El que madruga... encuentra todo cerrado
Hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas.
La pereza es la madre de todos los vicios y como madre hay que respetarla.
Mátate estudiando y serás un cadáver culto.
Si te entran ganas de trabajar..., siéntate y espera a que se te pasen.
Trabajar nunca mató a nadie, pero ¿para qué arriesgarse?
Vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos.
Todos los días dejamos algo para mañana, excepto los viernes, que lo dejamos para los lunes.
No dejes para mañana lo que puedas dejar para pasado mañana.
Si el trabajo fuera bueno, los ricos lo acapararían todo para ellos.
Esto es lo que, día tras día, les digo a mis alumnos. Mira que no cejo en el empeño, mira que pongo en ello toda mi energía. Cada mañana me levanto entusiasmada, pensando que ése, ése y no otro, será mi día y lograré el triunfo. Y allí que me planto, a intentarlo de nuevo. Les apremio, sin rendirme al desaliento, a que sigan estos buenos consejos, pero nada, como el que oye llover: ellos venga a trabajar y trabajar sin parar un instante. Y, al fin, tampoco hoy es el día.
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Refranes tomados de Nuestra hora en el escenario, de Richard Vaughan. Curioso el libro, aunque me resultó más sugerente Si quieres, puedes.
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