruir la vida de aquella época de convulsiones sociales, superpoblación y trastornos climáticos, decide dar a sus conclusiones la forma de una novela. En los personajes que imagina -los antiguos habitantes de las torres- redescubre un mundo degradado por la codicia y la indiferencia.

Discípulo aventajado de George Orwell, George Turner demostró ser un maestro de la corriente de anticipación científica llamada Near Future (futuro cercano), como lo prueba el premio Arthur C. Clarke que le fue otorgado en 1988 por Las torres del olvido.

Este título apareció ya por estas páginas, aunque sólo para mencionar su compra. En aquella entrada, enlazaba con una página relacionada con la ciencia ficción en la que se podía obtener más información, razón por la que vuelvo a enlazarla aquí; pero, si al lector de Finis Terrae le interesa mi opinión sobre la novela, puedo decirle que me ha gustado. Está bien escrita y, sobre todo, Turner consigue dibujar unos personajes, a través de los diálogos y de las acciones, de una manera magistral y absolutamente realista, consiguiendo con tan perfecto retrato no sólo hacerlos verosímiles, a pesar de la increíble situación planetaria en la que los coloca, sino provocando en el lector admiración o una aversión total, dependiendo del personaje que se trate, por ellos.

Se trata de una novela curiosa, que encierra una historia (la principal), narrada en forma de novela escrita por una supuesta historiadora del futuro, dentro de otra historia (la secundaria), de la que la historiadora, junto a un famoso actor, forma parte. Lo cual, junto a la estupenda construcción de los personajes que ya he mencionado, me hace sentirme muy satisfecha con su compra. Satisfacción a la que hay que añadir su escueto precio (me costó 5,95 €), sobre todo teniendo en cuenta que está encuadernada en pasta dura. Es lo que encuentra una, de vez en cuando, en el Carrefour.

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George Turner nació en Australia en 1916. Luchó en la Segunda Guerra Mundial. Gran lector y crítico de ciencia ficción, publicó su primera novela, Beloved son, en 1978, aunque fue con la publicación de Las torres del olvido cuando obtuvo el reconocimiento de crítica y público: la novela recibió el premio Arthur C. Clarke en 1988 y fue nominada a los premios Nebula. Gracias a esta novela, que muestra una visión tan profética como desencantada de la sociedad futura, se le ha comparado frecuentemente con el George Orwell de 1984. Murió en 1997.

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Creo que en la página libroos.es te lo puedes descargar gratis... Prueba, a ver si hay suerte. Por cierto..., ¿eso es legal?

domingo, 29 de mayo de 2011

Domingo

Domingo

Me desperté poco antes de que las campanas de las clarisas tocaran a misa, lo cual lo vuelve demasiado tarde para lo que suele ser mi costumbre. No, no es habitual en mí dormir hasta las nueve. Aun los fines de semanas suelo levantarme pronto y trastear por la casa, cuando no limpiando, ordenando o revisando que todo esté del modo y manera que me gusta. 

Supongo que es una idea estúpida, pero desde mis tiempos de estudiante, cuando durante los exámenes de junio mi cuarto, rebosante de libros amontonados y pilas de apuntes organizadas en una inefable desorganización, mostraba un aspecto insoportable para cualquier espíritu metódico y mentalmente estructurado, tal vez, con demasiada rigidez, acudía a mi mente la idea de que quien vive entre el desorden no puede gozar de una existencia ordenada y tranquila. Suerte que ningún familiar visite con frecuencia estas páginas porque, de hacerlo, pondría el grito en el cielo al leer esta declaración de principios, pues en casa tengo fama de desordenada, lo cual no es sino una injusticia más de las tantas con que suele una tener que cargar en la vida. Siempre lo dije: "No soy desordenada, simplemente.... en mi cuarto no tengo espacio suficiente". Y en mi corazón estaba segura de que así era, pues sólo mi corazón conocía el desasosiego que me provocaba el fárrago desbordante de mi habitación. Por ello, solía murmurarme entre las comisuras de los labios, de manera que tan sólo yo pudiera escucharme: "Cuando tenga mi casa, todo será diferente. Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar". Y así es, efectivamente, mi casa. O casi..., porque aún hay cosas para las que no he encontrado lugar y no hay, sin embargo, lugares suficientes para ciertas cosas. En cualquier caso, vuelvo con ello al principio de mi monólogo: madrugo los fines de semana y trasteo por la casa para revisar que todo esté del modo y manera que me gusta, de forma que, según esa estúpida (¿?) idea que me acompaña desde mis tiempos de estudiante,  pueda mi espíritu gozar de una existencia ordenada y tranquila.

Si aparto un instante la mirada de mi portátil y la paseo por el cestón que me sirve de mesa de centro, el caos librero en que se encuentra desmentiría, sin embargo, con rotundidad rayana en la descortesía, mis palabras anteriores. Desde aquí acierto a ver un volumen con cuatro novelas de Dickens (la primera de las cuales, Great Expectations, leí en su momento traducida al español y ahora vuelve a mí en el idioma en que fue escrita), un par de libros de consulta, dos novelas ya terminadas pero aún no devueltas a su lugar en los anaqueles, tres películas de vídeo, un Tintin, la Guía visual de pintura y arquitectura que vengo hojeando últimamente, dos Episodios Nacionales de Galdós (afortunadamente recogidos en un sólo tomo) y la novela policíaca que estoy leyendo estos días, de un autor al que no conocía y que me está fascinando (vendrán días en que hablaremos de ella). Un caos novelesco, pues, que es el único en este mundo que no me perturba. Incluso descolocados y con apariencia de hallarse abandonados, los libros no provocan en mí sino bienestar.

Oigo ahora las campanas de la iglesia llamando a la misa de mediodía. El domingo avanza y yo escribo sentada en el sofá, mientras por la puerta del patio se cuela una brisita agradable, un pelín húmeda tras la breve lluvia de esta mañana. Es un momento apacible que aprovecho para convencerme de que los mayores placeres de la vida suelen esconderse tras los sencillos momentos del día.

jueves, 26 de mayo de 2011

¡Horror!

¡Horror!

No, no puede ser. Seguro que está prohibido por alguna ley. ¡Por Dios, ayer estábamos a 25 de mayo! ¿Cómo es posible que ya hiciera tanto calor? ¡Qué día más horrible! ¡Qué tortura! Estoy convencida de que es cosa de los alemanes, que saben que no les pagaremos la pasta que les debemos y con algún invento demoniaco nos están torturando de esa manera. Señores germanos, por favor, que yo sí trabajo, que pago impuestos y hago frente a mis deudas, no me maltraten así...

Ayer creí morir. Cuando, después de comer, volvía al colegio por la tarde, ya me iba dando el yuyu. Después de una primera hora en la que tuve que hacer una sustitución, me encerré en un aula durante la segunda para meter notas. No pude terminar todos los cursos porque iba a paso de ganso, pero mi cabeza no daba para más, así que esta evaluación no igualaré mi marca, en fin... 

Al salir del cole, fui a la farmacia en busca de un medicamento que el día anterior no tenían y había dejado encargado. Sabía que, o iba directamente desde el colegio, o, si llegaba a casa, me vencería la pereza. Hice bien, creo, pero casi me da un síncope de vuelta a casa. Llegué con un golpe de calor, creo yo, porque me tiré en el sofá con la cabeza explotándome y me quedé frita. Me desperté a las cinco y media (hay que ver lo que es tener un piloto automático cerebral) diciéndome: "Ay, ay, que se me va la tertulia de Luis Herrero". La escuché sólo media hora, a Dios gracias, porque de haber despertado antes probablemente mi cerebro ahora estaría despanzurrado por las paredes de casa. Luego, volví a dormirme, sin darme cuenta, y me desperté..., ¡atención!, a las ocho y media. Desde luego, algo me pasó, porque eso no es normal. Tenía cientos de cosas que hacer y ninguna fue hecha. Voló el tiempo sin percatarme de ello porque estaba en lo más profundo de mis sueños Sin embargo, lo doy por bien empleado. El cuerpo es muy sabio y siempre sabe lo que necesita.

Quedan dos días de clase por la tarde esta semana y dos más la próxima, aunque en realidad serán 3, porque tenemos 3 tardes de junta de evaluación (pa morirse). Espero sobrevivir. Al menos el tiempo dará un respiro.

miércoles, 25 de mayo de 2011

San Judas Tadeo

San Judas Tadeo

Hace un par de semanas, Posodo devolvió a mi memoria, con una de sus anotaciones, el recuerdo de San Judas Tadeo a quien, por razones que no vienen al caso, he acudido estos días en busca de esperanza y consuelo. 

Me parece que estas cosas no se llevan mucho en estos tiempos, pero por si a alguien le sirve, aquí puede encontrar su novena.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de tu protección y hacer lo que pueda para extender tu devoción, se dice en un momento de esa novena. Pues bien, con esta anotación cumplo parte de esa promesa.

domingo, 22 de mayo de 2011

Pregunta

Pregunta

A ver..., estoy segura de que todo el mundo conoce esta película. A los perezosos que no hayan pinchado sobre el enlace les diré que dirige hacia una página en la que se habla de la archifamosa película dirigida por Alfred Hitchcock, Sospecha

Pues bien, yo tengo una pregunta cuya respuesta desconozco, pero que quizá alguno de vosotros sí podáis aclararme. Veamos: resulta que tengo un relato que ¡¡¡necesita!!! este título, Sospecha, pero no sé si puedo ponérselo o no.

¿Alguien lo sabe?

Bueno, y ya que estamos..., si no puedo ponérle ese título, ¿a alguien se le ocurre alguno curioso?

Gracias, amigos.

jueves, 19 de mayo de 2011

Escribir, leer, pasear

Escribir, leer, pasear

Ya he traído por aquí en alguna ocasión (cuya fecha concreta se me escapa, de modo que me resulta imposible enlazarla), el dilema que se me plantea de vez en cuando a la hora de decidir si, en un momento concreto, me apetece más leer o escribir; escribir o leer. Por si fuera poco, añado ahora a esta disyuntiva un tercer elemento: los paseos.

Para hablar con total franqueza, últimamente lo que no perdono es el paseo. Todos los días, salvo cuando los elementos se vuelven contra mí, como le ocurriera al severo Felipe II, salgo a caminar durante al menos una hora, lo cual está tranquilizando mis nervios, que han venido mostrándose un poco revueltos a lo largo de las últimas semanas, además de matizando algo la palidez invernal de mi piel y mejorándome el físico. 

Luego, en realidad, el dilema continúa reduciéndose a dos alternativas. Las de siempre: leer o escribir. La naturaleza, o lo que sea, ha terminado decidiendo por mí estos días... Ha ayudado a ello el hecho de que, supongo que debido a mi reciente estado de angustia, o lo que sea que me ha pasado, no era capaz de encontrarle gusto a la lectura. Sencillamente no me concentraba y, por ello, me resultaba imposible disfrutar un libro. Lo cierto es que, ya que estamos haciendo confidencias, os confesaré que tampoco creí posible retomar el placer por la escritura, la verdad, hasta que uno de estos días de atrás me decidí a reanudar mis relatos y..., bueno, he descubierto que se ha comportado como un remedio mágico: desaparecidos los nervios, disipada la angustia... y con mis historias al mando. 

Así pues, por el momento al menos, la elección está clara:

martes, 17 de mayo de 2011

Ladran..., luego cabalgamos

Ladran..., luego cabalgamos.  

O de, como dice el refrán: ¿no quieres caldo?, pues toma dos tazas.

Debido al enorme interés que algún lector ha mostrado por la entrada Encuentra la similitud, me alegra poder traerla otra vez  hasta estas páginas para que disfrutéis nuevamente de ella. 

Un poco modificada, eso sí, a fin de proponer nuevos juegos:

Encuentra la similitud:

Proetarras celebrando la legalización de Bildu


Gentuza socialista saludando, puño en alto, a sus anónimos seguidores

 Y ahora..., un nuevo acertijo: indique (si tiene dificultades para escribir la respuesta, puede hacerlo con el dedo) quién, de los dos personajes propuestos, es el estadista y quién, el mindundi:




lunes, 16 de mayo de 2011

¡Venganza!

¡Venganza!

Estimada Marta:

He seguido con interés todo el enredo en el que te has visto envuelta durante las últimas semanas. La primera noticia que tuve de ello me dejó en un estado de perplejidad tan profundo, que me estorbó la razón lo suficiente como para que no me decidiera a tomar partido. Llevo demasiado tiempo admirándote (siempre desde el punto de vista deportivo, claro está, porque personalmente no te conozco), como para echar por tierra en un momento toda esa enorme cantidad de entusiasmo que he sentido por ti, sin embargo, la acusación, con apertura de telediario, parecía tan cierta...

Sí, lo confieso, he sido muy ingenua. Con lo que son estos, con la desfachatez que muestran en la manipulación de los medios de comunicación públicos, debería haberte concedido al menos el beneficio de la duda. Pero no me lo reproches, porque, en realidad, no te creí culpable. Al menos no quise creerlo. Sólo anidó en mí la duda.

Hoy, afortunadamente, una nueva noticia con respecto al asunto te es favorable y demuestra lo muy capullos que son algunos, a quienes el honor de la persona y la propia vida les importa un ardite. ¡Me alegro por ti! Y también por mí, porque se reaviva la admiración esa de la que te hablaba.

Parece ser que la juez ha decidido desvincularte del asunto relacionado con el tráfico de sustancias dopantes, si bien mantiene sobre ti la investigación por blanqueo de dinero. Si esta investigación te encuentra culpable, te reprocharé agriamente que hayas intentado escaquear pasta al Estado que es de todos y del que todos, por tanto, nos tenemos que hacer cargo. Sería un feo asunto, porque me estarías robando a mí y a todos los otros españolitos que pagamos religiosamente para mantener el país en pie.

Sin embargo, dejemos en suspenso este asunto hasta que se resuelva y volvamos al que nos ocupaba en los primeros párrafos. Insisto: me alegro, me alegro muchísimo de que las trampas que te han tendido se vayan aclarando y queden en evidencia todos aquellos que han ido a por ti (¿quizá porque no has tenido empacho en declarar que eres del PP? Me da que por ahí va el asunto). Ánimos en estos momentos duros y a por ellos. No permitas que quienes han querido arruinarte la vida se vayan de rositas. Denúncialos. Llévalos a los tribunales y cómetelos. Cuélgate esa medalla por mí, anda, dame esa alegría...., que andamos los españoles tan abandonados por la probidad y la rectitud (huidas de nuestro país hace ya tanto tiempo que se han convertido en arcaísmo las palabras con que se nombraban), que necesitamos un poco de resarcimiento y ajuste de cuentas.

viernes, 13 de mayo de 2011

Ayuda para Lorca

 Ayuda para Lorca

Quería yo traer información sobre cómo ayudar a los pobres lorquinos por si a algún lector de  Finis Terrae que deseara hacerlo le sirviera de ayuda. Son muchas las asociaciones a través de las cuales se puede mandar un pequeño aliento a la ciudad de Lorca y, gracias a Elentir, me he ahorrado la tarea de investigación y puedo, aprovechándome de su trabajo (y también de la foto que acompaña a estas letras), publicar algunos enlaces a través de los cuales todo aquel que lo desee puede hacer su donativo:

-Teléfono de donaciones de Cáritas: 902-33-99-99.
-En su Cuenta Cáritas Fondo de Emergencia han publicado estos dos números de cuenta:
        -Banco de Santander,  0049  1892  62  2110547428     
        -BBVA,  0182  2000  23  0201508712
-Además, según publica Elentir, Europa Press informa que Cáritas, Diócesis de Cartagena, ha habilitado un número de cuenta: Cajamurcia  2043  0023  66  2007001348.

-También Cruz Roja Española publica en su web una página para donativos.
-Cajas Rurales del Mediterráneo, según publica Europa Press "ha movilizado a su equipo humano para promover, en su red de oficinas, la recaudación de ayudas [...] La donaciones se podrán realizar en cualquiera de las cuentas de las ONG con las que este grupo financiero colabora habitualmente y que son Cruz Roja, Unicef, Manos Unidas e Intermón".

-Cruz Roja: 3082-1005-11-4345884524
-Unicef: 3082-1005-10-4438795322
-Manos Unidas: 3082-1005-11-3000318224
-Intermón: 3082-1019-55-4339753123

Y, finalmente, me uno a la petición de Elentir: "Por favor, si conoces más recursos de ayuda, indícalos en los comentarios poniendo el enlace a la correspondiente página de la ONG que sea o del medio que haya difundido la información" y yo también los añadiré a la entrada.

Nota: comentarios

Nota: comentarios

Parece ser que Blogger ha tenido serios problemas desde ayer y ha fastidiado a bastante gente. A mí, me ha borrado una entrada que tenía preparada para publicar, lo cual fastidia bastante, y, lo que más me ha molestado, ha borrado todos los comentarios que hice ayer por la tarde en respuesta a los vuestros. Me permitiréis, amigos, que no intente repetirlos porque eran muchísimos. No obstante, quería avisaros de que os contesté y de que si hoy no están ahí mis palabras en respuesta a las vuestras es por culpa de Blogger.

Saludos, amigos.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Terraformar Marte

Terraformar Marte

Si el lector de Finis Terrae se ha fijado alguna vez, habrá observado que en la parte inferior derecha del blog aparece todos los días una fotografía relacionada con la astronomía. Ésta con que acompaño el título de la entrada  de hoy es la del pasado domingo, 8 de mayo, y en ella se puede observar la sombra de uno de los robots que hemos enviado al planeta Marte. A diferencia de lo que ideo la imaginación de H. G. Wells en su novela, La guerra de los mundos (o del pavor que provocó la historia en la famosísima emisión radiofónica de Orson Welles), no fueron los marcianos los que llegaron hasta nuestra casa, sino nosotros los que primero visitamos la suya. 

De momento, nuestras expediciones a Marte no han sido sino simples visitas en las que apenas hemos dejado someros rasguñitos al planeta, pero ¿será siempre así? Hay mentes humanas que desean para Marte lo que H. G. Wells imaginó que los marcianos querían para la Tierra. Claro que allí parece no haber gente y, además, nosotros no queremos conquistar Marte para nada. Queremos colonizar el planeta. Queremos ir a Marte para quedarnos allí. Por eso pulula por ahí la idea de terraformar el planeta rojo. Transformarlo, poco a poco, en una pequeña (exactamente la mitad) Tierra donde podamos vivir tal cual lo hacemos aquí. 

Robert Zubrin tiene una idea de cómo hacerlo... Más o menos sería así:
-Primero habría que enviar misiones tripuladas que trabajaran en el planeta para construir una base habitable, lo cual, al parecer, podría estar terminado para el año 2150.
-Después sería necesario calentar el planeta (al menos 60º), para lo cual propone situar en torno al planeta unos enormes espejos (de al menos 100 km de diámetro) que dirigieran el calor solar hacia la superficie, o bien estrellar sobre ésta varios meteoritos de 2,5 km de diámetro de manera que el polvo que se levantara con tales impactos creara una especie de "efecto invernadero". Otra forma de lograrlo sería optar por una tercera alternativa consistente en "construir plantas alimentadas por energía nuclear que liberen gases con 'efecto invernadero' a la atmósfera". Parece ser que cinco de estas plantas podrían calentar el planeta en tan sólo 30 años. 
-En tercer lugar, sería necesario liberar el anhídrido carbónico retenido en las piedras marcianas, lo cual dotaría al planeta de una atmósfera primitiva que estaría lista para el año 2200.
-El cuarto paso consistiría, obviamente, en plantar árboles que transformaran el CO2 en oxígeno. Parece ser que "en esta etapa, con una presión atmosférica aun baja, los humanos serían capaces de deambular sin traje espacial, pero aun necesitarían llevar su propio oxigeno".
-Finalmente, y tras aguardar mil años (o sea, más o menos para el año 3300), habría ocurrido esto: 


De manera que, y como muy bien dice Ariel Palazessi (de quien he tomado la información) en su Plan para terraformar Marte, el planeta rojo ya no sería rojo... sino azul, como nuestra Tierra.

domingo, 8 de mayo de 2011

Y ahora, ¿dónde los pongo...?

Y ahora, ¿dónde los pongo?

Ya señalé en estas páginas que los lugares donde una puede hacerse con un libro son múltiples y variados, y, para ejemplificarlo, conté cómo y dónde adquirí un título clásico que faltaba en mi biblioteca: Las aventuras de Tom Sawyer. No ha sido éste el único libro que ha venido hasta casa directamente desde un supermercado. Algunos más han llegado de la misma manera. Sin viajar muy atrás en el tiempo, ayer mismo entraron a formar parte de mi hogar 5 nuevos títulos directamente traídos desde el Carrefour, junto con la compra semanal, que acompañan ya, en el mismo estante, a los dos que adquirí la semana pasada..., sí, también al hacer la compra semanal (me estoy planteando seriamente hacer una compra mensual, porque el problema del espacio -sin ser acuciante, como para otros- comienza a aparecer en lontananza).

Os aseguro, amigos, que jamás llevo anotado en la lista de la compra el título de un libro. Como todas las listas de la compra, la mía es prosaica y práctica. Sin embargo, ¿cómo resistirse? Antes de llegar a la leche, las verduras o el pescado, hay que pasar necesariamente por la sección de libros, y allí, anunciado con grades cartelones de oferta, hay normalmente un stand donde se apilan libros con títulos atractivos y buena encuadernación (para excitar aún más tu interés) por ¡¡¡5,95!!! euros. ¿Cómo no picar? Yo ayer me tragué 5 anzuelos (y no fueron más porque hice un sacrificio supremo a fuerza de voluntad). Estos son los elegidos: 



Las torres del olvido, de George Turner. Fue la novela ganadora del premio Arthur C. Clarke 1988 y nominada a los premios Nebula. Empecé a leerla ayer en el coche mientras esperaba que abrieran la tienda donde pienso comprarme la mesa de centro que aún no tengo (sí, voy apañándome con un cestón de mimbre donde no puedo apoyar ni una taza de café porque se cae, de manera que finalmente me he decidido a comprar la mesita de las narices, pero eso no viene a cuento, así que mejor me callo al respecto). De momento me va gustando, pero ya os contaré. No obstante, si en el ínterin os apetece saber algo más de ella, podéis visitar este enlace.




Más rápido que la vista, de Claude Cueni, autor de quien ya pasó por aquí una novela, El druida del César, que me encantó. Si aquélla trataba de la conquista de la Galia por César, ésta nada tiene que ver con ello (obviamente). Para abrir boca, os copio la última frase que aparece en la contraportada: ¿Cómo imaginar que un psiquiatra sin escrúpulos podría lograr el respaldo de la CIA? Si os llama la atención, podéis encontrar una brevísima sinopsis aquí.


Para no aburriros demasiado, os muestro simplemente las portadas de los otros tres libros adquiridos:






Lo que no he contado, sin embargo, amigos, es el extraño suceso que acaeció con uno de los libros cuando llegué a casa y me dediqué a colocar cada cosa en su lugar: la verdura, en los cajones de la nevera; el pescado, en el congelador; la fruta, en el frutero y los libros..., los libros, naturalmente, en la estantería. Pero, ¡ay, amigos!, cuál sería mi sorpresa al percatarme de que uno de ellos faltaba. En concreto, Más rápido que la vista. ¿Dónde estaba? Lo busqué por todas partes porque estaba segura de haberlo colocado en la bolsa, junto a los otros, de modo que no se podía haber quedado en el carrito del supermercado. Recorrí la casa de una punta a otra (tampoco hay mucho que recorrer, la verdad) y no lo encontré. Supuse, entonces, que se habría caído en el coche. Bajé al garaje y miré en el maletero, bajo los asientos... Nada, allí tampoco estaba. Estupefacta, me dije que éste sería otro misterio sin resolver, como el del tónico, limpiador facial, que desapareció por arte de birlibirloque un día, después de haberme limpiado la cara con él, y nunca más apareció. Dispuesto el ánimo a aceptar que había perdido el libro, vino la noche, sin embargo, a resolver el misterio cuando, a la hora de hacer la cena, abrí la nevera para sacar unos tomates con los que prepararme una ensalada...

Sí, así de increíblemente aturdido anda mi espíritu últimamente: ahí estaba el pobre libro, aterido y preguntándose qué demonios hacía él allí, sintiéndose observado por los huevos, la leche, la mermelada y las verduras, que lo miraban con desdén, sin entender tampoco la presencia de aquel intruso. Sin embargo, pensé que (no hay mal que por bien no venga) a mi despistada actitud bien podría sacársele un práctico provecho con el que ayudar a un amigo que tiene serios problemas con el espacio para sus libros. De ahí, precisamente, el título de esta entrada: querido Posodo, a tu recurrente pregunta Y ahora, ¿dónde los pongo?, ya hay respuesta: en la nevera. ¿A que nunca se te hubiera pasado por el magín?

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Y para ir terminando, que se alarga ya esto demasiado, pero cambiando de tema: felicito a Bitácora de (mis) lecturas por su segundo cumpleaños que, como en el caso de Finis Terrae, se cumple exactamente hoy :-)

viernes, 6 de mayo de 2011

Encuentra la similitud...

Encuentra la similitud...

Proetarras celebrando la legalización de Bildu

 
Gentuza celebrando sus gilipolleces izquierdosas


Ahora, veámosle la jeta a algunos cabrones: 

Pascual Sala

Eugeni Gay

Luis Ortega


Elisa Pérez

Adela Asua

Páblo Pérez



Y, finalmente, la jeta del Gran Cabrón

El Gran Cabrón



-Pregunta que me hago 1: ¿qué tal le iría a España en este preciso instante si a este Gran Cabrón que tenemos que sufrir lo hubiera abortado su madre en su momento? Supongo que  no le hubiera importado mucho a este hijo de puta, ¿no?, ya que le mola tanto el aborto. 

-Pregunta que me hago 2: ¿Por qué, por qué, por qué, Señor, no se abortan todos ellos y dejan de jodernos la vida a los demás?

-Reflexión: ahora, id a votarlos [a los unos (del puño en alto) o a los otros (del puño en alto también), total qué más da]. Y a los que piensan que aún queda una opción..., observen esta fotica:

El que se mueve no sale en la foto

Nota: Ana Mato ha dado instrucciones a Esperanza Aguirre y Mayor Oreja para que no hablen de la legalización de Bildu en la campaña electoral. Mejor no moverse y o-posicionarse tranquilamente mientras se aguarda la herencia.

Al menos, queda el derecho al pataleo. No vale de nada, lo sé, pero una se desahoga: ¡protestemos, hombre!

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PD1: hoy no pienso pedir disculpas por los tacos.
PD2: ¿dónde hay que ir a firmar los papeles para hacerse apátrida?
PD3: esto es lo que el Gran Cabrón y sus jueces políticos han legalizado hoy:


jueves, 5 de mayo de 2011

¿¿¿Einnnn???

¿¿¿Einnnn???

A ver..., ¿qué demonios os pasa? Explicándomelo, please:

-Hecho 1: publico mi curiosísima y magnifiquísima historia Capricho fatal (ahora, merced al acierto de Sue, titulada El libro de Fenn) y vienen a verme cuatro gatos y medio (a los que adoro, por cierto -¡mis mininos...!).

-Hecho 2: publico una entradilla de na que no me ha costado ni medio pensamiento, ¡¡¡y bato mi récord de visitas!!!

Pero ¿qué os pasa, lectores? ¿Dónde está vuestro reconocimiento al trabajo y al esfuerzo? ¿Dónde, vuestra pasmada admiración por el derroche de creatividad y fantasía que he desplegado ante vuestros ojos? ¿Eh? ¿¡Dónde!? Al final va a resultar que voy a tener más audiencia gracias a un simple copia-y-pega de una portaducha de El País que con mi ingenio. Repito: ¿¿¿ein???

Y, además, ¿qué les ha pasado a los internautas franceses que me han visitado con tanta fruición en el día de ayer? A ver, franchutillos, ¿qué os ha llamado tantísimo la atención en mi Encuentra la diferencia... para que hayáis acudido a este Finis Terrae como las abejas a la flor?

Estoy enfadada y perpleja, que lo sepáis.

Enfadada y perpleja.

Eso: enfadada y perpleja.

Vaaaleee: enfadada, no; pero perpleja..., un rato (¿qué tendrá El País, oye?. Y, sobre todo, ¿qué habrá atraído a tanto galo por aquí?).

martes, 3 de mayo de 2011

Encuentra la diferencia...

Encuentra la diferencia...


12-Septiembre-2001






3-Mayo-2011


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Por su interés, enlazo a  "El País", 35 años del intelectual colectivo de la Transición.
También este Encuentra la diferencia tiene su aquel.... ¡Es increíble!

Belén 2013

Belén 2011